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Cárceles de larga duración

Editorial Siglo 21

Entre las múltiples aportaciones que el historiador francés Fernand Braudel hizo a las ciencias sociales en la segunda mitad del siglo XX, y perviven hasta nuestros días, se encuentra la noción de que, aún en tiempos de convulsión sociopolítica, ciertos modos de pensar, determinadas creencias y las conductas asociadas, constituyen verdaderas cárceles de larga duración.

En Guatemala es fácil encontrar multitud de ejemplos que ofrecen un terreno fértil, casi virgen e inexplorado, para una aún existente historia de las mentalidades.

¿Cuáles son los factores que explican el arraigo, muchas veces en contra de toda evidencia, de ciertas formas de explicar, sesgadamente, períodos decisivos de la historia nacional?

¿Cuál es la relación entre esas visiones del pasado inmediato, y del presente vivo, con las ambiciones de poder, alimentadas a su vez por un pensamiento anclado patológicamente en la mentalidad de la “guerra fría”?

Preguntas de ningún modo nacidas de un mero interés académico abstracto, sino de la candente actualidad institucional y política del país, que ayer tuvo un simbólico remezón dentro, de un destino todavía pendiente de dilucidar.

Nos referimos, claro está, a la oportuna como atinada decisión del presidente de la República, Alejandro Maldonado Aguirre, de revertir el nombramiento de Oscar Platero Trabanino, como sub director de la Dirección General de Inteligencia Civil (DIGICI) del Ministerio de Gobernación.

Al dar ese paso, Maldonado Aguirre no solamente se ahorró una mancha más, entre varias que ya acumula su gobierno provisional. También rescató el principio de que la Presidencia de la República representa la unidad de la nación, y el sostenimiento del controvertido ex militar en ese puesto atentaba contra ese principio.

Las justificadas señales de alarma y descontento, nacidas entre organizaciones defensoras de derechos humanos la semana anterior, por el nombramiento de Platero Trabanino, y la forma salomónica en que el gobernante lo dejó sin efecto, delatan la existencia un territorio en disputa en el ámbito de la seguridad, que deberá abordar el próximo gobierno.

Después de que la Cicig y el Ministerio Público se apuntaron sonoros éxitos en el descubrimiento y desarticulación de importantes redes políticas económicas ilícitas (la forma actual de los cuerpos y aparatos clandestinos de seguridad, Ciacs), habría sido un sinsentido que Maldonado Aguirre dejara pasar ese nombramiento.

Es totalmente deseable que el mensaje también haya llegado al presidente electo, Jimmy Morales.

Fuente: Siglo 21