Breve diatriba contra los responsables de la crisis capitalista planetaria y sus imitadores locales.
La revista New Scientist del 19 de octubre (Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada 23-10-11) dio a conocer las corporaciones integrantes de la oligarquía mundial que controla la economía y las finanzas planetarias, y que ha causado la actual crisis sistémica gracias a la desregulación de su actividad económica y financiera.
Se trata de mil 318 empresas, cada una ligada en promedio a otras 20 mediante propiedad accionaria, cuyo capital se concentra en sólo 147 firmas (el uno por ciento del total) que controlan el 40 por ciento de las acciones de la red. De estas 147, hay 50 fusionadas, de las cuales 24 son estadounidenses, ocho británicas, cinco francesas, cuatro japonesas, tres alemanas, dos holandesas, dos suizas, una italiana y la última es china.
La mayoría son bancos y otras entidades financieras, según el estudio, realizado en el 2007, un año antes de la crisis mundial, el cual también revela la interconexión de las 18 principales transnacionales financieras del grupo, algunas de las cuales quebraron en el 2008 para luego reestructurarse y ser rescatadas con dinero del Estado, dejando a las ciudadanías estafadas sin viviendas y sin empleo. Las 18 firmas que integraban la cúpula oligárquica global cuando estalló la crisis son: Prudential Financial, Morgan Stanley, Citigroup, Bank of America Corp., State Street Corp., Goldman Sachs, Bear Stearns, Lehman Brothers, T. Rowe Price, UBS AG, Deutsche Bank, Credit Swiss, Commerzbank, Franklin Resource, Barclays PLC, JP Morgan Chase & Co., Merryl Linch y Axa.
Es contra esta oligarquía financiera mundial que se articula la lucha del movimiento planetario de los “indignados y ocupas” desde El Cairo hasta Wall Street, pasando por Atenas, Madrid y Santiago de Chile, entre otras ciudades. No se trata de un “movimiento de vagos”, como aúlla la fanaticada neoliberal que no acepta que las medidas de su dogma llevan por fuerza al enriquecimiento oligárquico, no importa si en el plano nacional o en el global, pues la desregulación económica produce hiperconcentración de grandes capitales y mengua de los pequeños.
Aunque el neoliberalismo se proclama “libertario”, en la práctica promueve, mediante la desregulación de los mercados, el mayor enriquecimiento de las oligarquías y la ruina de las pequeñas burguesías y capas medias, pues se trata de una receta pergeñada por economistas a sueldo de las corporaciones transnacionales, como Mises, Hayek, su perro de presa Milton Friedman y la respectiva jauría de éste: los Chicago Boys. La prueba está en la actual crisis mundial.
Es por ello surreal que en países miserables como Guatemala, catervas de serviles clasemedieros wannabes machaquen a diario en los medios de comunicación oligárquicos que el neoliberalismo es la solución a la miseria causada por el modelo de explotación oligárquico, y apoyen candidaturas presidenciales para que al estilo de Pinochet impongan la paz de los sepulcros y asienten así el “libertarismo” neoliberal privatizador.
Tal como las guerras por el petróleo son causadas por las firmas de la oligarquía global y sus mercenarios, la violencia local es auspiciada por la oligarquía vernácula y sus grupos paralelos. Ponen así en práctica la doctrina friedmaniana del shock, que sirve para imponer políticas impopulares a pueblos aterrados. Si no, que lo digan Vielmann, Sperissen y Giammatei.
La lucha es contra las oligarquías y a favor de un capitalismo de más empresarios y más asalariados con un Estado fuerte, eficiente y probo. Como el de los Kirschner.
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