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Irmalicia Velásquez Nimatuj

Ambos se han caracterizado por perturbarle el sueño al poder guatemalteco desde los espacios que han construido; desde sus acciones en las instancias en donde se han desempeñado y a través de sus posicionamientos ideológicos

La decisión del abogado Augusto Jordán Rodas Andrade, ex Procurador de los Derechos Humanos (2017-2022), de participar como candidato a la vicepresidencia de Guatemala, acompañando a la lideresa Maya-Mam, del Partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos, MLP, Thelma Cabrera, quien es la candidata a la primera magistratura del país, puede leerse desde múltiples aristas.  En este breve articulo me referiré a tres puntos que resultan trascendentes para las alianzas estratégicas necesarias y urgentes desde el diverso y complejo movimiento social progresista que, desde los diferentes territorios, busca disputarle un poco del poder a las elites tradicionales y a las elites emergentes.  

El primer elemento a resaltar son las raíces de ambos candidatos, Thelma y Jordán son originarios del altiplano guatemalteco.  Las raíces de Thelma están en el pueblo mam que ha vivido desde antes de la colonización española en el territorio que hoy se conoce como Quetzaltenango.  Y cuyos ancestros fueron obligados a migrar a la costa sur en busca de tierra cultivable para sobrevivir los despojos y la degradación a la que fueron sometidos por el actual Estado-Nación.  Mientras que, Jordán Rodas nació, creció, se formó e inició su carrera política en la ciudad de Quetzaltenango. Esto indica que ambos provienen de una de las regiones que históricamente se ha rebelado a la macrocefalia política, en que se ha convertido la capital del país. Además, es una región en donde las voces de descontento han estado acompañadas a lo largo de la historia de distintas propuestas para construir una nación alterna.

El segundo elemento es que lograron una importante representación política en términos étnicos, Thelma una mujer Mam y Jordán un abogado que proviene de los sectores ladinos de clase media de Quetzaltenango.  Este binomio, entonces, ejemplifica lo que se ha demandado: la necesidad de que los políticos ladinos reconozcan que las y los representantes de los pueblos indígenas, tienen el derecho de encabezar binomios presidenciales y cualquier otro espacio de poder, no solo por ser un derecho histórico que se les ha negado, sino porque poseen la capacidad, la conciencia basada en la experiencia de vida y el conocimiento para ejercerlo.

Y tercero, ambos políticos, Thelma y Jordán, se han caracterizado por perturbarle el sueño al poder guatemalteco desde los espacios que se han ido construyendo; desde sus acciones en las instancias en donde se han desempeñado y a través de sus posicionamientos ideológicos que han sido en defensa de los bienes comunes. Ambos son odiados, despreciados y demonizados por el poder hegemónico, ambos han sido desacreditados por todos los medios al alcance de quienes controlan el gran capital, acusándolos de comunistas, por eso, ambos se han convertido, para sectores progresistas en figuras nacionales que ejemplifican, no solo las posibilidades de resistir, sino la esperanza de devolverle la dignidad a la política guatemalteca.

Ambos son odiados, despreciados y demonizados por el poder hegemónico, ambos han sido desacreditados por todos los medios al alcance de quienes controlan el gran capital, acusándolos de comunistas, por eso, ambos se han convertido, para sectores progresistas en figuras nacionales que ejemplifican, no solo las posibilidades de resistir, sino la esperanza de devolverle la dignidad a la política guatemalteca.

Fuente: [elperiodico.com.gt]

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Irma Alicia Velásquez Nimatuj