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lucha libre
Lucía Escobar

Un poco cansada de las protestas estériles en redes sociales, ayer acompañé la Marcha de la dignidad por la vida y la justicia. Caminé durante apenas cuatro kilómetros de los doscientos y pico que han recorrido a pie, durante más de una semana. Salieron de Quetzaltenango hace ocho días, el 1 de mayo. Son unos mil quinientos guatemaltecos, trabajadores, que fueron convocados por las Autoridades Ancestrales,  la Asamblea Social y Popular (conformada por cien asociaciones) y Convergencia Nacional para realizar una caminata que culmina hoy en la ciudad capital, frente al Congreso, la Corte Suprema de Justicia y con la lectura de un comunicado en el Parque Central. Su intención es rechazar la alianza criminal que mantiene cooptadas las instituciones del Estado para perpetuarse en el poder. No van a entregar ninguna propuesta porque no hay autoridades dignas a quiénes dársela. No buscan juntarse con los políticos corruptos, sino con el pueblo de Guatemala. Esperan que la fuerza de 2015 vuelva a unir a los guatemaltecos hartos de la corrupción y la impunidad.

En la cabeza del grupo, se encuentran las autoridades ancestrales de los cuatro pueblos principales. Llevan en sus manos el bastón que representa la autoridad indígena y la bandera de los pueblos originarios o del comité de campesinos. Son xincas, mayas, garífunas, mestizos que se han dividido en 10 comisiones de trabajo que desde enero organizan esta acción. Se turnan unos días para marchar, otros para trabajar en la cocina. Entre todos han pagado la comida, han recibido cien quintales de maíz y de frijol como donación, tanto de organizaciones locales como de personas individuales. Están marchando en contra de las 25 leyes regresivas que el Congreso de la República está intentando meter (La 5272, Ley de Reconciliación Nacional, de las ONG, entre otras), marchan en contra de las 569 órdenes de captura a defensores y defensoras del territorio que van en 2019 y por los más de cien femicidios que se han cometido durante este año. Están contra del modelo económico de acumulación y despojo que viola constantemente los derechos colectivos y contra el modelo extractivista y de agro negocios que mantiene la exclusión de las mujeres y los pueblos indígenas. Están hartos de que unos pocos se sigan enriqueciendo a costa de la pobreza, desnutrición, educación, salud, justicia, vivienda y tierra de miles de familias.

Este es un llamado para que nos sumemos a su lucha, pues como dicen: “No solo nosotros respiramos aire, no solo nosotros tomamos agua, sino que todos los guatemaltecos y hay que  defender lo que tenemos, lo que nos queda y de lo que nos quieren despojar”.

Durante la marcha van arrancando la publicidad partidista ilegal que llena los postes. Albañiles, vendedores ambulantes, obreros, gente muy humilde se acercan a curiosear y a preguntar. Veo rostros verdaderamente conmovidos y agradecidos. La gente de a pie se acerca a abrazarlos. Voluntarios regalan agua, fruta y suero.

Un hombre dentro de un carro grande y de último modelo les pasa gritando “huevones” a quienes llevan caminando siete días seguidos y luchando 500 años.

@liberalucha

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/lacolumna/2019/05/08/la-dignidad-que-va-a-pie/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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