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Pasar por el puente de hamaca

Edgar Celada Q.
eceladaq@gmail.com

El acontecer noticioso sigue marcado por el reacomodo en el gobierno de Estados Unidos, transcurridos 12 días desde que Donald Trump asumió la presidencia.

Lo que el 8 de noviembre de 2016 parecía una pesadilla, con el discurso de investidura del 20 de enero pasó a ser una amenaza cargada de retórica conservadora, ahora se convirtió en disposiciones y más verbosidad amenazante, que han cimbrado al mundo.

Escrita esta última idea, salta la asociación con Diez días que conmovieron al mundo, el clásico testimonio de otro estadounidense, John Reed, referido a la revolución rusa de 1917.

Ligamen mental que sólo se justifica en cuanto paraleliza procesos sociopolíticos que marcan encrucijadas globales, situadas en claras antípodas históricas.

En efecto, muy lejos de compararse con Vladimir Lenin, a Donald Trump únicamente puede asociarse con Lavr Kornílov, el general zarista que intentó frenar el ascenso revolucionario en Petrogrado hace casi un siglo.

Esa es, sin embargo, otra historia: la que nos ocupa hoy mira hacia adelante, aunque sugiera una korniloviada para detener el derrumbe de otro imperio. Por lo pronto, decía ayer un apreciado columnista costarricense, el mundo camina por un puente de hamaca, pasando un desfiladero hacia no sabemos dónde.

Por paradójico que parezca, los agresivos coletazos de Trump, específicamente su política anti inmigratoria, el anunciado cierre de los flujos de remesas familiares y el retorno al proteccionismo comercial, pueden convertirse en una encrucijada global que marque en un sentido distinto el futuro de naciones como la nuestra, convertida deliberadamente –por razones geopolíticas y económicas– en apéndice de EE. UU.

En la década de los 80 del siglo pasado, cuando la revolución en Nicaragua rompió la cadena de dominación imperial en el istmo y otro triunfo revolucionario parecía posible en El Salvador, en Washington se diseñó el modelo neo exportador para la cuenca del Caribe y Centroamérica, que pronto empalmaría con el esquema de globalización neoliberal de la postguerra fría.

Ahora resulta que, con Trump en la Casa Blanca, los supuestos ideológicos y materiales de aquel modelo de dominación están en entredicho. Las economías reestructuradas para exportar hacia el mercado estadounidense, tanto peor si su principal producto exportable es mano de obra barata, entran en la mirada de sospecha y el seño fruncido presidencial.

Las implicaciones de ese viraje histórico en EE. UU., si llega a consolidarse y profundizarse, serán muy graves para Guatemala y sus vecinos (empezando, claro, por México). Considérese, por ejemplo, que solamente en 2016 las remesas familiares equivalieron, aproximadamente, al 70 por ciento de los ingresos por las exportaciones guatemaltecas, y que el 33.5 por ciento de éstas se dirigió hacia EE.UU. en ese mismo año.

El tsunami lo tenemos a la vista, en medio de una crisis política e institucional que tiene al país en medio del pantano. ¿Cómo vamos a pasar por el puente de hamaca?

Las economías reestructuradas para exportar hacia el mercado estadounidense, tanto peor si su principal producto exportable es mano de obra barata, entran en la mirada de sospecha y el seño fruncido presidencial.

Fuente: [www.s21.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Edgar Celada Q.
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