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Manuel Villacorta

Inicio este artículo —el último que escribo— agradeciendo a Prensa Libre el valioso espacio que me otorgó. Debo manifestar que se me concedió siempre plena libertad para expresar mis ideas y apreciaciones referentes a la realidad nacional. Jamás —ni una sola vez— se cuestionó alguno de mis artículos en un contexto de plena libertad de expresión. Ser columnista permite una relación integral con la sociedad. Muchos lectores se introducen en las columnas de prensa, guardando sus comentarios para sí mismos. Otros aprovechan el recurso que les permite opinar en forma directa en la parte inferior del artículo, apoyando o reprobando el contenido de cada columna.

También están aquellos que aprovechando la publicación del correo electrónico del columnista, remiten al mismo comentarios más elaborados y personalizados. Esa relación lector-columnista es dinámica y consuetudinaria. Pero lo más importante quizá sea la responsabilidad del columnista, por cuanto tener el privilegio de poseer un espacio permanente, se extiende a un hecho de gran incidencia: lo que se escribe informa y forma opinión.

Recuerdo un caso particular, mediante cientos de correos electrónicos que recibí. Un odontólogo de 74 años de edad, me expresó: “Doctor Villacorta, a mi edad sigo trabajando en mi clínica todos los días. Ya no tengo la misma energía que antes, pero no puedo dejar de trabajar. Tengo cuatro hijos profesionales, todos muy calificados, pero ninguno tiene empleo. Logran alcanzar algún ingreso cuando pueden, pero no cubren sus necesidades familiares. Por eso sigo trabajando, para ayudarlos. Guatemala está muy mal, jamás había estado como está. Nunca he participado en política, pero llegué a la conclusión que por no haberlo hecho, otros usurparon el espacio al cual como ciudadano tenía derecho. Y esos otros destruyeron nuestras instituciones y arruinaron nuestras vidas. A pesar de ser una persona mayor estoy decidido a participar en política, porque solo así podremos resolver nuestros problemas”. Le respondí de inmediato expresándole mi valoración hacia él. Desde entonces y en forma regular me escribe y le respondo. Pude comprobar mediante esta experiencia y otras similares, que la relación columnista-lector existe. Y que aun siendo subjetiva, implica una fuerza dinámica capaz de incidir en la acción humana.

Una nueva responsabilidad que asumo con plena consciencia de lo que implica, me obliga a decir adiós a todos mis lectores. A diferencia de ellos hacia mí, yo no pude conocer concretamente a todos. Pero supe que siempre estaban presentes, leyéndome, en acuerdo o desacuerdo con mis ideas y percepciones. Pero llegó el momento y dejo mi espacio, lo cual a su vez es conveniente, porque otro columnista vendrá y habrá de aprovecharlo. Nuevos rostros y nuevas ideas, para que los lectores de Prensa Libre, siempre posean el recurso de leer, evaluar, analizar y reflexionar. Este es un medio escrito que informa con la noticia, pero que también forma criterio mediante la publicación de variadas columnas, que en suma, representan diversidad de criterios, fuente de nuestra riqueza intelectual. Termino una etapa más, pero sé que Prensa Libre seguirá siendo la tierra fértil para que otros colegas columnistas prosigan con su labor, comprometidos con nuestra amada patria, mi admiración a cada uno de ellos.

Finalmente: hubiese querido conocer a cada uno de mis lectores, estrecharles las manos, verlos a los ojos y decirles: Gracias, muchas gracias por haber establecido relación con este común mortal, que se despide de todos ustedes con un ¡Hasta siempre amigos!

Fuente: [https://www.prensalibre.com/opinion/gracias-prensa-libre-gracias-queridos-lectores]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Manuel R. Villacorta O.