Carlos López
Para escribir poesía que no sea política debo escuchar a los pájaros;
para poder escucharlos, deben callarse los aviones de guerra.
Marwan Makhoul
No conformes con matar a los dueños de las casas y demolerlas, los insaciables asesinos israelíes se dedican a robar en Palestina. Se calcula que, hasta hoy, el ejército terrorista de Israel se robó 25 millones de shekels en billetes; la cifra se conoce porque el producto de la rapiña se depositó en la tesorería del gobierno sionista.
Israel también destruyó el Registro Civil de los gazatíes, para que no exista certificado del nacimiento de sus hijos y con el fin de que los propietarios de las tierras no tengan pruebas de sus bienes ni de sus títulos universitarios. Están borrando el territorio palestino de la faz de la tierra. El ejército de ocupación también robó decenas de miles de registros antiguos, destruyó bibliotecas, universidades, mezquitas.
Otra táctica de aniquilamiento es la que señala el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: «Israel está utilizando los alimentos como arma contra el pueblo palestino. Está imponiendo intencionalmente una alta tasa de enfermedades, desnutrición, deshidratación e inanición al destruir la infraestructura civil». Un ejemplo de la crueldad y la vesania de los invasores es que aviones israelíes arrojaron latas que contenían explosivos como cebo para los palestinos desplazados hambrientos en Al Mawasi, en el sur de Gaza. Dos niños, un hombre y una mujer murieron a causa de las latas falsas. Otro caso es el robo inmisericorde, descarado, de la ayuda alimenticia que llegó de varios países. La robaron y destruyeron frente a cámaras de sus canales de televisión para documentar su sadismo.
Cientos de colonos israelíes atacaron camiones cargados de ayuda humanitaria en el cruce fronterizo de Karm Abu Salem para impedir su entrada a Gaza. Muchos niños murieron de hambre en el norte de Gaza según Al Jazeera. El hambre está matando en Gaza más que las bombas. Estados Unidos y sus aliados europeos suspendieron el financiamiento a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo. Según Manu Pineda, «mientras las bombas israelíes siguen cayendo sobre Gaza asesinando a civiles y destruyendo hospitales, el hambre, la sed, el frío, las epidemias y la falta de medicamentos y tratamientos sanitarios están provocando más muertos que los propios bombardeos. Son niños, mujeres y ancianos que no aparecen en el número de víctimas directas de la agresión, porque no han muerto por un bombardeo o un disparo, están muriendo lenta, agónicamente, fruto del criminal bloqueo a la ayuda humanitaria, así como al suministro de alimentos, agua, medicamentos, electricidad y carburante impuesto por el régimen israelí».
El médico británico Ranjeet Brar aseguró que la Media Luna Roja Palestina vio evidencia de hurto de órganos en cuerpos robados que luego devolvió Israel a Gaza. También refirió que Israel tiene el mayor banco del mundo de piel humana que obtiene de los prisioneros.
Los terroristas israelíes han destruido más de 390 escuelas, universidades e instituciones educativas en la Franja de Gaza desde el pasado 7 de octubre como parte de su estrategia de desaparecer Palestina. Los más recientes objetivos bombardeados fueron la Universidad Al-Azhar (que el ejército israelí utilizó como cuartel y centro de detención temporal antes de destruirla en segundos) y la Universidad Islámica. Ambas destrucciones fueron televisadas por los medios de manipulación israelí y usadas como propaganda. Según el Ministerio de Educación de Gaza, cerca de 5 mil estudiantes fueron asesinados por los ataques israelíes y alrededor de 8 mil han sido heridos desde octubre de 2023.
De acuerdo con organizaciones de derechos humanos, Israel no sólo ha destruido todas las universidades de Gaza, ha asesinado a 231 maestros, 94 profesores universitarios —59 con títulos de doctorado, y 18 de maestría—; ha atacado a académicos, intelectuales, científicos, artistas. Más de 8,000 palestinos siguen enterrados vivos bajo los escombros en Gaza; 4,000 de ellos, niños. Una niña pasó 12 horas bajo los escombros, con frío intenso y lluvia, sobreviviendo entre los cadáveres de su familia, después de que los sionistas bombardearan su casa. El director ejecutivo adjunto del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Edward Chaiban, describió a Gaza como «el lugar más peligroso del mundo para ser niño. Hemos dicho que esta es una guerra contra los niños».
Según Federico Bonasso, «tras décadas de apartheid e invasión, y mientras sus voceros deshumanizan al pueblo palestino (permitiendo que los pilotos descarguen los misiles con menos culpa), una élite israelí, supremacista y ladrona, está llevando a cabo otro asesinato masivo frente a los ojos del mundo. A diferencia del ejemplo pasado, Europa y Estados Unidos no han reaccionado esta vez. Algo peor: ahora son financistas del genocidio. Son tiempos repugnantes y muy oscuros. Tiempos que no podremos explicarle a nuestros descendientes. Si queda alguna moral en el mundo dentro de algunas décadas, la pregunta ¿cómo permitieron que esto sucediera? perseguirá para siempre a los que hoy pudieron hacer algo. Sobre todo, ese puñado miserable de líderes y presidentes que, en nombre del “mundo libre”, permiten que los pilares básicos de eso que llamamos “humanidad” se subordinen al negocio del odio».
El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, por fin reaccionó: «Nuestra propuesta es expulsar al régimen sionista de las Naciones Unidas. ¿Cómo puede un régimen que ha violado 400 resoluciones, declaraciones y acuerdos de organizaciones internacionales adherirse a los pactos y determinaciones de la ONU?».
El ultraderechista Javier Milei llegó a reunirse con Netanyahu en Israel en el momento en que éste ampliaba los bombardeos a Rafah, lugar adonde había confinado a los refugiados. Argentina seguirá los pasos de Estados Unidos y Guatemala (¿hasta cuándo, Guatemala?) de trasladar su embajada a Jerusalén. No sólo es culpable del genocidio de Gaza el que dispara, también el que aplaude, el que calla. Es repulsivo ver el baile, el festejo de Milei por la masacre. La vesania de este sujeto no tiene límites.
En Rafah, ciudad que hasta hace unas semanas tenía menos de 300 mil habitantes, se refugiaron 2 millones 300 mil personas que ahora están siendo bombardeadas por Benjamín Netanyahu (apodado Satanyahu). El exlíder laborista Jeremy Corbyn dice que el plan de Israel para vaciar Rafah no es una evacuación, sino más bien una limpieza étnica y que el gobierno británico es cómplice al permitir que Israel actúe con impunidad.
Para continuar con el genocidio, el senador estadunidense Bernie Sanders denunció que «el Congreso [de Estados Unidos] se está preparando para proporcionar otros 14 mil millones de dólares en ayuda militar al gobierno de derecha de Netanyahu, lo que le permitirá comprar más bombas para colonizar Gaza y matar a miles de personas inocentes más».
Son desgarradoras las imágenes de la masacre de Rafah con niños colgando con sus extremidades amputadas o de bebés que apenas gatean gritando con su último aliento; de padres que levantan las cabezas de sus pequeños hijos casi irreconocibles; de personas que llevan en bolsas de plástico pedazos de cuerpos de sus seres queridos; de cientos de cadáveres apilados como en un matadero. Según Omar Suleimán, «el hecho de que sus historias serán borradas de los principales medios de comunicación mientras que los videos se suprimen en las redes sociales dice todo lo que se necesita saber. Cualquier apariencia de derecho internacional o norma para la humanidad está muerta. La vida palestina bajo la ocupación nunca antes les importó, por lo que nuestras muertes bajo el genocidio no les importa ahora. No vuelvan a darnos sermones sobre moralidad. Sus corazones están muertos».
Cada vez que construimos un barrio, lo destruyen.
Cada vez que construimos una casa, la destruyen.
Cada vez que tenemos un hijo, lo matan.
¿Qué podemos hacer?
Mataron la esperanza y el amor en nuestros corazones.
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