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El soldado estadunidense Aaron Bushnell no aguantó la vergüenza de la ignominia de su país que apoya a matar inocentes en Palestina y se prendió fuego frente a la embajada de Estados Unidos en Israel —para mayor afrenta a la gente decente, el pésimo actor James Ernesto Morales trasladó la embajada de Guatemala a Jerusalén— y murió gritando hasta su último suspiro «Palestina libre».

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Carlos López