Ayúdanos a compartir

El silencio de las osamentas

No han faltado las voces continuistas, que basan sus “argumentos” en la ignorancia y actos psicópatas.

María Aguilar

Durante dos semanas, en la sala de vistas se han escuchado las voces de testigos describiendo los horrores que las fuerzas de seguridad del Estado cometieron contra otros seres humanos. Torturas y violaciones fueron parte esencial de un manual extra oficial de guerra, donde el “enemigo interno” fue deshumanizado al punto que su destrucción, por cualquier vía y de la forma más atroz, se convirtió en necesidad, incluso obviando lazos étnicos y comunitarios.

Sin embargo, durante dos días llegó el silencio de las osamentas. Un silencio estridente tomó la palabra para mostrarle al país y al mundo que aún en la muerte la población arrasada y violentada no parará hasta obtener justicia. Cajas conteniendo bolsas de papel que guardaban osamentas, restos de ropa y pequeños recuerdos fueron saliendo para dar testimonio, para encontrarse con sus familiares, para convertirse en la fuerza y el espíritu de esas mujeres q’eqchi’ guerreras, que desafiando el ostracismo nacional y comunitario decidieron confrontar a los perpetradores y con su entereza a la mayoría del país que optó por enterrar un violento pasado que marcó y marcará a generaciones presentes y futuras.

Dentro de la ejemplar valentía y lucha de la que somos testigos, no han faltado las voces continuistas, que basan sus “argumentos” en la ignorancia y actos psicópatas, que se niegan a leer, escuchar o cuestionar y deciden continuar reproduciendo el abuso y la violencia verbal contra las mujeres q’eqchi’ que están desafiando a la justicia universal. Estas voces cobran significancia no por su lógica torcida y retrógrada sino por el hecho de existir, de tener a estas alturas espacios en medios de comunicación o en centros de investigación, lo cual demuestra la profundidad con la cual la cultura del olvido se instauró en Guatemala, con el objetivo de seguir violentando a quienes se rehúsan a seguir sometidos.

En Guatemala, donde hay múltiples estructuras por derrumbar, uno de los retos es que la población aprenda que las violaciones a los derechos humanos ocurridas contra comunidades rurales y urbanas son delitos que deben de confrontarse y juzgarse, esto si se quiere un futuro distinto y en paz.

Maria Aguilar

Fuente: elPeriódico [http://www.elperiodico.com.gt]

María Aguilar Velásquez
Últimas entradas de María Aguilar Velásquez (ver todo)