Ayúdanos a compartir

El golpe de dados jamás abolirá el azar

Gerardo Guinea Diez

En el lúcido y generoso libro, Octavio Paz, las palabras del árbol, Elena Poniatowska recrea una conversación con el poeta y su predilección por las ideas de Mallarmé, quien afirmaba que “un golpe de dados jamás abolirá el azar”, refiriéndose a la posibilidad/imposibilidad de escribir un libro sin autor y sin lector. Y lo dice bien Paz: “En Mallarmé, la concepción del libro-poema se consume y se consuma”.

Las capturas de la semana pasada, de algún modo, semejan a un golpe de dados, primero, por su significancia en muchos sentidos, pero, sobre todo, porque desnuda algo que era vox populi desde hace muchos años: el fracaso de absolutamente todas las élites del país. Lo que nos sucede, si bien posee mucho del azar de la existencia, es fruto de una amarga historia que arranca desde 1954 y aunque no se trata de ponerse históricos, sin ese contexto solo podríamos balbucir ocurrencias o, desde un falso ánimo, atribuir los ilícitos a una simpleza: la desmedida codicia.

El viernes, luego de leer, escuchar y ver las noticias en los medios de comunicación, recordé las palabras de Mario Monteforte Toledo en el Salón de las Banderas, en el Palacio Nacional. De ello hace más de 14 años. Al recibir una condecoración dijo: “Somos un país de perdidosos. Echamos a perder la reforma de Mariano Gálvez, la Revolución Liberal de 1871, el Movimiento Unionista de 1920, la Revolución de Octubre de 1944. Finalmente, estamos a punto de echar a perder los Acuerdos de Paz, firmados en 1996”. Si aún viviera, seguro repetiría una muletilla: “Caray”.

Esa observación de Monteforte es como si en un esfuerzo colectivo hiciéramos omisión del futuro en la medida que nos volvimos obedientes, no de la pérdida, sino de “echarlo todo a perder”. Porque ello no presupone límites, respetar acuerdos y reglas, sino se agota en una cotidianidad propensa al esperpento y la tragedia. Los albañales de la corrupción tienen su correlato en la pobreza, el desastre de los hospitales y la educación pública, en los 16 crímenes diarios, en el colapso de las cárceles. Asimismo, en la gravedad de la situación ambiental. Si no, véase la emergencia que enfrenta Petén.

Las acciones de la Cicig y el MP con toda seguridad no pararán con esas detenciones. El volumen de dinero sustraído ofrece una idea que se sustenta por sí misma: somos una tierra hecha con los despojos de las víctimas del poder. Falta, entre otras iniciativas legales, establecer la geografía del crimen, quiénes lo alimentan, lo sostienen y lo protegen. La trata de personas, los sicarios, los asaltantes, entre otras chuladas del patio nacional, nos dan suficientes vísceras de odio y sangre. Demasiado dolor para ser cierto, demasiado cinismo para asumir lo anormal como el referente a seguir.

Al fin de cuentas, no podremos desaparecer el azar, así como es imposible creer que no habrá contradicción, pero bien que ese golpe de dados alimenta esperanzas de que con decisiones correctas, iremos en la dirección correcta. Y volvemos a creer, como dice Poniatowska sobre Paz, cuando habla de los árboles mágicos, el de las camelias rosa, “doblado sobre el fin del mundo” y cierra con unos versos del poeta: “Árboles cargados de pájaros /sostienen a pulso la tarde”. Ahora, la ilusión sostiene nuestros días y todo es “manantial de soles”.

“Somos un país de perdidosos. Echamos a perder la reforma de Mariano Gálvez, la Revolución Liberal de 1871, el Movimiento Unionista de 1920, la Revolución de Octubre de 1944. Finalmente, estamos a punto de echar a perder los Acuerdos de Paz, firmados en 1996”

Fuente: [http://www.s21.gt/2016/06/golpe-dados-jamas-abolira-azar/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Gerardo Guinea Diez
Últimas entradas de Gerardo Guinea Diez (ver todo)