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Irmalicia Velásquez Nimatuj

El Valle de Palajunoj, que aglutina a 11 comunidades rurales, parte del municipio de Quetzaltenango, en donde viven poco más de 40 mil habitantes, cumplió el 1 de abril un mes de resistir frente a su demanda que el Plan de Ordenamiento Territorial, POT, que fue aprobado como reglamento municipal y se convirtió en ley en 2017, sin consulta ni participación de las comunidades, y que “ordena” sus tierras de manera ilógica, dado que algunos de sus artículos violentan la propiedad de las personas al aplicarles multas y arbitrios excesivos y abusivos por solicitar una licencia de construcción, mientras otros son racistas y colonialistas, al imponerles multas de Q200 mil a Q500 mil por faltarle el respeto a las autoridades municipales de la ciudad de Quetzaltenango. 

Y mientras el alcalde, Juan Fernando López, continúa de vacaciones -negándose a cumplir sus promesas de campaña firmadas, grabadas y sellas para revisar el POT y adecuarlo al contexto económico, político y cultural de las familias rurales- el Valle de Palajunoj ha dado un ejemplo de resistencia cotidiana, colectiva, pacífica, ordena y con objetivos claros.  Al frente se encuentran, sin más poder que el que le asignan sus varas, las alcaldías indígenas de las 11 comunidades.  Autoridades indígenas que el alcalde y su consejo no reconocen a pesar de que el Artículo 55 del Código Municipal reza: “El gobierno del municipio debe reconocer, respetar y promover las alcaldías indígenas, cuando estas existan, incluyendo sus propias formas de funcionamiento administrativo.”

En este mes de lucha han mostrado la dignidad que sostiene a las y los alcaldes indígenas a pesar del profundo racismo y discriminación de clase que enfrentan desde un consejo municipal, cuya cabeza se asume ladino y como tal actúa el resto de sus integrantes.  A pesar de la criminalización que como comunidades enfrentan desde la ciudad que los culpabiliza y del silencio de casi toda la prensa de la ciudad que ha sido cooptada.

El Valle de Palajunoj está mostrando que a pesar de sus limitaciones económicas su fuerza radica en mantener una participación organizada en donde las mujeres, de todas las edades, están desafiando al machismo, jugando un rol clave con su presencia a pesar del frío, el polvo, la lluvia, el hambre, las amenazas y los insultos discriminatorios.  Ellas han levantado su voz y con su cuerpo cuidan la puerta del Valle porque saben de los múltiples engaños a los que los políticos las han sometido.

De igual manera los cientos de migrantes colaboran de manera económica y emocional, no han abandonado a sus familias, desde la distancia saben que sus territorios son a donde volverán y junto a sus comunidades no se oponen al ordenamiento territorial, pero éste no debe implicar empobrecerlo mientras facilita que las grandes empresas avancen en la toma de los recursos que aún les quedan.

Ellas han levantado su voz y con su cuerpo cuidan la puerta del Valle porque saben de los múltiples engaños a los que los políticos las han sometido.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj