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Más allá de las palabras

Gerardo Guinea Diez
gguinea10@gmail.com

La semana anterior finalizó con nuevas autoridades en el Legislativo y el Ejecutivo. También, como suele ocurrir desde abril de 2015, con nuevas capturas, en este caso, de un alcalde imputado por los hechos del Cambray II. Asimismo, el sábado ocurrió la primera manifestación ciudadana. Ahora bien, el Diablo está en los detalles y los periódicos reportaron el asesinato de tres mujeres y un hombre de la forma más cruel e inimaginable, asimismo, tres niños murieron al ser atacados con armas de fuego. Y es aquí donde hay que detenerse, porque estos hechos, con apariencia de una doméstica trivialidad, desnudan cómo hemos interiorizado una “normalidad“ en exceso macabra y que rebasa cualquier racionalidad. Escarbar en las raíces de ese mal nos ayudará a comprender esos míseros asesinatos, ese péndulo entre vida y muerte que es un espejo al revés de una malignidad que de algún modo es una especie de metástasis de una sociedad sin ética, sin rumbo, sin esperanza. Porque no existe una explicación racional ante tanta brutalidad, la cual posee su correlato en la interiorización simbólica de esos demonios; como un panegírico de un perpetuo castigo.

Gerardo Guinea Diez

Así, solemos debatir entre el blanco o el negro sin la menor consideración sobre los matices. Nos negamos a vernos al espejo y encontrar las causas de la pandemia de la violencia cotidiana. Los discursos, los análisis, las opiniones, giran en torno a la anécdota y la descalificación, nunca se ahonda sobre la gravedad de las múltiples complejidades que enfrenta el país. Pontificamos o descalificamos, ese es el horizonte. Mientras tanto, el miedo es la palabra cotidiana. De tal cuenta que la conversación pública, ríspida y monotemática suele caer en primarias simplicidades, porque esta situación no se dio por generación espontánea, se hunde en los dolorosos procesos de desestructuración social y cultural que padecieron cientos de miles de ciudadanos a lo largo de muchas décadas, demasiadas para ser ciertas.

Basta un día de nuestras vidas para observar a los ciudadanos de todos los estratos. En altos porcentajes es rastreable con suma facilidad conductas violentas frente a hechos comunes, que en otro contexto tendrían salidas equilibradas y racionales.

No cabe duda, existen demasiados focos rojos sobre la situación del país. Entre ellos, la violencia doméstica, el maltrato infantil, la pobreza generalizada, las amenazas ambientales, los crímenes, el futuro de la ciudad de Guatemala, entre otros graves problemas. Por ello, cómo ir más allá de las palabras, de la retórica, del voluntarismo, de las tres ideas parroquiales sobre nuestra condición y el improbable futuro. Como sea, ir más allá de las temáticas sin contenido, más allá de la fusión de formatos y escrituras maquilladas, es un reto ciudadano para hacernos, al menos, de una pequeña esperanza; como sostiene el escritor Juan Cueto, habrá que ir más allá de la “apoteosis narrativa del revoltijo” y de esas engañosas dosis de la vieja ideología de panfleto.

Fuente: [http://www.s21.com.gt/fiticon/2016/01/19/mas-alla-palabras]

Gerardo Guinea Diez
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