La nave de los locos
Voz cantante y corifeos en la tragicomedia de Roxy Heart & Otto Fist.
Mario Roberto Morales
Ya el manual de la “lucha contra la corrupción” consta de tres pasos y lo escribe la Embajada: 1). La CICIG asesta un golpe legal. 2). La noticia se “viraliza”.
Y 3). Tanto las organizaciones populares no vendidas al Gobierno como la volátil masa urbana de la capital y de las cabeceras, se tornan eco y se vuelcan con patrio y catártico ardimiento a las plazas. Así ocurrió el jueves 27 de agosto, con la particularidad de que la cobertura –autorizada por Estados Unidos– del mainstream mediático internacional sobre el “caso Guatemala”, obligó al CACIF a montarse a última hora sobre la ola de la protesta, sumándose al paro nacional convocado por diversos sectores organizados de la sociedad (con la amable anuencia de la Embajada). El paro supuso una inversión (no una pérdida) millonaria cuyo rédito consistió en que, adhiriendo a él, el CACIF aparentó ser quien “encabeza” la lucha contra la corrupción y no el alma y el cuerpo de La Línea-2. Esta maniobra oportunista no provocó repudio sino entusiasmo (con aisladas excepciones que confirman la generalización), dada la hegemonía ideológica que la oligarquía ejerce sobre las “aspiracionales” capas medias urbanas y sobre las pequeñas burguesías, las cuales ven a esa élite delincuencial como un modelo de vida. El desenlace, pues, de la coyuntura no vendrá del pueblo en la calle sino de la Embajada, la cual le indicará tanto a Pérez como a la CICIG, al CACIF y al Congreso lo que deberán hacer y si conviene o no otro estallido de alegre patriotismo en las plazas; todo, con el fin de que el Plan para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica se consolide sin “impresentables”. Y ojo: que no estoy diciendo con esto que las masas dejen de movilizarse. Al contrario: es en su movilización que la conciencia popular pasa de la catarsis a la crítica radical organizada.
Pero, hoy, la iniciativa en la coyuntura local no la tiene el pueblo sino la CICIG –quien no actúa sin el okey de Estados Unidos– y la siguen los movilizados en calidad de corifeos de la tragicomedia de Roxy & Otto, una turbia historia de amor que parece la versión tropical del fatídico idilio de Mussolini y Clara Petacci. Falta en esta obra que la CICIG revele los nombres de los empresarios y las empresas de La Línea-2, porque la corrupción es como el tango: se necesitan dos para bailarla. Y hasta ahora –como dijo Otto en su estentórea alocución dominical– sólo aparecen los que cobran, y no los que pagan.
Y así llegamos a las elecciones. Las cuales son una puesta en escena de lo que el CACIF y las buenas conciencias legalistas entienden por democracia. Y quienes irán a votar ya sea por las fórmulas en bloque de los partidos o en forma cruzada, soslayan la naturaleza sistémica de la corrupción y el hecho de que con su voto contribuyen a que esta Nave de los Locos siga su alegre travesía rumbo a la cascada y el despeñadero. Es obvio que resulta ingenuo soñar siquiera con que la mayoría se abstenga de votar, y tampoco parece ya posible que se atrasen las elecciones para hacer reformas en la ley. Todo señala a que el pueblo tendrá que arar con los bueyes que hay. Porque gente para impulsar una revolución como la boliviana o la ecuatoriana no tenemos aquí. Al menos no la suficiente. La prueba está en quién lleva la voz cantante y quiénes son los alegres corifeos en esta festiva coyuntura. ¡Urge por tanto salirnos del coro y convertirnos a fuerza en la primera voz!
Y quienes irán a votar ya sea por las fórmulas en bloque de los partidos o en forma cruzada, soslayan la naturaleza sistémica de la corrupción y el hecho de que con su voto contribuyen a que esta Nave de los Locos siga su alegre travesía rumbo a la cascada y el despeñadero.
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