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Las dos caras de la prostitución

Silvia Titus

La prostitución en mi país, Guatemala, es algo inaudito: la mayoría de las mujeres que ejercen lo hacen por extrema pobreza o porque fueron engañadas o robadas de otros países. No tienen ningún control de parte de las autoridades estatales así que hay muchas menores de edad que tienen documentos falsos y son recluidas en prostíbulos clandestinos tratadas como esclavas.

Las condiciones de higiene son precarias, muchas de ellas no usan condón o anticonceptivo.  Nadie controla si tienen enfermedades venéreas.  Ganan poco dinero y muchas de ellas tienen que darle todo el dinero al prostíbulo o a un proxeneta.  Son maltratadas físicamente.  No regresan a sus casas o pueblos por vergüenza.  Algunas de ellas dejaron sus hijos al cuidado de sus familias y no los vuelven a ver nunca.   Usan las drogas para disipar su pena y su tristeza y para aguantar el día a día. No tienen nadie que las represente o nadie que vele por ellas.  Están totalmente desamparadas en un mundo peligroso y hostil.

Hace una semana atendí una plática en Amsterdam para ver el otro lado de la moneda:  La prostitución que se hace a voluntad y que es controlada por las autoridades.   Las mujeres que dieron la plática son unas gemelas holandesas de nombre Louise y Martine Fokkens.  Ellas tienen 71 años y  han publicado tres libros (dos en holandés y uno en inglés) y han hecho dos documentales.

Antes de entrar al tema de la prostitución quiero explicar qué es el Barrio Rojo en Amsterdam (también conocido como De Wallem).  Hace más de 800 años en el área conocida como el Barrio Rojo había un pueblo porteño que era la entrada al rio Amstel.  El pueblo era como cualquier otro con su iglesia (Oudekerk) y casas llena de habitantes pero al cuál llegaban marineros que habían pasado mucho tiempo sin una mujer.  Eso hizo que se proliferara la prostitución en el área.   En el tiempo actual, el Barrio Rojo consiste en un barrio que pertenece a la ciudad de Amsterdam y cuenta con más o menos 300 ventanas de trabajo para las prostitutas.

Se llama Barrio Rojo porque la luz de las ventanas son rojas, con excepción de algunas luces azules que indican que en esas ventanas trabajan transexuales.  La prostitución en el Barrio Rojo es legal con excepción de las prostitutas que ejercen en la calle.  Las prostitutas son protegidas por la policía, pagan impuestos y si se encuentran en peligro cuentan con un botón de pánico que al tocarlo llega la policía de inmediato.  El Barrio Rojo es considerado parte de la atracción turística de la ciudad ya que miles de turistas lo visitan noche y día.  Es muy popular entre los destinos para despedidas de solteros sobre todo de ingleses.   En el área, a parte de prostitutas, hay espectáculos pagados para ver sexo en vivo, tiendas que venden artículos sexuales desde juguetes hasta elementos para sadomasoquismo, cuenta con “coffee shops” (lugares donde fumar legalmente la marihuana), bares y restaurantes.

Viven en el área familias y residentes que no tienen nada que ver con la prostitución y tienen sus profesiones en otras partes de la ciudad.

También hay un Centro de Información de la Prostitución donde se hacen giras dirigidas a grupos de turistas explicando todo lo concerniente a la profesión y al Barrio Rojo.  La fundadora de este Centro de Información es Mariska Majoor, una ex-prostituta que conoce bien el barrio y el oficio.

La mayoría de las personas ven automáticamente la prostitución como algo malo y/o pecaminoso, como algo que debe esconderse por vergüenza en lugar de exponerse.

Por eso decidí atender la plática ya que vivo en una ciudad donde la prostitución no se esconde sino que se legaliza, se exhibe y además se controla.  Tenía curiosidad de saber cuales eran las consecuencias de hacerlo de esa manera.

En la plática las gemelas Fokkens explicaron como era la prostitución cuando ellas comenzaron a ejercerla hace 50 años y los cambios que se han visto a través del tiempo.  Louise empezó a ejercer la prostitución a los 21 años.  Ella fue empujada a hacerlo por su esposo quién era una persona violenta y quería que ella llevara dinero a casa.  Ella amaba a su marido y decidió hacerle caso.

Ella explicó que en esa época había que inscribirse en Amsterdam como prostituta  y se hacían varios trámites:  Tenían que llegar a la policía con un proxeneta elegido y presentar su pasaporte.   La policía hacía una investigación para ver si el pasaporte no era falso y si en realidad la muchacha tenía 21 años.  Después de la investigación se inscribía a los dos en el registro.  Louise dice que el proxeneta en ese tiempo era como un representate legal.  Cualquier información o problema él representaba a la prostituta ante la policía.  También él administraba el dinero y las ganancias de la prostituta y declaraba los impuestos.

En la época actual se tienen que inscribir en el registro mercantil de la Cámara de Comercio.  Habían bajado la edad a 18 años pero la subieron de nuevo a 21 en años recientes.  Prostitutas de otros países no pueden obtener el permiso del trabajo sino son residentes permanentes de Holanda.

Después de la inscripción en la Cámara de Comercio tienen una entrevista con un operador que supervise si se tiene suficiente conocimiento del idioma holandés, inglés, alemán o español.  También para que las prostitutas conozcan sus derechos y obligaciones y si la persona es capaz de hacerle frente al trabajo de prostitución.  Si el operador después de la conversación tiene dudas que la persona pueda hacerle frente al trabajo de prostitución consulta con el Equipo de Asesoramiento de la Prostitución en Amsterdam y ellos se encargan de investigar más y tomar la decisión.

Después de que Louise se inscribió en la policía y obtuvo el permiso para ejercer, entonces tenía que buscar un burdel.  En esos tiempos el proxeneta conocía los burdeles y sabía cuál era el más conveniente para la “novata”.    Louise dice que cuando se es novata, las prostitutas con experiencia la entrenaban.  La ponían a observar cómo ellas ejercían (con el consentimiento de sus clientes) o las ponían con clientes de confianza para que la entrenaran.    El estar en una ventana por primera vez es algo que lo pone a uno nervioso y con muchos sentimientos encontrados.  Ella dice que el primer día que estuvo en una puso la cortina medio cerrada y se presentaba un poco tímida.  A los tres días ya tenía la confianza suficiente para abrir enteramente la cortina.  Ella dijo: “Es increíble lo rápido que uno se puede acostumbrar al ambiente”.

Alguien preguntó en ese momento qué requisitos eran necesarios para ser una prostituta y ella contestó riendo: “¡Que sepas dar una buena mamada!  Realmente no se necesitan requisitos especiales para serlo.  Todo ser humano tiene experiencia en las artes del amor en algún momento de su vida”.

Los burdeles son los dueños de las ventanas que se ven en el Barrio Rojo.  Cada burdel se encarga de mantener limpia la habitación, proveer sábanas y toallas y tenerlo todo listo para que las prostitutas empiecen su trabajo.  Las ventanas se podían alquilar por horas o por día.   Las prostitutas eligen la cantidad de clientes primero que nada para cubrir los costos de la ventana y del proxeneta y después para obtener ganancias.  Pero es decisión de cada prostituta la cantidad de horas y los días de trabajo.

La regla más importante de los burdeles: es prohibido trabajar bajo los efectos del alcohol y las drogas.  Esto es porque así están más alertas a la hora de correr peligro con un cliente.   En los tiempos en que Louise y Martine comenzaron su labor el proxeneta se encargaba de que sus prostitutas cumplieran con las reglas.

En ese tiempo todas las prostitutas se conocían y formaban una hermandad.  Si alguna de ellas tenía una mala experiencia con algún cliente entonces ninguna lo atendía y era “expulsado”.

También salían de “copas” en su tiempo libre.   Nos explicaron que algunas de ellas se casaron con algún cliente que le pidió dejara la prostitución o que era algún extranjero que se la llevó a vivir a otro país.  Ellas dejaron la profesión por amor y nunca más vieron a alguien regresar a ejercerla.

Louise dice que en cuanto comenzó a ejercer lo hizo a escondidas de su mamá.  Un día su madre vino a verla a la ventana.  Le empezó a gritar que la podía ver, que sabía lo que estaba haciendo.  Louise se escondió y temblaba del miedo porque creía que su mamá la iba a sacar del pelo.  Fue el único enfrentamiento que tuvo con su madre.   Un par de años después su hermana gemela, Martine, empezó a trabajar de limpieza en un burdel.   No fue mucho tiempo después que empezó a trabajar de prostituta y así fue como se convirtieron en las famosas prostitutas gemelas Fokkens.

Yo estaba impactada de escuchar lo bien organizada que era la prostitución en Holanda y como es que dos personas decidieron ejercerla por (casi) su propia voluntad.  Pero más me impacté cuando supe que ambas hermanas Fokkens eran casadas y ya tenían hijos al empezar a ejercer la prostitución.

Louise nos contó: “Yo alquilaba una ventana por día.  Así que iba a trabajar después de que iba a dejar a los chicos a la escuela.  Habían clientes que sabían en que tren yo llegaba y me esperaban a la salida del tren para ayudarme a llevar mis cosas y prepararme para empezar a trabajar.  A medio día cerraba la ventana para ir a traer a mis hijos a la escuela y almorzar con ellos.  Regresaba a trabajar por la tarde y llegaba de nuevo a la hora de la cena a casa para cenar con mi esposo e hijos.  Si la mañana y la tarde me habían dado suficientes ganancias entonces no regresaba a trabajar pero sino, regresaba a trabajar unas cuantas horas más después de la cena.

Aunque trabajara todo el día el lívido por mi marido no cambiaba y cumplía con mi papel de esposa.  Era muy distinto tener sexo con mis clientes que hacer el amor con mi esposo”.

Pero hay un lado oscuro y confuso en la historia.  Ambas hermanas sufrieron violencia doméstica, abuso y explotación y algunos de los hijos estuvieron en orfanatorios.  Martine estuvo casada dos veces.  Se compenetraron como hermanas y en la época actual ambas están divorciadas y viven juntas en Almere.

En esa época el dinero que ganaban les alcanzaba para todo, inclusive para ahorrar.  Muchas ex-prostitutas de la época han puesto negocios después de dejar la prostitución.  Louise y Martine probaron tener una tienda de información y de arte (porque ellas también son pintoras) pero fracasaron en el intento.

Una de las primeras preguntas que les hicieron fue si seguían ejerciendo el oficio y Martine contestó: “Yo tengo que seguir trabajando porque el dinero de la pensión no alcanza para sobrevivir.  Louise tiene Artritis y no puede trabajar aunque a veces hace algunas excepciones”.   Ambas se ven en ese momento y se ríen demostrando una complicidad peculiar.   Louise agregó:  “ Pero ahora es distinto:  en lugar de darles a nuestros clientes solo 20 minutos detrás de una ventana salimos a comer, a beber o al cine. En otras palabras les dedicamos más tiempo y calidad”.

 Alguien preguntó si sus clientes eran los mismos de antes o si tenían clientes jóvenes.  Louise contestó:  “ ¡Nuestros clientes son de todas las edades por supuesto!  El más joven tiene 20 años.”

La prostitución legal en Holanda fue establecida para la seguridad y el control de las prostitutas.   Una prostituta puede sostener con un pie y un brazo la puerta cuando una persona se acerca para preguntarle los precios asi que se hace el negocio con la puerta entre abierta.  Con un poco de plática y observando los gestos, los ojos y como se viste la persona,  se puede saber si se acepta a la persona como cliente o no.  Louise dijo:  “Las prostitutas también tenemos derecho a rechazar a los clientes.  Nada es obligatorio y nos acostamos con quienes queremos”.

Si algún cliente se pone pesado ya después de hacer el trato pueden activar un botón de alarma y la policía acude a la ventana inmediatamente.

Las prostitutas del Barrio Rojo se tienen que hacer un control obligatorio cada 6 meses de enfermedades venéreas incluyendo el Sida.  Louise nos enfatizó que nunca y de ninguna manera ellas tuvieron sexo con algún cliente sin condón.  Martine nos dijo:  “A veces algún cliente nos rogaba que no usáramos el condón y si se ponía pesado no le dabamos más el servicio y lo sacábamos inmediatamente”.

La gama de clientes es diversa:  algunos llegan solos, otros en grupo (para despedidas de soltero), otros con pareja.  Los precios varían según lo que el cliente quiere y la cantidad de minutos que quiera pasar ahí.

Hablando de las gemelas Fokkens ellas dicen que algunos de sus clientes les pedían estar con ambas.  A ellas nunca les importó hacer tríos u orgías, es más Louise bromeó diciendo:  “Mientras más personas era más divertido”.

También contaron que algunos clientes eran casados y que sus esposas sabían que ellas eran las amantes.   Martine nos contó: “Alguna vez venía la esposa a preguntar si su marido había venido a mi ventana o si iba a venir y le dejaba un mensaje conmigo”.  Louise agregó: “Ellos de todas maneras le iban a ser infiel a ellas así que ellas preferían saber con quién se acostaban.  A veces venían a platicar ambos conmigo de sus problemas, o a tomar el té o a hacer un trio conmigo.  Era una necesidad del hombre tener a otra mujer y la esposa lo aceptaba sin ningún problema”.

Alguien les preguntó cuál había sido la anécdota más divertida que ambas habían pasado.  Se ríeron conjuntamente y Louise nos contó:  “Teníamos ambas un cliente llamado Jan al que le apodamos el Roba-Calzones porque cada vez que Martine o yo lo recibíamos, en un pequeño descuido nuestro calzón ya había desaparecido.  Lo buscábamos en sus bolsillos y no lo encontrábamos nunca.  El se reía y disimulaba que no se lo había llevado y cuando salía se acercaba a la ventana se sacaba el calzón de su escondite y se lo pasaba por la nariz.  ¡Era muy gracioso!”.

Yo les pregunté si alguna vez se habían enamorado de un cliente.   Louise respondió:  “¡Varias veces! Teníamos clientes tan guapos, caballerosos, amigables, atentos.  Uno también tiene su corazoncito”.

Dijeron que con muchos ex-clientes entablaron amistad y todavía se ven para tomar un café y conversar.  En la plática que yo atendí  estaba un hombre mayor al que presentaron como el ex-policía que las cuidaba en el Barrio Rojo.  El fue el encargado de organizar la plática a través de una asociación.  Se notaba que todavía sentía la necesidad de protegerlas.

Nostalgicamente Louise y Martine nos dijeron que el Barrio Rojo de ahora no es lo mismo que antes.  Hay demasiados turistas visitándolo día y noche (alrededor de 11.3 millones de visitantes por año).   También dijeron que ahora las prostitutas no conocen quienes son sus vecinas de ventana.  Louise nos dijo:  “Hoy en día las chicas que trabajan en las ventanas se toman como competencia y carecen de una hermandad como antes.  Lo que sucede con eso es que ante situaciones peligrosas con clientes no pueden recurrir a sus compañeras quienes son las que están más cerca de ellas”.

Las hermanas Fokkens piensan que la prostitución en Amsterdam se ha proliferado de manera alarmante.  Martine nos explicó:  “Mientras más prostitutas hayan se pierde el control porque hay más competencia y las ganancias no son las mismas de antaño.  Louise dijo: “Ahora las prostitutas tienen que buscar otros medios para que les alcance el dinero.  Algunas de ellas se meten a vender drogas o se van a trabajar de damas de compañía con servicio a domicilio.  Al meterse a drogas también se meten a un mundo peligroso que antes no existía”.

“Pero…” interrumpe Louise:  “Ahora hay muchas chicas que trabajan por internet, no necesitan salir de casa y así hacen dinero pero también así hay muchas que evitan pagar impuestos.  Es muy difícil para las autoridades encontrarlas”.

También hay prostitutas que vienen de Asia, Africa y Europa del Este por dos o tres meses.  Los únicos que saben que vinieron son sus clientes.  Trabajan, no pagan impuestos y se regresan a sus países cuando el permiso de turista se les termina.  No se registran porque no quieren que la gente sepa que es lo que hacen y porque no quieren pagar impuestos.  Nadie sabe que estuvieron aquí más que sus contactos.

Respecto a los impuestos, los Agentes de Impuestos pasean por el Barrio Rojo y chequean a las prostitutas que están detrás de las ventanas.   Martine nos dice: “Les preguntan si ya pagaron sus impuestos, chequean si están registradas legalmente y les preguntan si saben como llenar el formulario”.   Esta táctica hace que el gobierno refuerce el pago de impuestos.

Martine nos comentó: “Ahora hay mucha prostitución ilegal en Amsterdam.  Esas son las prostitutas que se encuentran en la calle.  Están sin protección y la mayoría de ellas se encuentran drogadas.  Eso lleva a que acepten a clientes peligrosos o no usen protección a la hora de trabajar y ponen en peligro sus vidas y las de sus compañeras porque les pueden transmitir enfermedades venéreas o pueden acabar en manos de un sádico”.

Cuando Martine hizo este comentario se me hizo un nudo en el estómago.  “¡Ese es el pan diario de las prostitutas de mi país!” pensé yo.

También me puse a pensar que yo no he escuchado nunca que en Guatemala haya un centro de apoyo o de información para las prostitutas.  Tampoco hay una unidad de la policía que vele por ellas.  Me dio mucha tristeza darme cuenta la gran diferencia entre un sistema y otro y también lo que ignoramos la situación.   Me pongo a pensar sobretodo en las pobres indefensas que son menores de edad.  Pasan años de abuso y esclavitud sin que nadie haga nada.

También es bien sabido que en mi país roban niños para hacer pornografía infantil.  Muchos de ellos desaparecen para siempre sin dejar rastro.

Esto es algo que debemos de empezar a cambiar, no solo en mi país sino que también en toda Latinoamérica.

Las hermanas Fokkens concluyeron su plática diciendo:  “La prostitución ha sido marcada con algo pecaminoso, sucio, desagradable y asqueroso por años.  Las religiones nos condenan, la gente nos desprecia y discrimina pero para nosotras es una profesión como cualquier otra. No hay que olvidar que las prostitutas somos seres humanos y necesitamos comer y dar de comer a nuestras familias también”.

Datos interesantes de la Prostitución en el Barrio Rojo de Amsterdam:

  • Trabajan aproximadamente 8,000 prostitutas (3,000 trabajan detrás de una ventana)
  • Anteriormente tolerada, la prostitución se legalizó finalmente en el año 2,000
  • La industria genera una cantidad de 625 millones al año
  • Anteriormente las prostitutas eran vistas como víctimas y escapaban de pagar impuestos
  • Las prostitutas pagan un mínimo del 33% de impuestos sobre las ganancias adquiridas
  • Un 75% de las prostitutas vienen de Asia, Africa y Europa del Este
Silvia Titus