La militarización no es la solución
Manuel Villacorta
Es fundamental y concluyente considerar la indisoluble relación que existe entre los modelos económicos, políticos y sociales prevalecientes en los países integrantes del denominado Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador). Nuestro similar modelo económico en lo externo es excesivamente dependiente de la economía internacional (remesas, exportaciones y tipo de cambio). Mientras en lo interno, el referido modelo es tan implacable para definir a quienes tienen la fortuna de estar incluidos en su relativamente pequeño circuito operativo y esas inmensas mayorías que constituyen una especie de gran masa marginal.
En estrecha relación y como consecuencia, surgen los modelos políticos. Modelos que cada cuatro años recurren al rito electoral para legalizar la prosecución de los mismos politiqueros en el poder, impresionantemente hábiles y descomunalmente desvergonzados, llamados a preservar un status quo en donde todo pasa, pero al final no pasa nada. No menos importante es nuestro común modelo social, que caracteriza a esas enormes masas marginales, condenadas a la sobrevivencia como manifestación primaria, que en no pocas ocasiones puede dar paso al darwinismo social, con los dramáticos resultados por todos conocidos.
Una masa que en los tres países, experimenta implacablemente la pobreza, la enfermedad y la ausencia de educación. Una masa que crece exponencialmente, que promueve obligadas migraciones internas y externas, que genera extraordinarias presiones a través de las demandas populares potenciadas, frente a la continuidad de gobiernos ineptos, indiferentes y corruptos. Una masa que revelada en lo humano, representa millones de niños y niñas pobres, a millones de jóvenes cuyas expectativas de una vida mejor están truncadas por anticipado. Guatemala, Honduras y El Salvador, tres países tan trágicamente similares.
Ampliando esta visión e integrando la idéntica realidad que viven nuestros pueblos en ese peculiarmente denominado Triángulo norte, surgen implacables interrogantes: ¿Qué están haciendo los gobiernos de la región al respecto? ¿Existen planes nacionales de educación masiva? ¿Existen planes metodológicos de salud reproductiva? ¿Se están implementando programas para favorecer la microempresa a través de capacitación laboral y créditos populares? Nada de eso. Prevalece la visión represiva y restringida respecto a creer que la creación de cuerpos policíacos y militares, que vienen a presionar cada vez más a los escuálidos presupuestos públicos de estas atormentadas naciones, representan la solución inmediata. Paradójicamente, estas naciones cuentan con un ostentoso e inútil Parlamento Centroamericano, que hace muchos años debió ser clausurado y para siempre.
El desarrollo humano jamás podrá alcanzarse a través de una visión autoritaria y militar. Los ejércitos eficientes no están creados para ello. Si bien se hace necesario el actuar de las fuerzas de seguridad en áreas de violencia y conflictividad, no puede olvidarse que el desarrollo humano integral solo puede concretarse a través de la educación, la inversión social, la creación de infraestructura y la instauración de gobiernos eficientes y no corruptibles. Creer que las armas lo resuelven todo, es potenciar una crisis que desde ya augura gravísimas e insospechadas consecuencias para todos.
Prevalece la visión represiva y restringida respecto a creer que la creación de cuerpos policíacos y militares, que vienen a presionar cada vez más a los escuálidos presupuestos públicos de estas atormentadas naciones, representan la solución inmediata.
Fuente: [www.s21.gt]
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