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Allí estuvieron mujeres y hombres indígenas de diferentes edades, que han sido inferiorizados a fuerza de vivir en medio del racismo institucional e histórico..

Irma Alicia Velásquez Nimatuj

Indignación y vergüenza han causado videos y fotografías que han recorrido las redes a nivel nacional e internacional, en donde un grupo de mujeres jóvenes, representantes de varias comunidades indígenas de Guatemala, fueron grabadas al mejor estilo colonial, portando coronas, plumas de aves, chachales, collares, bandas que identifican el cargo que ostentan, peinadas con listones que trenzan sus cabelleras y todas luciendo sus respectivos trajes regionales.

En el evento, todas bailaron al ritmo del son, desfilaron frente a Alejandro Giammattei y su comitiva, y procedieron una a una a saludarle, en escenas que retratan la sumisión al actual encomendero, por eso, allí fueron agachándose frente a él. Una de ellas hasta se persigna como si se tratara de un santo de la Iglesia católica; otra joven le toma la mano y se la coloca en su frente como pidiéndole su bendición; otra más le besa la mano y luego se la coloca en su cabeza, y así, ese nauseabundo ritual se repitió hasta que pasaron todas a rendirle pleitesía.

En ese evento también se lucieron los seudolíderes vestidos de ajquijab y otros, estaban allí asumiéndose autoridades indígenas de sus lugares de origen, ellos también bailaron para el jefe de la Capitanía General de Guatemala. El evento fue un derroche de colorido y lisonjerías en donde se lucieron las y los “indios permitidos” que sirven a la extrema derecha y que se ofrecen de intermediarios con la esperanza de recibir migas o un mísero puesto que les dure un par de años y que les permita disfrutar de una pizca de poder que se materialice en la asignación de un carro, guardaespaldas, fiestas y un puesto en donde no tengan nada que hacer, más que salir en la foto.

Allí estuvieron mujeres y hombres indígenas de diferentes edades, que han sido inferiorizados a fuerza de vivir en medio del racismo institucional e histórico, por eso, cada cuatro años repiten el ritual en donde lucen la internalización de las opresiones a las que los pueblos indígenas han sido sometidos. Son escenas grotescas y crueles. Sin embargo, nadie es víctima, hoy el acceso al conocimiento está a disposición de quien desea liberarse del colonialismo.

El evento fue un derroche de colorido y lisonjerías en donde se lucieron las y los “indios permitidos” que sirven a la extrema derecha y que se ofrecen de intermediarios con la esperanza de recibir migas o un mísero puesto…

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Irma Alicia Velásquez Nimatuj