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Caja toráxica

y entre los tejados

gritábamos al cielo

la resonancia

acariciando

sus ventanas

con Pink Floid

en el hechizo

de halloween

sobre la obsidiana

de la madrugada

y unas cuantas

demás

entre el interminable

infinito

y la ronca calabaza

de boca en la panza

que entonaba sus

mantras

sobre viento

que asusta

con la quietud

que alimenta

el mar de luces

cuando el negro

y el naranja

resaltaban.

En caravana

de personajes

que disfrazados

para sentirse otro

nos descolgábamos

de esta misma

realidad

(que hoy nos aplasta).