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Devaluación: esto apenas empieza

Manuel R. Villacorta O.
manuelvillacorta@yahoo.com

La década de los años 90 modificó el rostro de la economía nacional. La agricultura y la agroindustria habían sido los pilares sobre los cuales se sostenía nuestro modelo productivo. Si bien pretender que Guatemala llegase a ser un país industrializado era una utopía, un objetivo alcanzable era propiciar un salto cualitativo hacia el denominado sector servicios. Una de las familias más poderosas de Guatemala, la familia Gutiérrez-Bosch, fue sin duda la pionera en ese propósito, perfilando su interés empresarial en las telecomunicaciones y en la generación de energía limpia a través de las hidroeléctricas. Al igual que otras familias de prominente poder económico, se orientaron además hacia las operaciones financieras y la construcción. Estas familias a través de sus poderosos grupos empresariales enfrentaron la globalización con su intrínseca internacionalización de la economía. No puede dejar de considerarse el proceso de privatizaciones, en donde la pugna por la adquisición de las empresas públicas llegó a niveles muy exacerbados, llegando incluso a penetrar en el controversial modelo político consuetudinario guatemalteco. Un ejemplo histórico es el rompimiento constitucional en 1993, que terminó con la partida del expresidente Jorge Serrano a Panamá.

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A partir de entonces se ha producido una compleja y convulsa dinámica empresarial en la región, en donde empresarios guatemaltecos lograron penetrar con mayor incidencia en los mercados de Centroamérica y el Caribe, sin restar el efecto que también ha generado la incursión cada vez más constante de capitales externos presentes en nuestro país. En un contexto ideal, los empresarios buscan ampliar sus niveles de producción y con ello sus utilidades. Eso generaría mayores niveles de demanda laboral y la creación consecuente de miles de empleos. La actividad económica implicaría mayores ingresos fiscales para el Estado. Y esos recursos bien administrados implicarían mejorías significativas en materias sociales vitales como la salud, la educación, la seguridad, la administración de justicia y la infraestructura nacional. Pero ¿hemos alcanzado en alguna medida esos propósitos?

Siempre he creído que a pesar de existir una pugna histórica entre comerciantes/industriales, exportadores/importadores, los grandes empresarios a través de sus diversas cámaras en algo sí se han puesto de acuerdo: generar una especie de doctrina de seguridad económica nacional, la cual se basa en jamás expresar que la economía no va bien. Hoy no se lee o escucha que ninguna cámara empresarial exprese preocupación por el estado de la economía nacional. Miles de miles de negocios están cerrando operaciones cada día, mientras las ventas caen vertiginosamente. El poder adquisitivo de los guatemaltecos está por los suelos y la inseguridad se expande creando un freno gravísimo para la actividad empresarial. Que hoy ya se pida la devaluación del quetzal no es una ocurrencia; eso responde a un tratamiento de shock o de última instancia. Creo que en lo económico también ya tocamos fondo. Y, peor aún, dada la tendencia global, esto apenas empieza.

Publicado originalmente en: [http://www.s21.com.gt/or-jojma/2016/01/29/devaluacion-esto-apenas-empieza]

Manuel R. Villacorta O.