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Jaime Barrios Carrillo

La poesía dice verdades profundas. Devela aquello que los ojos no quieren o no pueden ver. El indio es invisible en Guatemala. Se le ha negado el derecho de identidad al imponerle desde la invasión española la denominación de “indio”. 

Se trata en cambio de pueblos originales. Asimismo de una estricta separación étnica dentro de un sistema de dominación cultural, económica y social. Esta separación encuentra su significado en la expresión coloquial “aparte somos nosotros y aparte los naturales”. ¿Cuál es la significación de este dicho popular? Más allá del señalamiento de separación preguntamos: ¿quiénes serán los que no son “naturales”? 

Inquieta el significado cuando se refiere a la situación de inviabilidad como país. Carencia de cohesión social y cultural. Es decir que Guatemala como país pudiera ser inviable si no se realizan cambios estructurales. Alguna vez el poeta Luis Cardoza y Aragón (1902-1992) planteó la construcción de la identidad preguntándose en un extenso poema qué era ser guatemalteco. Sus respuestas líricas fueron agudas y desgarradoras. Entre otras cosas expresó:

“El cristiano país sin cristianismo… Nubes irresponsables vulneran el azul… La injusticia engendra la violencia… En mi país de indios matar a un indio no es matar a un hombre… Tierra cruel, tierra de ceniza y llanto… El país cada vez más hundido, más colonizado, más injusto y bestial que cuando nacimos. El indio guatemalteco es prueba inequívoca de la resistencia humana. Es la materia prima riquísima y renovable más explotada del mundo”.

En las últimas semanas se ha agudizado el rechazo al gobierno y a la clase política. Manifestaciones, comunicados, columnas de opinión, programas de radio. La gente guatemalteca pierde el miedo y comienza a hablar. A exigir. Hay mucha inconformidad. Y es positivo que se discutan los problemas del país. Sus carencias, las históricas injusticias. 

Cuando el vicepresidente Castillo pidió la renuncia al mandatario Giammattei se había llegado a una crisis de conflictividad institucional. No se podía seguir ocultando el sol con una mano, ni con las dos. Pero no se trata de la protesta de grupos aislados o radicales sino una dimensión más global que refleja las estructuras del sistema en la gestión errática de Giammattei. La crisis es vieja, se viene acumulando ineficiencia desde hace lustros. Pérez Molina, Jimmy Morales, Alejandro Giammattei resultan ejemplares de la misma loma con tonalidades y pieles diferentes pero en el fondo son más de lo mismo: ¡corrupción!

Y ninguno de los tres personajes mencionados se puede considerar un preclaro luchador contra el lacerante racismo que existe en Guatemala. A los tres se les olvidaron los pueblos originales. Si vamos más atrás encontramos que la regla nacional es que a los presidentes, a los políticos, se les olvidan siempre los pueblos originales. Los mayas no existen más que en declaraciones y en la letra muerta de una legislación que no se lleva a la práctica. Los “inditos” serán buenos siempre y cuando sean “nuestros”. 

La dominación y explotación sobre los pueblos de origen maya ha continuado a lo largo de la historia de Guatemala. A veces en forma de exclusión intencionada, racismo puro que se refleja hasta en los chistes, en prejuicios ladinos y en expresiones coloquiales. Y otras veces ha llegado a extremos de violencia como la masacre de Patzicía en 1946, la de Las Dos Erres el 6 diciembre 1982 o el genocidio de ixiles confirmado en septiembre de 2018 por un tribunal competente. Los tres jueces, Sara Yoc, María Eugenia Castellanos y Jaime González, señalaron por unanimidad que las masacres del pueblo ixil estaban enmarcadas dentro un plan de exterminio sistemático realizado por el Ejército y detallaron las barbaries ocurridas en los años ochenta en Santa María Nebaj, San Juan Cotzal y San Gaspar Chajul. Se convalida así la sentencia de 2013, dos veces han dictaminado tribunales competentes que SÍ HUBO GENOCIDIO.

El general Ríos Montt era un fundamentalista y en nombre de su dios se cometieron miles de asesinatos. Desprecio por la vida, discriminación del indígena, rechazo a sus formas ancestrales de entender el mundo, la medicina y las plantas. Porque a los pueblos originales hay que apartarlos de “nosotros”. Esta es la esencia del racismo agresivo. 

El fundamentalismo religioso ha seguido después de Ríos Montt tratando de domesticar y “salvar” a las almas de los indígenas. “Bendiciones”, terminaba Pérez Molina sus mentirosos discursos. Lo mismo dice ahora Giammattei. Se trata realmente de “maldiciones” para el pueblo.

El general Ríos Montt era un fundamentalista y en nombre de su dios se cometieron miles de asesinatos. Desprecio por la vida, discriminación del indígena, rechazo a sus formas ancestrales de entender el mundo, la medicina y las plantas.

La inconformidad llegó a la Plaza y Giammattei llamó a la OEA porque se llevaba a cabo un golpe de Estado. La institucionalidad democrática estaba en peligro, según él. Montaron el show que presenciamos con el autoincendio de un cuarto del Congreso y un bus frente al Palacio Nacional de la Cultura. Pero no les resultó y en cambio la represión brutal mostró la cara verdadera del Pacto de Corruptos. 

Cuando comenzaron a manifestarse los pueblos originales se activó la alarma roja de las elites oligárquicas y sus aliados corruptos en el Estado o contratistas del mismo. Los bloqueos y manifestaciones en el departamento de Sololá estremecieron al Pacto de Corruptos. Las elites temen “al indio”. Es cuestión histórica. No quieren verlo. Lo niegan, lo ocultan y tratan siempre de manipular situaciones que consideran peligrosas. Desde la misma Independencia cuando conservadores y liberales, también españoles y criollos, se conciliaron para hacer el cambio que se venía inevitable pero que había que hacerlo y controlarlo, como reza en el acta: “para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. 

“Pueblo” era un eufemismo para no decir “indios”. Estaban frescas las escenas libertarias en Totonicapán en 1820, lideradas por Atanasio Tzul. Los “independentistas”, incluyendo al brigadier español Gabino Gaínza que era el jefe del Gobierno, salieron a anunciar el magno acontecimiento que se celebró con cohetillos. Gaínza además conservó su puesto. Públicamente fue solo un aspaviento pues no revelaron los planes de anexión a México. Esta ha sido desde el principio la falsa actitud de soberanía de las elites dominantes. Alguna vez dijo Justo Rufino Barrios advirtiendo del “peligro de los indios”: “después de mí vendrá a gobernar un caite”. 

Las elites siempre se aproximan cuando sienten el rumor de los mayas que tanto niegan. El Presidente y el Vicepresidente anunciaron su reconciliación en bien de la unidad nacional y de todos los guatemaltecos. Dieron a conocer medidas de reorganización pero nada dijeron de los pueblos originales. 

Y no se puede entender Guatemala sin los pueblos originales. El país vive a expensas del campesinado indígena. La economía sobrevive gracias a las remesas que envían desde los Estados Unidos los migrantes indígenas. El turismo ofrece la Guatemala maya, los textiles y el colorido indígena.

Pero es el campesinado indígena el que sufre las consecuencias del sistema, los embates de la naturaleza, la pandemia, la ineficiencia y corrupción del Estado, la ausencia de políticas efectivas de desarrollo y combate a la pobreza. Basta con ver los índices de desnutrición, falta de escolaridad, pobreza extrema, carencia de tierras y salud precaria que asolan a los pueblos originales. Al maya se le desprecia por pobre, de ahí la coloquial excepción del racismo: “indio pero con pisto”.

El país vive a expensas del campesinado indígena. La economía sobrevive gracias a las remesas que envían desde los Estados Unidos los migrantes indígenas. El turismo ofrece la Guatemala maya, los textiles y el colorido indígena.

El racismo se expresa en un odio sublimado o abierto. En todo caso odio étnico que se desborda como fenómeno cotidiano. En palabras, en gestos, en actitudes. Odio contra Rigoberta Menchú. Contra los 48 Cantones de Totonicapán. Contra el CUC. Odio contra los sacerdotes mayas. El poeta k’iche’ Humberto Ak’abal nos dejó un impactante testimonio en sus versos:

“Cuando nací

me pusieron dos lágrimas

en los ojos

para que pudiera ver

el tamaño del dolor de mi gente”.

No olvidar nunca que José Martí descubrió la América profunda en Guatemala. Advirtió que el continente comenzaría a andar solo cuando lo hicieran los pueblos originales.

“En los templos ya solo se oyen Las oraciones de los troncos Convertidos en bancas”. — (Humberto Ak’abal)

Fuente:[elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Jaime Barrios Carrillo
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