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Salud incluyente

La “medicina tradicional” es una enfermera itinerante que llega a pesar a los niños una vez al mes.

María Aguilar

Cuando pienso en mi abuela materna, uno de los primeros recuerdos que viene a mi mente es el olor de distintos tipos de hierbas medicinales secándose en la parte antigua de la casa. Organizados y colgando en manojos de distintos grosores, olores y colores, estas plantas son parte de los saberes de una mujer k’iche’, quien de niña heredó de su madre el conocimiento sobre lo que ahora algunos llaman “medicina alternativa” pero que en mi entorno era parte de un conocimiento amplio y ancestral de curación.

Desde niña hasta hace algunos años, pasar un día con mi abuela era verla responder a cantidad de preguntas de quienes visitaban su negocio en el mercado preguntando sobre qué té o hierbas preparar para tratar distintos síntomas y males. Ella con paciencia y sabiduría respondía dudas y en ocasiones recomendaba ir con el médico, consciente que para varias familias de escasos recursos era un sacrificio tanto económico como cultural.

Y es que para muchos indígenas, ir con un médico significa no solo confrontar el deficiente sistema de salud, con centros y hospitales sin recursos o personal, sino que representa, también, sufrir el racismo de los doctores y enfermeras tratantes, quienes muchas veces adoptan actitudes despreciativas y discriminatorias, además no hablan el idioma y son ajenos al contexto cultural de las comunidades que atienden.

Por eso, es esperanzador escuchar a la ministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack, pronunciarse sobre la necesidad de expandir como política nacional un Modelo Incluyente de Salud como parte de las prioridades del Ministerio.

Este es un primer paso, no porque se necesite tratar enfermedades “sobrenaturales” (admito que el lenguaje del documento de MIS socializado requiere de modificaciones) sino porque ante la falta de recursos y la composición plural y multiétnica de Guatemala, es imperativo que la medicina occidental vea como aliados a sus interlocutores comunitarios: hierberos, curanderos, comadronas entre otros, quienes en muchas comunidades son lo más cercano a un “sistema de salud”.

Bien harían la prensa racista y opositores a la propuesta en saber de que en muchas comunidades, la única exposición constante con la “medicina tradicional” es una enfermera itinerante que llega a pesar a los niños una vez al mes.

…es imperativo que la medicina occidental vea como aliados a sus interlocutores comunitarios: hierberos, curanderos, comadronas entre otros, quienes en muchas comunidades son lo más cercano a un “sistema de salud”.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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