Solo así las mujeres avanzarían y con ellas las sociedades y el mundo.
Irmalicia Velásquez Nimatuj
La jueza Ruth Bader Ginsburg (1933-2020) ha partido dejando una ejemplar herencia a las mujeres diversas del mundo. Con inteligencia, estrategia y profundo compromiso usó el sistema de justicia, y enseñó que, como una mujer profesional con privilegios, no llegó al más alto tribunal de los Estados Unidos para alimentar sus egos individuales, sino para cambiar el mundo donde nació, porque transitar por él, sin trastocarlo, es negarle a la vida, la fuerza transformadora con la que se nace.
Ruth Bader impregnó en la justicia universal una serie de logros y aportes que se convierten en desafíos, retos históricos y contemporáneos para quienes están o aspiran a esas magistraturas porque les muestra -a las mujeres y a los hombres- lo se puede hacer desde adentro del sistema -desde las entrañas del monstruo- cuando se llega con capacidad, conciencia y un plan que responde a las necesidades de las mayorías que demandan que los principios universales de la justicia equilibren los permanentes desequilibrios que desde el poder hegemónico buscan beneficiar a unos pocos, a los de siempre, a costa de la negación y del pleno ejercicio de derechos elementales de las mayorías, especialmente de los pueblos, comunidades o colectividades que demandan ejercer el derecho a la diferencia o a migrar como un pilar fundamental de vida.
Un ejemplo hermoso de RBG es que mientras más pasaban los años, más feroz se iba tornando su trabajo en materializar la justicia y la igualdad para enterrar cualquier discriminación contra las mujeres y los de abajo. Mostrando así que el tiempo no puede perderse en asuntos bizantinos o anhelando pasados evaporados sino usarlo estratégicamente, porque es lo más valioso que una funcionaria o cualquier persona posee y puede usar.
El legado de Bader a los siempre negados, ninguneados a extremo y muchas veces minimizados derechos de las mujeres por los sectores radicalmente conservadores, debe analizarse en sus agudas y subversivas defensas que sostuvo y que dieron cátedra al resto de sus colegas.
En base a su vida, ella tuvo claro que las mujeres jamás podrían transformar la época en la que vivían si no se les permitía poner al servicio de sus sociedades su ingenio y capacidad de forma plena, sin censura y garantizados en los marcos jurídicos que sostienen el estado de derecho. Solo así las mujeres avanzarían y con ellas las sociedades y el mundo. Y no se equivocó, RGB se ha marchado, pero nos hereda un mundo distinto al que ella recibió, donde enfrentó discriminaciones y violaciones en los inicios de su vida, pero enseñó que los cambios no llegan por milagro sino los construyen con inteligencia y persistencia, quienes enfrentan las opresiones, porque al final del día, la liberación no llega sin un actuar pleno.
Fuente: [https://elperiodico.com.gt/]
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