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“Los demonios salvajes”

Edgar Celada

Es casi un lugar común decir que, en Guatemala, la realidad supera a la ficción literaria. Aserto que pareciera confirmarse por los hechos del lunes último en la granja penal Pavón, donde murieron 13 personas en medio de algo que, al redactar estas líneas, seguía sin quedar claro si fue un atentado dirigido, o un típico motín carcelario montado para encubrir la acción que tenía un blanco evidente y claro: el capitán retirado Byron Lima Oliva.

A la luz de lo ocurrido en esa paradójicamente llamada “granja de rehabilitación”, y siguiendo en la línea de columnas anteriores dedicadas a los libros y Filgua 2016, es del caso trasgredir el lugar común dejando constancia que, en Guatemala, la realidad nutre abundantemente a la ficción literaria, pero esta, a su vez, muestra una sorprendente capacidad de anticipación, como se ilustrará en párrafos adelante.

En 1978, Mario Roberto Morales (MRM) publicó una de sus primeras novelas: Los demonios salvajes (hay una tercera edición de Editorial Práxis, México, 2015, que muy probablemente puede encontrarse en Filgua). El título de la novela (el cual tomo en préstamo) podría parecer apropiado para caracterizar a los personajes involucrados en los hechos sangrientos del lunes en Pavón.

Pero cabe advertir al lector que los jóvenes desbocados descritos en aquella ficción de MRM resultan, hoy, casi candidatos a un seminario religioso, en comparación con esos verdaderos demonios salvajes protagonistas del relato periodístico de estos días.

Sin ánimo reduccionista, tal vez pueda decirse que las temerarias diabluras de los jóvenes clasemedieros que pueblan aquella “novela juvenilista” (MRM dixit), reflejan el momento histórico en que Guatemala iniciaba su descenso hacia el Xibalbá de hoy. Un poco antes, desde un entorno sociopolítico cercano pero distinto, Marco Antonio Flores también anticipó ese descenso inicial en Los compañeros (Editorial Joaquín Mortiz, México, 1976; hay una edición más reciente de F&G Editores, Guatemala, 2006).

Ni Flores ni Morales podían imaginar, en la década de los 70, la profundidad del siguán donde radica el Xibalbá guatemalteco contemporáneo. Pero MRM logra una sorprendente anticipación ficcionada de lo que el lunes se hizo realidad en Pavón.

En Jinetes en el cielo (Madrid-México, 2012: Vaso Roto Ediciones) relata la muerte del teniente Maldonado y su padre, el coronel Maldonado, en medio de un motín carcelario. Según la novela, lo que hubo fue una conspiración urdida desde altos poderes del Estado para acabar con dos piezas sueltas, incómodas y peligrosas para el régimen contrainsurgente, caracterizado -en la ficción y en la realidad- por la cultura de la arbitrariedad, la impunidad y la ilegalidad.

El teniente Maldonado de Jinetes en el cielo NO es, claramente, una trasposición literaria de Lima Oliva, pero hay sinnúmero de detalles en la narración que llevan a pensar en él. Ahora incluidas, las circunstancias de su muerte.

¡Cuánto quisiéramos una realidad menos parecida a la ficción literaria!

Pero cabe advertir al lector que los jóvenes desbocados descritos en aquella ficción de MRM resultan, hoy, casi candidatos a un seminario religioso, en comparación con esos verdaderos demonios salvajes protagonistas del relato periodístico de estos días.

Fuente: [http://www.s21.gt/2016/07/los-demonios-salvajes/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Edgar Celada Q.
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