Assange y la justicia de los poderosos del mundo, de Carlos Figueroa Ibarra
En la segunda semana del mes de agosto de 2012 las noticias nos enteramos de una noticia insólita. El Reino Unido de la Gran Bretaña informaba en una nota diplomática al gobierno de Ecuador, que se reservaba el derecho de allanar la sede diplomática de dicho país para arrestar al fundador y director de Wikileaks, Julian Assange. La nota fue considerada por el gobierno Rafael Correa como un acto inamistoso y se reservó el derecho de recurrir a las “medidas diplomáticas más drásticas” si ese hecho se observaba. En efecto resulta inaudito que el gobierno británico sustente su amenaza de allanamiento en una ley interna que no tiene el estatuto que tiene la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas que fue acordada en 1961. La amenaza, la cual después fue suavizada por el gobierno británico, equipara a este con los gobiernos más deleznables en la historia del siglo XX. Pero la atenuación de la amenaza no implica que el gobierno británico no se reserve el derecho de capturar a Assange en el hipótetico momento en que saliera de la embajada para dirigirse al aeropuerto camino a Ecuador. En otras palabras, aunque no allane la embajada, el gobierno británico no otorgaría el salvoconducto necesario para que Assange pudiera salir del local diplomático. Así las cosas, Assange pareciera estar destinado a ser huésped forzado de la embajada ecuatoriana en Londres por...
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