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El sol de la justicia

La jueza expresó que ya “no se vive en tiempos de la Inquisición”.

María Aguilar

El viernes 22 de julio, con lágrimas en los ojos, escuché a la jueza Yassmín Barrios leer  la sentencia y absolver a las siete autoridades ancestrales de Barillas, Huehuetenango, acusadas de delitos construidos y que las mantuvieron en prisión, por casi dos años o más en algunos casos, por ser mediadoras y representar la voz de una comunidad que se opone a la construcción de una hidroeléctrica.

Posteriormente, al ver imágenes de la sala, de familiares y amigos de los presos políticos –quienes los acompañaron a pesar de las distancias– celebrar, llorar y abrazarse, así como ver a los líderes salir de la carceleta de la sala y besar a sus familiares rodeados por el entusiasmo de los presentes hizo que el sentimiento de llanto volviera. El sentir no fue solo por la felicidad de la libertad, que fue ganada en los tribunales,  sino por la rabia contra un Estado que desde la Colonia no ha detenido su política racista de exterminio y despojo contra comunidades indígenas.

Este juicio deja tareas para el país, los operadores de justicia y las ciencias sociales. Ahora se requiere un análisis agudo para entender cómo los tres entes que colaboraron en la criminalización de los siete líderes, las empresas, el sistema de justicia y los algunos miembros de la  propia comunidad  operaron individual y colectivamente en detrimento de las luchas por la defensa de territorios indígenas. Esto urge porque existen cientos de licencias y concesiones para la extracción a nivel nacional, muchas de las cuales cuentan con oposición de las comunidades.

Con sus palabras, la jueza Barrios dejó claro que el sistema de justicia no puede ser utilizado para criminalizar las luchas ni a líderes sociales. Asentando una lección trascendental  al Ministerio Público, la jueza expresó que ya “no se vive en tiempos de la Inquisición”. Yo agregaría que tampoco en el período de la guerra, donde la disensión y la resistencia pacífica eran suficientes para marcar a individuos o grupos  como enemigos internos.

Ojalá “el sol de la justicia” –al que ella se refirió– alumbre a este país porque aún falta un largo camino por recorrer y muchas luchas por librar.

Ahora se requiere un análisis agudo para entender cómo los tres entes que colaboraron en la criminalización de los siete líderes, las empresas, el sistema de justicia y los algunos miembros de la  propia comunidad  operaron individual y colectivamente en detrimento de las luchas por la defensa de territorios indígenas.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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