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Sociedades monstruosas

En Guatemala, los niveles de violencia son inaguantables.

María Aguilar

Según el politólogo francés Alain Rouquié las ciencias sociales tienden a estudiar monstruosidades en vez de sociedades. Esta aserción tan válida muestra cómo desde la academia y centros de pensamiento o investigación se debate, investiga y publica para tratar de dar sentido a sociedades, estados, gobiernos y procesos que parecieran que se hunden en el caos, la muerte y la desgracia. Hoy en la cotidianidad de Guatemala, el tema a discutir es el de la pena de muerte, esto en un país que aún no se recupera de una guerra.

A nivel internacional, estudios académicos y de organismos internacionales como Amnistía Internacional o la ONU han llegado a concluir que no existen datos científicos que prueben que la pena de muerte se convierta en un incentivo para la reducción de actos criminales.

Dado los hechos de violencia ocurridos en las últimas semanas, que van desde cuerpos desmembrados hasta bombazos, la única solución que el gobierno y grupos aliados junto a colectivos afines a la violencia paramilitar pueden proveer es la pena de muerte. En Guatemala, los niveles de violencia son inaguantables e innegables, pero igual de innegable es la ignorancia e irracionalidad de las personas que abogan por la pena de muerte como única solución y con la misma ansiedad de sangre de aquellos que cometen los indignantes crímenes, todo sin intentar entender el problema del crimen desde su raíz.

La solución mágica para el fin de la violencia de maras o extorsiones no existe. Ni la limpieza social ni la militarización del país lograrán proveer seguridad ni la tranquilidad que tanto se anhela. Dentro de esa violencia conviven demasiados poderes, desde estatales, privados, hasta el crimen organizado.

¿Se desea soluciones reales? Bueno, hay que dejar de llevar a títeres al poder, abandonar la idea de que una fuerza militar “que nunca fue verdaderamente reformada y es acusada de crímenes contra la humanidad” puede proveer paz, exigir reformas estructurales para que el gobierno responda a intereses ciudadanos, invertir en salud y educación de calidad a nivel nacional, hacer responsable a las elites y grupos económicos de poder de la inequidad en la que se tambalea el país.

En Guatemala, los niveles de violencia son inaguantables e innegables, pero igual de innegable es la ignorancia e irracionalidad de las personas que abogan por la pena de muerte como única solución y con la misma ansiedad de sangre de aquellos que cometen los indignantes crímenes, todo sin intentar entender el problema del crimen desde su raíz.

Fuente: elPeriódico [http://elperiodico.com.gt/2016/03/14/opinion/sociedades-monstruosas/]

María Aguilar Velásquez
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