Autor: Carlos López
Otto-Raúl González (Guatemala, 1 de enero, 1921), poeta, narrador, ensayista, editor, ha publicado más de sesenta libros de poesía, novela, cuento, ensayo. Además, es articulista en periódicos y revistas. Fue fundador y director de la revista Acento y coordinador de la revista Coatlicue. Hizo sus estudios de primaria en la Escuela Nacional Serapio Cruz; los de secundaria, en el Instituto Central de Varones y los universitarios, en la Facultad de Derecho en la Usac. En la UNAM estudió letras y se graduó de abogado. Miembro del Grupo Saker-ti. Durante la década 1944-1954 participó en los gobiernos de Juan José Arévalo y de Jacobo Árbenz Guzmán. Fue agregado cultural y cónsul de Guatemala en México. Regresó a Guatemala a ocupar el puesto de subjefe del Departamento Agrario y, después, el de presidente del Comité Departamental de la Paz. Derrocado el gobierno de Árbenz, se exilia en Ecuador y luego en México. En este país colaboró en los suplementos culturales de Ovaciones, Excelsior, El Nacional, El Día y El Financiero. Publicó reseñas, artículos, poemas, palíndromos, relatos y traducciones en los suplementos culturales Revista Mexicana de Cultura, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, El Búho, en las revistas Suma Bibliográfica, Plural, Tribuna Israelita, Casa de las Américas, y coordinó talleres literarios del INBA y del ISSSTE. Obtuvo más de 30 premios por su obra, entre los que destacan: el primer lugar en el Premio Centroamericano de Poesía (Guatemala, 1943, 1947 y 1949), el Premio Olímpico de Poesía convocado por la Editorial Finisterre (México, 1968), el Quetzal de Oro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, en 1973, por el libro Poesía fundamental, el Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines, por El conejo de las orejas en reposo (México, 1990), el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1990), el Premio Sahuayo de Poesía (México, 1991), el Rey Poeta Nezahualcóyotl (México, 2003) y la Orden del Quetzal en Grado de Gran Cruz (Guatemala, 2004). Fue jurado en poesía del premio Casa de las Américas 1976 y en gran número de certámenes literarios en México. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, checo, ruso y chino y ha sido publicada en diversas antologías de América Latina, Estados Unidos, España, Francia, Alemania, Suecia, Italia, Checoslovaquia, Polonia y China. Vive exiliado en México desde 1954. El Certamen de Juegos Florales Centroamericanos, México y el Caribe 1993 de Quetzaltenango llevó su nombre. Fue corresponsal del Centro de Estudios Poéticos de Bruselas, Bélgica.
Obra publicada: LIBROS DE POESÍA: Voz y voto del geranio, Ediciones Acento, Guatemala, 1943; Ediciones Cuadernos del Taller San Lucas, Nicaragua, 1944; Organización Editorial Novaro, México, 1968 A fuego lento, Editorial Espiga, México, 1946 Sombras era, Ediciones El Cristal Fugitivo, México, 1948 || Viento claro. Poemas de un viaje al amanecer del mundo, Ediciones Saker-ti, Guatemala, 1953 Canciones de los bosques de Guatemala, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1955 Hombre en la luna, Ediciones Finisterre, México, 1960 (Ecuador 000) Para quienes gustan oír caer la lluvia en el tejado, Ediciones Finisterre, México, 1962 Cuchillo de caza, Ediciones Finisterre, México, 1964 (Ecuador 000) Diez colores nuevos, Olín, México, 1967; Federación Editorial Mexicana, México, 1973, 1980, 1990; edición trilingüe (inglés, francés, castellano), Editorial Praxis, México, 1993 (col. Dánae, 4) Oratorio del maíz, Ediciones Finisterre, México, 1970 La siesta del gorila y otros poemas, Editorial Universitaria Centroamericana, Costa Rica, 1972 Poesía fundamental (1973, 1996) Poema concreto, Honduras, 1973 Cantata para mi esposa (consagración del hogar), Publicaciones Selectas del Café Literario, Guatemala, 1973 Corridos en busca de guitarra, Colección de Poesía Pentágora, México, 1975 Cementerio clandestino (1975) Antología mínima, Ediciones Populares de la Municipalidad de Guatemala, Guatemala, 1976 Tun y chirimía, Casa de la Cultura Ecuatoriana/Núcleo del Guayas, Guayaquil, Ecuador, 1978 Danzas para Coatlicue, Editorial Oasis, México, 1983 (Los Libros del Fakir) El hombre de las lámparas celestes, Ediciones del Gobierno del Estado de Baja California Sur, La Paz, 1980 Sonetos mexicas, Casa de la Cultura de Juchitán/Casa de la Cultura de Oaxaca, 1988 Agua encantada, Ediciones La Jaula de Oro, Ciudad Victoria, Tamaulipas, 1988 El venado y los pájaros, CNCA, México, 1988 Diamante negro, Sopa de Letras, México, 1990 El conejo de las orejas en reposo, Instituto Chiapaneco de Cultura, Tuxtla Gutiérrez, 1990 El templo de los jaguares, Instituto Mexiquense de Cultura, Toluca, Estado de México, 1990 Luna mutilada, Editorial Praxis, México, 1991, (El Cristal Fugitivo, 7) Versos droláticos, Editorial Praxis, México, 1993 (Nautilus/Cuadernos de Poesía, 1) El venado y los pájaros (1995) Concentración de luciérnagas, Instituto Mexiquense de Cultura, Estado de México, 1996 Concierto para metralleta, Editorial Praxis, México, 1997 Colibrí y conejo. 50 años de poesía, fce, México, 1998 (col. Tezontle) Conjuros para jardines, San Juan del Río, Querétaro, 1998 Versos del tapanco, Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, 1999 Los hermosos animales, Ediciones Papeles Privados, México, 1999 Coctel de frutas, Casa de Cultura de Tabasco/Ediciones Descritura, México, 2000; 2ª ed., Guatemala, 2001 Oír con los ojos, Usac, Guatemala, 2002 || LIBROS DE CUENTO: Cuentos infantiles con personajes de Walt Disney (1966) Cuentos de psiquiatras (1973) De brujos y chamanes, Usac, Guatemala, 1980 El mercader de torturas, Editorial Stylo, México, 1986 Gente educada (1998) Sea breve, Ediciones del Ermitaño, México, 1999 (Mínima Animalia); 2ª ed., Editorial Praxis, México, 2004 || NOVELAS: Diario de Leona Vicario, Subdirección de Acción Cultural del ISSSTE, México, 1981 El magnicida o licor de exilio, Fundación Guatemalteca para las Letras/Editorial Artemis Edinter, Guatemala, 1989 Kaibil, UAM, México, 1998 El divino rostro, Conaculta, México,1999 || LIBROS DE ENSAYO: Bases para una reforma agraria en Guatemala, tesis, México, 1951 Panorama de la literatura guatemalteca, Municipio de Nueva Lisboa, Angola, 1959 Diccionario apócrifo de lenguas orientales (1972) Libro de refranes, Ediciones del ISSSTE, México, 1982 Palindromagia, Editorial Presencia Latinoamericana, México, 1983, 96 p. El secretario de las secretarias, Federación Editorial Mexicana-Federación Mexicana de Escritores, México, 1985 Personajes del siglo XX, Editorial Lasser, 1986 Caminos de ayer. Memoria y antología de la generación del cuarenta de Guatemala, Editorial Cultura, Guatemala, 1990 (col. Obra Varia) Desarrollo del haiku en América Latina (1995) Eclosión del modernismo en Centroamérica (1997), Miguel Ángel Asturias, El Gran Lengua, la voz más clara de Guatemala, Editorial Praxis, México, 1999; Ministerio de Cultura, Guatemala, 1999 Arte y técnica del soneto, Instituto Cultural de Aguascalientes, México, 2001 Galería de gobernadores del soneto, Instituto Mexiquense de Cultura, México, 2002 || ANTOLOGÍAS: Poesía de Guatemala, Ministerio de Educación, Guatemala, 1948, p. 101-105 «Panorama de la literatura guatemalteca», en Panorama das Literaturas das Américas (de 1990 á actualidade), vol. 3, Municipio de Nueva Lisboa, Angola, 1959, p. 1017-1072 || HEMEROGRAFÍA: Poesía: «Voz y voto del geranio», El Nacional, México, 4 dic., 1943; Papel de Estraza, núm. 50, México, may., 1980, p. 71-77; «Dos bocetos para dos estatuas», en Revista de Guatemala, ii, 1945, p. 88 «La noche es larga compañera», en Letras de México, 128, año 10, vol. v, México, 15 oct., 1946, p. 339 «La loa al 1o. de mayo», en Tribuna Popular, Guatemala, 1954 «Cantata y fuga para Simón Bolívar», en Ideas, Arte y Letras, núm. 50-51, vol. 13, Lima, Perú, ene.-jun., 1962, p. 3 «Destino», en El Imparcial, Guatemala, 1 feb, 1962 «Responso por un poeta» en El Imparcial, Guatemala, 30 may., 1962 «Oraciones y conjuros para uso de guerrilleros (en memoria de Ernesto Che Guevara)», en Cuadernos Americanos, 2, año 27, México, mar.-abr., 1968, p. 89-95 «Cuatro conciertos latinoamericanos», en Cuadernos Americanos, 6, vol. 167, México, nov.-dic., 1969, p. 151-173 «Colore di gioia», en Qualesocietá, 3, año 1, Roma, sep.-dic., 1972 «Ha muerto Charrisco Zachrisson», en El Imparcial, Guatemala, 12 abr., 1972 «Fanfarria para un recién nacido», en El Imparcial, Guatemala, 28 abr., 1973 «Los huesos olvidados», en Casa de las Américas, 85, año xiv, jul.-ago., 1974, p. 110-113 «Poemas», en Revista Mexicana de Cultura, México, 28 jul., 1974, p. 8 «In memoriam, Víctor Manuel Gutiérrez», en Revista Mexicana de Cultura, México, 27 jul, 1975, p. 4 «Muerte de un poeta (brevísima antología de la poesía centroamericana)», en Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México, 10, vol. 29, jun., 1975 «Tenebrario para José Toha», en Revista Mexicana de Cultura, 5 oct., 1975, p. 8 «Cementerio clandestino», en Cuadernos Americanos, núm. 3, vol. 200, México, may.-jun., 1975, p. 157-174; Alero, 3a. época, 1976«Suite Habanera», en Casa de las Américas, 96, año xvi, may.-jun., 1976, p. 101-106 || «Como quien lanza una granada de mano», en Revista Mexicana de Cultura, México, 11 abr., 1976, p. 8 «Terremoto», en Alero, 24, 3a. época, may.-jun., 1977, p. 68-70 «Las ocho de la noche», en La Hora Dominical, Guatemala, 10 sep., 1978 «Duermevela de Tecún Umán», en Alero, 4, 4a. época, nov.-dic., 1979, p. 77-81 «El aguacate y Huauzontle», en Repertorio Latinoamericano, 43, vol. 6, jul.-sep., 1980, p. 37-40 «Alaíde», en revista Casa de las Américas, 131, año xxii, La Habana, mar.-abr., 1982, p. 71-75 «Un ramo de manubrios», El Gallo Ilustrado, México, 14 may, 1978, p. 20 «El reposo de Alí», en Hojas de Cultura, México, 30 ene., 1987 «Ten New Colors», trad. de John Oliver Simon, en American Poetry Review, 1, vol. 16, EU, ene.-feb., 1987 «Esta noche una mujer me espera», en Plural, 212, 2a. época, México, may., 1989, p. 20-22 «Poemas y artículos diversos», en Sopa de Letras, México, oct., 1987-nov., 1989 «Acompáñame a Panzós» y «Agua verde», en A Duras Páginas, núm. 8, nueva época, vol. 1, año 2, Fondo para la Educación y la Cultura del Estado de Quintana Roo, México, sep.-dic., 1991, p. 15 y 49 «Nueve poemas», Cómicos de la Lengua, INBA-CNCA «Música para los funerales de mi madre», en Perraje, 1, ene.-may., Guatemala, 1990, p. 125-128 (col. Rial Academia) «El florilegio oculto», en Perraje, 2, Guatemala, jun., 1990-jun., 1991, p. 97-102 (col. Rial Academia) «Poemas escritos en la pulida piel de una manzana», en Plural, 241, 2a. época, México, oct., 1991, p. 49-51 «Remate» y «Rostro nacional», en A Duras Páginas, 3, nueva época, vol. 1, año 2, Fondo para la Educación y la Cultura del Estado de Quintana Roo, México, ene.-feb., 1992, p. 7 y 49. Ensayo: «Romance de la luna, de García Lorca», en El Imparcial, Guatemala, 22 ene., 1940, p. 3 «Obras completas de Ramón López Velarde», en Revista de Guatemala, 2, Guatemala, 1945, p. 179 «El lecho de Procusto de César Brañas», en Revista de Guatemala, 4, Guatemala, 1946, p. 148 «Rumbo del arte», en Revista de Guatemala, 4, 1a. época, vol. 8, año 2, abr.-jun., 1947, p. 67-68 «Miguel Ángel Asturias, El señor presidente», en Revista de Guatemala, 3, 1a. época, año 2, vol. 7, oct.-dic., 1947, p. 157-159 «Concepto de nación», en Revista de Guatemala, 1, 1a. época, año 3, vol. 9, jul.-ago., 1948, p. 115-127 «Poetas de Guatemala», en Revista de la Biblioteca Nacional, vol. 2, 4a. época, El Salvador, may.-ago., 1950, p. 19-25 «Panorama literario de Guatemala», en Diario de Centro América, 28 nov., 1950 «Murió en París y de allá viene», en Tribuna Popular, Guatemala, 24 dic., 1951 «Dos cartas», en Saker-Ti, núm. 4, 2a. época, Guatemala, ene., 1954, p. 5 «Variaciones sobre la crítica», en Presencia, 1, Guatemala, 1958 «Miguel Ángel Asturias viene de Xibalbá», en Revista de Guatemala, 2, 3a. época, año 2, vol. 18, ene.-dic., 1960, p. 85-86 «Color de la alegría», en Guatemala Comercial, Guatemala, 1966 «Homenaje a Rosario Sansores y su poesía», Alejandro Finisterre, México, 1966 «Guatemaltecos en el exterior «, en El Nacional, México, 5 oct., 1968 «Rencuentro con la poesía de José Cumes», en El Imparcial, 26 dic., 1970 «Diálogo cerrado. Con la poesía en México no pasa nada», en El Imparcial, 30 dic., 1972 «Angel María de Lera. Suite 505», en El Imparcial, 8 ago., 1973 «Borges y su poesía», en El Imparcial, 18 may., 1973 «Cuando desapareció Miguel Ángel Asturias», en Alero, 15, 2a. época, ene., 1973 «El disco que en vez de tocar hipnotiza», en El Imparcial, 3 feb., 1973 «Las señales de Margarita Paz Paredes», en El Imparcial, 19 may., 1973 «Pedro a secas y la canción registrada», en El Imparcial, 8 jun., 1973 «Una nueva interpretación de Medardo Ángel Silva», en Revista Mexicana de Cultura, 5 ago., 1973, p. 3 «Aproximación a la poesía», en Xalapa, núm. 219-222, nov., 1973, p. 3; La Hora, Guatemala, 14 oct., 1978 «Recuerdo de Diego Rivera», en El Imparcial, 7 dic, 1973 «Rumbo a Alfonso Reyes (30 años después)», en El Imparcial, 21 feb., 1974 «Alfonso Reyes», en El Nacional, México, 27 feb., 1974 «Conversación en la terraza con José León Sánchez», en El Imparcial, 6 jul., 1974 «Diversidad y propósito del cómic», en Revista Mexicana de Cultura, 21 abr., 1974, p. 3 «Espejismo de la reforma agraria. Un capítulo de la novela La última amante», en Alero, 8, 3a. época, sep.-oct., 1974, p. 18-25 «Miguel Ángel Asturias, El Gran Lengua», en Cuadernos Americanos, 5, vol. 196, sep.-oct., 1974, p. 91-103 «Prólogo a Miguel Ángel Asturias: mi mejor obra. Autoantología», Editorial Novaro, México, 1974 «Hago mías estas palabras: Frente a la madre que tortura al hijo, luego existo», en El Día, México, 20 oct., 1975 «Con Pedro Mir en la Isla de Pinos», en Revista Mexicana de Cultura, 4 abr., 1976, p. 4 «Salarrué, clásico centroamericano», en El Imparcial, 3 ene., 1976 «Fiesta de quince años», en El Gallo Ilustrado, 1 feb., 1976 «Dos docenas de poetisas», en El Imparcial, 3 abr., 1976 «Cómo hacerse poeta en un taller», en El Día, 27 abr., 1976 «Un escritor fiel a su pueblo (Andrés Henestrosa)», en Revista Mexicana de Cultura, 23 may., 1976, p. 6 «Luis Alfredo Arango, un gran poeta en la triste Guatemala actual», en El Imparcial, 11 sep., 1976 «Guatemala, las líneas de su mano: El retrato de un país», en Alero, 20, 3a. época, sep.-oct., 1976, p. 107 «Carta al joven maestro Ernesto Cabrera», en El Imparcial, 21 dic., 1977 «Efraín Huerta y Octavio Paz», en La Hora Dominical, 26 ene., 1978 «El libro póstumo de Juan Rejano», en El Imparcial, 29 oct., 1978 «El día en que Arqueles Vela volvió a la tierra», en El Imparcial, 28 oct., 1978 «José Luis Villatoro, primer premio de poesía de Guatemala», en El Imparcial, 28 oct, 1978 «Informe sobre el II Encuentro Iberoamericano de Escritores de Guayaquil», en La Hora Dominical, 2 abr., 1978 «Manuel González Ramírez y su obra máxima», en El Imparcial, 12 nov., 1978 «Jorge Boccanera, Premio Nacional de Poesía Joven 1977», en La Hora Dominical, 15 oct., 1978 «Los viajes de Fedro Guillén», en La Hora Dominical, 26 mar., 1978 «Vicente Alexandre. Premio Nobel», en La Hora Dominical, 16 abr., 1978 «Poeta secuestrado», en La Hora Dominical, 23 abr., 1978 «Sabines y Montes de Oca, vertidos al francés», en La Hora Dominical, 7 may., 1978 «Surge un poeta nuevo: Roberto Vallarino», en La Hora Dominical, 7 may., 1978 «Poesía contemporánea de Guatemala», en La Hora Dominical, 16 may., 1978 «Tres poetisas mexicanas de hoy», en Excelsior, México, 19 jun., 1978 «Poesía contemporánea de Guatemala (I)», en La Hora Dominical, 23 jul., 1978 «Poesía contemporánea de Guatemala (II)», en La Hora Dominical, 30 jul., 1978 «Poesía estadunidense contemporánea. Entrevista con Thomas Brook», en La Hora Dominical, 27 ago., 1978 «Poetas latinoamericanos en México», en La Hora Dominical, 3 sep., 1978 «Poesía. Premio Casa de las Américas», en La Hora Dominical, 10 sep., 1978 «Poetas guatemaltecos contemporáneos en ediciones populares», en La Hora Dominical, 16 oct., 1978 «Nuevo libro de Neruda», en La Hora Dominical, 17 oct., 1978 «Poesía contemporánea de Guatemala: los poetas de Nuevo Signo», en Cuadernos Americanos, núm. 6, vol. 221, nov.-dic., 1978, p. 51-59 «Motozintla», en Casa de las Américas, 114, año XIX, may.-jun., 1979, p. 88-91 «Muerte de un dramaturgo. Hasta pronto, Wilberto», en El Imparcial, 20 dic., 1979 «Cuatro décadas de poesía», en El Día, México, 3 feb., 1980 «Cuatro décadas de poesía», en El Nacional, México, 14 nov., 1980 «Futuro del sueño», en El Nacional, México, 14 nov., 1980 «El balcón del periquillo», en El Nacional, México, 1985 «El mercader de torturas», en Revista Mexicana de Cultura, núm. 164, t. iv, época IX, México, 20 abr., 1986, p. 2 «Los talleres de poesía», en Plural, 176, 2a. época, vol. 15, México, may., 1986, p. 48 «Romero y albahaca», en Revista de la Universidad de San Carlos, 7, Usac, Guatemala, sep., 1989, p. 64-75 «Sumidero», en El Financiero, 1991-1993 TRADUCCIONES: Jerry Sohl, El agujero en el algodón de azúcar (The spun sugar hole), Extemporáneos, México, 1971 (col. 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Otto-Raúl González nos devuelve la poesía auténtica, aquella que ha sido relegada y hasta olvidada en un mundo de grosera e inhumana violencia.
Margarita Carrera
La constante en la obra de Otto-Raúl González es tomar y retomar viejos hechos con sangre nueva, ese reinventar lo maravilloso, ese dejarse caer en la simplicidad de las grandes historias, porque las grandes historias son hechos sencillos y Otto-Raúl lo sabe, lo intuye, lo pone en forma de poesía y entrega sus reglas de juego al hombre en el mundo.
Thelma Nava
Dos espectros como centinelas fantasmas acompañan la poesía de Otto-Raúl: el exilio y la caída de la democracia de su natal Guatemala; pero un símbolo lo ilumina y ése es el geranio, que está en el aire, en la tierra, en la luz y en el agua, como debería estar la libertad.
Elsa Cano
El poeta guatemalteco pone de manifiesto los sones primordiales de su poesía: la forma sencilla, que da hondura plena al verso; la imagen natural que, sin rebuscamientos ni artificios, brota no de la palabra misma sino del sentimiento que encierra, de la idea vigorosa y, en suma, de los hechos más hondos que la conforman y le dan vida.
Óscar Edmundo Palma
De inigualable ternura para expresar en su lenguaje exacto las cosas de la vida desde las más pequeñas hasta las más grandes, desde las más raras hasta las más corrientes. La técnica de su expresión es clara y sencilla como un asombro. No busca complicaciones poéticas, no es estridente ni escandaloso. Parece uno de esos ríos que bajan meditando hacia el océano.
Rafael Sosa
Resuena en la poesía de Otto-Raúl González una voz poética viril y desgarrada, poderosa y tierna, que asimila y gobierna con rigor idiomático un mundo poético en gestación, personal y colectivo, que ya deviene en esferas de legitimidad estética, en órbitas de anticipación y fundaciones.
Raúl Cáceres Carenzo
La poesía de Otto-Raúl González es combativa y comprometida en su mayor parte. Y por eso es poesía fundamental: va a lo esencial, a la médula del fenómeno poético.
Miguel Donoso Pareja
Buena parte de la poesía de Otto-Raúl González pareciera haber sido escrita para la felicidad de sus lectores. La vida es dura y el hombre común, agobiado por sus problemas, no tiene tiempo para alzar los ojos y descubrir las estrellas. El poeta toma la oscura y grasienta realidad, le inyecta su luz y resucita su antiguo esplendor. Tal es la magia de la metáfora por la que experimentamos el asombro y volvemos a ser niños.
Carmen de la Fuente
En sus versos se escuchan las cuatrocientas voces del zenzontle y los cuatrocientos cauces del río; se aspira el polen de los alcatraces, el perfume de las frutas; se toca el tejido del cempasúchil y la vista queda al final embriagada con el rojo de los flamboyanes.
Beatriz Pagés Rebollar
Dotó a la expresión poética de su región de ritmos esenciales, borrando de ella añejas utilerías de cartón y piedra. González y el color, González y el hombre de la tierra, González y el exilio, González y la mujer, González y la madre, González y el deseo son los temas esenciales de su extensa y sostenida obra a lo largo de medio siglo, convirtiéndolo en minero de peculiares yacimientos poéticos, aún inagotables: temas que fueron y serán convocados desde siempre y hasta siempre por los poetas del mundo.
Eduardo García Aguilar
Otto-Raúl González en disco, compacto
Carlos López
Nunca pensé que me tocaría presentar un libro que no conozco. Y hasta hoy, 6 de septiembre de 2005, no me será dado hacerlo, pues lo que se me encargó hoy es hablar sobre un disco compacto que nunca tuve en mis manos quién sabe por qué designios. Así que, con perdón de la honorable concurrencia, defenderé mi honra de presentador de libros, que mi trabajo me ha costado y los ataques —entre otros, los de tener la osadía de estar anunciado para el mismo día, a la misma hora, dos veces, y hasta tres, en horario distinto y aun empalmado— que he recibido por esta circunstancia deben merecerse. Antes, debo decir que no tendría perdón de Dios ni de nadie si viniera a ocupar un lugar en esta mesa —tan pesada por quienes la integran— desprotegido, y me dedicara a improvisar; no; traigo mi escrito —como se puede constatar— y alguna protección pedida al cielo para salir de tan raro trance, y el convencimiento de que ante la falta de evidencia —o sea, la ausencia (qué cacofonía, Señor) de la materia conocida en el posmodernismo como compact disc— según los juristas, es dable absolver al culpable (de no haber visto el c.d. antes de venir a sentarse frente a un auditorio). También confieso que pedí ayuda a Remedios, la bella, tan ducha en estos asuntos de desaparecer sin dejar de estar presente en todo, y a san Antonio, para que me beneficien con su gracia y pueda encontrar la prueba concreta de la existencia de este poeta —hoy, en un cidí—. Espero, al final del acto de presentación, poder ver, aunque sea de lejos, el objeto que provoca estos desvaríos extraviados en excusas.
Decidí asistir a la presentación de esta noche no sólo por la amistad con que me honra el compatriota (lo digo sin dolo, él es mi paisano) Otto-Raúl González desde hace más de quince años, sino porque los compromisos de cantina son de honor (hay quienes afirman que más que eso, son definitorios de género) y tomando unas bebidas ardientes estábamos (no en la cantina, pero sí en el taller, que para el caso casi es lo mismo) cuando el mago brujito que siempre trae a cuestas el poeta le avisó que era muy probable que me tocara entrar de emergente en la presentación de su más reciente criatura. Y quedé avisado que para el uno de septiembre debería apartar la noche, pues habría presentación con vino en honor. No fue ese día, y ojalá que el vino en honor (iba a decir «se haya añejado», pero el vino no se añeja en botellas que no son de madera) se haga presente cinco días después de lo anunciado y nos sirva para remojar el fausto acontecimiento de ver publicada una antología auditiva de textos del último de los poetas de una camada irrepetible en la historia literaria de Guatemala.
Pero, sobre todo, vine porque soy lector de su poesía desde hace unos veinte años. Ésta es la razón por la cual, supongo, me toca estar hoy aquí. Como no sólo he leído sus libros sino que muchas veces disfruto de su lectura en voz alta, puedo decir desde mi privilegio de lector y de oídor que, de manera invariable, me sorprende su capacidad de composición. Otto-Raúl siempre tiene uno o más títulos listos para la estampa; cada vez que uno lo visita en su casa le regala la lectura de sus trabajos más recientes. Por eso cuando Modesto López, director de Ediciones Pentagrama —a quien conocí, por cierto, antes que a Otto-Raúl—, me dijo que pensaba publicar un c.d. con poesía leída por el autor de Diez colores nuevos se me hizo natural y hasta necesario que se hiciera el registro de su voz.
Desconozco cuál fue la primera manifestación grabada del ser humano, pero supongo que cuando el hombre decidió pintar en los muros de las cuevas de Altamira quiso comunicarse con otros seres que no conocía, que sólo intuía. Esa leve esperanza de dejar una huella para que otro la viera sólo con el fin de encontrarse en otro tiempo es una prueba más de que la esencia del ser humano es religiosa —en el sentido originario, claro, de reunir, religar—, inmemorial.
Hasta donde sabemos, la escritura más antigua de la humanidad es la que se encontró sobre el caparazón de una tortuga con 8,600 años de antigüedad en la provincia china de Henan. Mahoma escribió el Corán sobre omóplatos de carnero. En China fabrican «libros remolino», llamados así porque, al abrirlos, sus hojas se convierten en un abanico, y «libros mariposa», que al desplegarse semejan alas de mariposas. En Esparta, en el siglo v a.C., se metía una cinta de pergamino dentro de un bastón; el Escitalo se leía de manera horizontal. Los indios solían escribir sobre la superficie de palmeras. El ladrillo babilónico de arcilla era utilizado como superficie de escritura, así como las vasijas. Los mayas utilizaron estelas de piedra.
Pedro Mártir nos cuenta el siguiente pasaje que ilustra la hechura de libros mayas: «Los caracteres que usan son muy diferentes de los nuestros y consisten en dados, ganchos, lazos, limas y otros objetos dispuestos en línea como entre nosotros y casi semejantes a la escritura egipcia. Entre las líneas dibujan figuras de hombres y animales, sobre todo de reyes y magnates, por lo que es de creer que en esos escritos se contienen las gestas de los antepasados de cada rey, y a la manera que los impresores actuales suelen muchas veces, para estímulo de compradores, intercalar en las historias generales, e incluso en los libros de entretenimiento, láminas representativas de los protagonistas. … También, disponen con mucho arte las tapas de madera. Sus libros, cuando están cerrados, son como los nuestros, y contienen, según se cree, sus leyes, el orden de sus sacrificios y ceremonias, sus cuentas, anotaciones astronómicas y los modos y tiempos para sembrar».
Desconozco de qué está hecho un c.d., pero me asombra la cantidad de libros que puede contener un circulito de ésos. Voz, música, imágenes, letras, todo lo atrapa y todo lo devuelve de manera mágica el platillo. El arrobamiento que causa y su proteica capacidad multimedia nos devuelve a algunos a pensar en la era de las cavernas, si es que alguna vez salimos de ahí. De asombro en asombro, uno se queda a la orilla de la otra orilla casi como fue echado al mundo. Aquí abro un paréntesis que, espero, no resulte digresión. (Quizá resulte extraño que un adorador de los libros impresos, que los imprime desde hace casi 25, cometa la herejía de manifestar, sin recato ni pudor, su admiración por los libros virtuales —y éste del que hablo es dos veces virtual, inexistente para mí—, pero para nada me contradigo (aunque la contradicción literaria es una aspiración que quisiera merecer, si algún día soy literato): sólo digo que me maravilla cualquier forma (concha de tortuga, piel humana —pensemos por el momento en Peter Greenaway y su afamada cinta The Pillow Book—) o de cualquier especie, vasijas, vidrio o acetato, si así se puede llamar a un c.d.— de multiplicar la poesía. Porque es muy cierto lo que dice José Saramago: «Se puede llorar encima de la pasta de un libro, pero no sobre el disco duro de una computadora»).
El poeta es su bibliografía. Su vida son sus libros. La obra biográfica pasa a un segundo plano cuando no se olvida. Leer un poema de cualquier autor sin saber siquiera su nacionalidad es encontrarse con la voz milenaria de la poesía, tocar las cuerdas de la misma lira en un tiempo, en un espacio que no adquieren forma ni medida. Al final, lo que siempre queda es la palabra poética, no la que nos ayudó a sobrevivir sino la que nos hizo vivir, por la cual existimos. La poesía, manifestación sagrada del espíritu, nombra al mundo desde la partícula más nimia hasta la más grande. El lenguaje del hombre es poesía. Ésta es la comunicación primigenia y fundadora del universo.
Quienes dedican sus desvelos, afanes, trabajo y procuran la palabra como medio de expresar su arte desde los inicios de su vocación, como es el caso de Otto-Raúl González (que lo dejó manifiesto en Voz y voto del geranio, desde 1943), con el paso de los años confirman que, como la infancia, el primer libro es destino. La preocupación por el contexto de los hombres, el asombro por las cosas pequeñas, la capacidad de inventar policromías, la palabra encendida en la cresta del mundo, todo, con la visión del poeta para explicarse el ser y el estar, son abrevaderos, manantiales sonoros en los que podemos recrear la imaginación, la conciencia. Los libros que el poeta ha entregado al mundo, los mundos que ha agregado al universo reinventan, fortalecen el espíritu.
Celebro, pues, un disco que no he visto, aunque sí conozco la poesía que contiene —con perdón, por la falta de modestia—, y a cuyo autor revisito cada vez que puedo y a quien hay que celebrar, además, porque está en plena etapa productiva, es decir, está compacto, ahora, en un disco.
La prosa incisiva y la vocación crítica del poeta Otto-Raúl González, puesta de manifiesto en esta reunión de textos, comprueba la lucidez de su autor y el espíritu lúdico que lo acompaña desde Diez colores nuevos, pequeño gran libro que se convirtió en un clásico de las letras guatemaltecas. Ser breve en estos tiempos es una proeza, pues lo que sobra es verborrea, discurso hueco. La invitación que desde el título del libro nos hace el autor es, a la vez, una orden, una imprecación preceptiva, un homenaje a los fundadores del cuento corto, de gran tradición en Mesoamérica. Alejado de la retórica plana, didáctica, moralista, ñoña, el volumen que ahora presenta uno de los palindromistas más prolíficos del continente cierra un ciclo en la vida del único sobreviviente de una generación que marcó a las letras guatemaltecas.
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