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De Babel a Guatepeor

Edgar Celada Q.
eceladaq@gmail.com

Los signos ominosos del pantano en que se encuentra atascado el país aparecen por todas partes. No damos una; ni para atrás, menos para adelante, decíamos en este mismo espacio hace una semana.

Fugas de connotados criminales, en las narices de las autoridades civiles rodeadas de custodios militares.
Pérdida evidente del control territorial en la frontera occidental, a manos de gavillas de narcotraficantes: apelación al recurso extremo del estado de sitio, en medio del sonar de atabales que presagian más violencia y derramamiento de sangre.

Renuncias ministeriales que nadie explica, ni siquiera los mismos defenestrados. Ahh…y sin que tampoco se anuncie cuál será el nuevo rumbo, si es que hubo o habrá alguno.

Un presidente sumido en el mutismo político, probablemente porque lo convencieron que “calladito se mira más bonito”.

Un Legislativo presto a cerrar el período ordinario de sesiones sin haber dado un solo paso, de signo positivo, en su presunta tarea central del año: la discusión de las reformas constitucionales en materia de justicia.
(Dice un acucioso y fraterno observador centroamericano: “esta no es la Junta Directiva [del Congreso] de la impunidad, sino la Junta Directiva de la inutilidad”).

El listado, abono de pesimismo, puede continuar y llenar páginas enteras. ¿Entonces, aquí no ocurre nada bueno?
De las buenas noticias de 2015 y los atisbos de una primavera que no llegó a ser (¿caprichos del cambio climático?), pasamos al desaliento de la restauración conservadora en curso, fuente inmediata del pantano en que nos encontramos.

Pero bajo la superficie, aunque esta sea de miasmas, bulle una sociedad dispuesta al cambio. Está activa en territorios no enfocados usualmente por los grandes medios de comunicación, los del entretenimiento y la desinformación.

Se nota en el activismo joven que se apropia e impulsa con creatividad la reforma constitucional; se nota en el entusiasmo y la convicción con el que cerca de tres centenares de personas suscribieron, el domingo pasado, el documento legal que los habilitará para emprender la tarea de construir un nuevo partido, sin dueños ni caudillos.
Se nota, también, en las voces responsables que desde la derecha pensante se desmarcan de las mafias y de la partidocracia cleptómana, apostando por un país moderno y tolerante.

Voces emparentadas con aquellas otras que empiezan a avivar la alerta sobre la necesidad dejar Babel atrás, por el riesgo de que en el camino de la confrontación hagamos el juego a las mafias y sigamos bajando hacia Guatepeor.
Las voces del diálogo y la búsqueda de acuerdos nacionales, siempre postergados y muchas veces traicionados. Voces que pueden encontrar oídos receptivos, a condición de que no haya excluidos y de que se reconozca la nueva realidad sociopolítica del país.

Esto es lo nuevo, lo que no se ve a simple vista, pero existe. Puede que la semilla no germine, pero debemos porfiar.

Fuente: [www.s21.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Edgar Celada Q.
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