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De hegemonía y sujeto social del cambio

Edgar Celada

Hace una semana preguntamos, ¿si esto apenas empieza, dónde y cuándo termina? Pregunta sin respuesta, por más que la observación confirma que el proyector restaurador, estabilizador o gatopardista (como Ud. prefiera llamarlo) tiene dificultades para alcanzar sus propósitos, en medio de múltiples contradicciones.

No obstante, la experiencia histórica (incluida la de Guatemala) enseña que ningún régimen político, social y económico, por muy enredado que se encuentre en sus contradicciones internas, no “caerá”, si no se le hace caer. Podría decirse, para suavizarle la inconfundible resonancia leninista a esta afirmación, que no cambiará, si no se le hace cambiar.

Para que ese cambio ocurra hace falta una propuesta programática alternativa al modelo de dominación imperante, así como una fuerza social que genere y se apropie de esa propuesta de otro país posible: es necesario un proyecto nacional-popular para rescatar a Guatemala de la profunda crisis estructural en que se encuentra, dando a sus habitantes las posibilidades de una vida digna.

Para hacer viable ese proyecto, es necesario, además de formularlo, que sea compartido y respaldado por la mayoría de la nación. Eso puede ocurrir, en condiciones democráticas ideales, por vía electoral. Pero no necesariamente.

Entramos, así, de lleno, en el debate sobre la hegemonía y la constitución del sujeto del cambio histórico, que se está planteando como un asunto de primer orden para el futuro de los movimientos sociales y políticos emergidos durante, o interpelados por, la primera fase de la crisis actual.

Con sólida fundamentación teórica y un estudio a fondo del pensamiento de Antonio Gramsci, el historiador guatemalteco radicado en Canadá, Marco Fonseca, es uno de los principales animadores de ese necesario debate. Su oportuna visita al país, durante esta semana, ha significado una bocanada de aire fresco, en un ambiente saturado de trivialidades, clichés o supina ignorancia.

En estos días de conmemoraciones por el primer aniversario del inicio de las movilizaciones sociales, ha sido notorio el esfuerzo de articulación entre diversos protagonistas de los plantones y las marchas. Balbucean, en su Manifiesto 25A, una plataforma democrática y reformista, aún cargada de ambigüedades, pero imbuida de un espíritu de convergencia para “la consolidación de una plataforma incluyente que fortalezca el poder popular”.

Similar importancia tiene la movilización convocada por la Asamblea Social y Popular de Guatemala en torno a la Marcha por el Agua, con la cual no solamente apuntó al corazón del modelo económico depredador imperante, sino se consolidó como un actor de primera línea en el proceso de formulación del proyecto nacional-popular. La ASP mostró sus fuertes raíces en la auténtica Guatemala profunda, sustento imprescindible de la contrahegemonía viva y en construcción.

Así, atisbo una respuesta inicial: lo que apenas empieza debería terminar en la forja de un país donde la felicidad sea posible.

Entramos, así, de lleno, en el debate sobre la hegemonía y la constitución del sujeto del cambio histórico, que se está planteando como un asunto de primer orden para el futuro de los movimientos sociales y políticos emergidos durante, o interpelados por, la primera fase de la crisis actual.

Fuente: [http://www.s21.gt/2016/04/hegemonia-sujeto-social-del-cambio/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Edgar Celada Q.
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