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María Aguilar

La corrupción nacional está dejando sin futuro a Guatemala.

El pasado 30 de abril de 2019, en un hospital estadounidense, murió Juan De León Gutiérrez, un joven Ch’orti’, de 16 años. Originario del caserío Tizamarté, en Camotán, departamento de Chiquimula. Juan había partido para los Estados Unidos el 4 de abril, para reunirse con su hermano mayor que vive en ese país. El 19 del mismo mes, Juan fue detenido por la patrulla fronteriza y llevado a un refugio para menores. Días después, Juan fue llevado a la emergencia de un hospital para luego ser trasladado nuevamente al refugio. Su situación empeoró y el 22 de abril Juan fue llevado de nuevo a la emergencia y transferido a un hospital para niños, donde estuvo en cuidados intensivos luego de ser intervenido quirúrgicamente a causa de una supuesta infección en el lóbulo frontal del cerebro, donde falleció.

Juan se suma a las cifras de menores no acompañados que siguen viajando a Estados Unidos en busca de cualquier oportunidad que los saque de la miseria y violencia a la que generaciones enteras de niños y jóvenes están condenados a vivir en Guatemala y en el resto de Centroamérica. Este éxodo de menores es una crisis humanitaria desde 2014 pero no se ha logrado contener por falta de una política exterior transparente por Estados Unidos y políticas reales en Guatemala, El Salvador y Honduras, que aborden de manera estructural la corrupción, pobreza y la desigualdad que impacta en la mayoría de centroamericanos.

Según la oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR), más de la mitad de menores no acompañados que llegaron a Estados Unidos en 2018 eran de Guatemala y el 37 por ciento estaba entre las edades de 15 y 16 años. Ahora, el intento de Juan se une al de Claudia Patricia Gómez Gonzáles, Mam, de 19 años, asesinada en mayo de 2018 por la patrulla fronteriza, y a los de Jackeline Caal Maquin, Q’ueqchi’, de siete años y de Felipe Gómez Alonzo, Chuj, de ocho años, quienes murieron bajo la custodia de las autoridades fronterizas de migración, buscando escapar de su país al que no le importan.

Juan, de 16 años parecía de 12. Esto no es sorpresa ya que para el 2015, Chiquimula era el departamento con el índice de desnutrición más alto del Corredor Seco, la región de ocho departamentos caracterizada por enfrentar sequía extrema. Sequías que anualmente aumentan dado los efectos del calentamiento global, disminuyendo o acabando con las siembras y dejando sin posibilidad de subsistencia a más de 300 comunidades donde viven aproximadamente un millón 251 mil pobladores. Hoy, la corrupción de los gobernantes locales y la ceguera de políticos estadounidenses está minando a generaciones de niños y jóvenes indígenas que deberían de ser el futuro de este país. La corrupción nacional está dejando sin futuro a Guatemala.

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2019/05/06/las-generaciones-que-nunca-seran/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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