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Un presidente de a sombrero

Jaime Barrios Carrillo
jbarrios@siglo21.com.gt

Un sistema democrático es un mecanismo social de toma de decisiones. Lo anterior funciona siempre y cuando haya una cultura democrática. Lamentablemente es lo que nos falta.

La democracia guatemalteca se debate hoy entre el sueño y la pesadilla de despertar, cada mañana, con la inseguridad y la pobreza tocando las puertas. Porque la democracia debe suministrar resultados. Si brinda salud, educación, seguridad y empleo, entonces el país se habrá democratizado. Los principales logros deben ser la disminución de la pobreza.

Entendemos por pobreza no solo lo económico/material, como la falta de recursos y empleos o de vivienda, sino también la ausencia de participación, los obstáculos para influir en las decisiones que a todo nivel atañen a los ciudadanos.

La frase cada pueblo tiene el gobierno que se merece, ha sido siempre interpretada bajo un signo negativo. Mas en el lado positivo no todo gobierno es malo por definición.

La democracia permite, por lo menos en el papel, la posibilidad de elegir el gobierno que el pueblo quiere y, por tanto, merece. Pero este domingo Guatemala puede llegar a elegir un comediante como presidente de la República.
De ser un país conocido internacionalmente como del orden trágico por su historia de sangre con represión militar, masacres, pobreza, racismo, corrupción y oligarquías, Guatemala el lunes podría ser conocida como una República Cómica, al elegir a un comediante sin grandes dotes para el arte escénico y con mucho menos preparación para la política.

En realidad una situación tragicómica, que nos pondrá en ridículo y nos alejará aún más del liderazgo regional ya hace tiempo perdido.

Alguna vez refiriéndose a la política de su país Carlos Fuentes dijo que los mexicanos votarían hasta por Cantinflas si fuera el caso. Los guatemaltecos están ahora dispuestos a elegir a Neto o a Nito, da lo mismo, con la enorme diferencia entre un extraordinario comediante como era Cantinflas y un poco brillante comediante, hoy apoyado por el descontento de la clase media urbana. Parece un chiste pero es la patética realidad del país.

Las miles de manifestantes que con gran ardor cívico contribuyeron al desaforo del corrupto gobierno de Pérez Molina, Baldetti y el resto de la mafia militar y la banda aduanera y financiera que nos gobernó, han emigrado electoralmente ahora hacia Jimmy Morales. Pero no es extraño ni contradictorio, hace cuatro años esos mismos manifestantes votaban masivamente por Pérez Molina.

Hay algo de zarabanda y de grotesco en todo este proceso que catapultó a candidato de un partido fundado por militares con pasado sangriento. Se asemeja a una actividad bufa y la elección de su Rey Feo. No hay sustancia, no hay seriedad, no hay memoria histórica, no hay solidaridad con los pobres ni con los campesinos. Es la patria del criollo y sus criollitos clase medieros.

Por curiosidad he vuelto a ver la película Un presidente de a sombrero. La fantasía ha superado a la realidad. Es surrealista y es chocante.

Fuente: [http://www.s21.com.gt/tragaluz/2015/10/25/presidente-sombrero]