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Guatemala, ¿fábrica de corruptos?

Manuel R. Villacorta O.
manuelvillacorta@yahoo.com

Fernando Gil, profesor de la Universidad de Salamanca, España, publicó un libro interesante en el cual analiza la deleznable conducta humana ligada al uso ilícito de los recursos ajenos. Lo tituló: La cultura de la corrupción. Expone el profesor Gil que la corrupción va desde ese pícaro acto social consuetudinario y culturalmente aceptado, hasta la conformación de verdaderas industrias del crimen organizado, en donde la violación de la ley y el apropiamiento ilegal de los fondos públicos es la constante. Insiste en que las sociedades tienden a relacionar generalmente la corrupción con la actividad política. Pero aclara que la corrupción es una red culturalmente alimentada, que también se produce en las empresas privadas, en las universidades, en las iglesias y en casi todo tipo de organizaciones sociales.

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La corrupción en Guatemala se asentó a partir de los años 60, inicialmente durante el gobierno del general Ydígoras Fuentes, quien con el argumento de propiciar facilidades para empresarios locales permitió la evasión fiscal, lo que sin duda, algunas granjerías le debió haber significado a los funcionarios de turno. La segunda fase en la cual la corrupción da un salto cuantitativo y cualitativo es durante el gobierno del general Romeo Lucas, sus faraónicas obras dejaron, como consta en los anales de nuestra historia, nuevos y potentados ricos. Lo demás es historia, la denominada transición democrática que se inicia en 1986 nos ha heredado administraciones que han venido exacerbando la corrupción, con cada gobierno la corrupción ha crecido hasta llegar a niveles verdaderamente espeluznantes. Pocos días lleva en el poder la actual administración y ya se poseen datos certeros de que varios nombramientos llevan implícito un compromiso de origen dudoso con allegados al actual mandatario. La presión de los medios de comunicación, las instancias legales correspondientes (MP, Cicig y el OJ) y los ciudadanos a través de las redes sociales, han elevado la voz de alarma.

Corrupción en la obra pública infraestructural, corrupción en el sistema de salud, corrupción en el sistema educativo, corrupción en el deporte, corrupción en los tribunales de justicia, corrupción en las aduanas y en las instituciones tributarias. Cada día salen a luz pública más individuos que en asociaciones ilícitas como perversas sanguijuelas extraen los escasos recursos públicos por vía ilegal para beneficio propio.

Las cárceles se están llenando exponencialmente, ya no se dan abasto. Por tanto, surge la pregunta ¿Es Guatemala realmente una fábrica de corruptos? El Estado y los fondos públicos hace mucho tiempo que dejaron de ser un mecanismo viable para la implementación de políticas públicas eficientes; por el contrario, la política se convirtió en el medio más deplorable para que los corruptos exprimieran las instituciones del Estado, a través de impresionantes redes delictivas. Sin una revolución moral, además de los castigos severos e implacables, esto no cambiará, los corruptos seguirán surgiendo exponencialmente como clavos de ataúd, dispuestos a sepultar nuestro anhelo de tener una patria mejor.

Fuente: Siglo 21 [http://www.s21.com.gt/or-jojma/2016/02/05/guatemala-fabrica-corruptos]

Manuel R. Villacorta O.