Jaime Barrios Carrillo
Miguel Ángel Asturias se graduó de abogado en la Universidad de San Carlos en 1923, sin embargo nunca ejerció. Lo suyo era la escritura. Antes de ser el narrador que obtuvo el Premio Nobel de Literatura, fue un periodista de tiempo completo. Participó en la fundación de la Asociación de Periodistas de Guatemala APG, como consta en el acta fundacional del 10 de abril de 1947. De ahí que recibiera con alegría en 1968, ya siendo Nobel, la distinción de la asociación, el Quetzal de Jade Maya.
La relación entre periodismo y narrativa caracteriza a los otros dos novelistas latinoamericanos galardonados con el Nobel, Gabriel García Márquez en 1983 y Mario Vargas Llosa en 2010. Otros narradores que han cultivado el periodismo son Carlos Fuentes, Alejo Carpentier, Virginia Vidal, Mario Benedetti, Tomas Eloy Martínez, Elena Poniatowska y Sergio Ramírez.
El periodismo en América Latina ha sido escuela de escritura, fenómeno que Augusto Monterroso llama “periodistas-escritores, escritores-periodistas”. Los grandes fundadores del modernismo, Rubén Darío y Enrique Gómez Carrillo, fueron asimismo periodistas.
Sergio Ramírez, en una conferencia sobre el tema de literatura y periodismo, resaltó el carácter extravagante, así lo llamo, de la historia pública en el continente, que ha impulsado una tendencia de “parir personajes hechos a la medida de la novela”. Tomas Eloy Martínez en un artículo afirmaba:
“Antes, los periodistas de alma soñaban con escribir aunque solo fuera una novela en la vida; ahora, los novelistas de alma sueñan con escribir un reportaje o una crónica tan inolvidables como una bella novela. Algunos jóvenes periodistas creen, a veces, que narrar es imaginar o inventar, sin advertir que el periodismo es un oficio extremadamente sensible, donde la más ligera falsedad, puede hacer pedazos la confianza que se fue creando en el lector durante años”.
Para Asturias, la novela puede y debe cambiar la realidad. La considera parte de la lucha de los pueblos, aseguraba: “Soy un escritor comprometido. Pero es con una realidad y un mundo, que en este caso es la realidad y el pueblo de Guatemala.”
Este compromiso es un arranque de la vida literaria de Asturias. Comenzó escribiendo poesía, pero el periodismo fue la puerta para profundizar en los temas que le apasionaban. Escribe unas primeras crónicas en Tiempos Nuevos y es arrestado por el gobierno de José María Orellana a causa de sus opiniones. En 1928 publicará un texto, mezcla de reportaje y ensayo, Arquitectura de la vida nueva, que constituye punto de partida de su compromiso con el cambio social. Expresa entonces, como lo señala el profesor Amos Segala, su nueva convicción: el mestizaje.
En 1924 viaja a Londres a estudiar Economía, pero la dejaría para trasladarse a París donde comienza su corresponsalía con El Imparcial. Envió semanalmente crónicas durante los años que permanece en Francia. Escribe para aquel diario 440 crónicas en nueve años. La colección Archivos de UNESCO ha publicado una compilación completa y comentada de sus textos periodísticos publicados entre 1924 y 1933, bajo la coordinación del profesor Amos Segala y la participación de connotados americanistas como Claude Couffon, Gerald Martin y George Pillement y el historiador guatemalteco Arturo Taracena. Un volumen que no debería faltar en las escuelas de periodismo. Fue en El Imparcial donde nació el Asturias periodista, quien lo recuerda así:
“En 1920 se funda en Guatemala el periódico El Imparcial, con el poeta Porfirio Barba Jacob como jefe de redacción. Yo empecé a trabajar como redactor de ese periódico en 1920. Recogía las noticias que llevaban los reporteros y hacía el correspondiente artículo, pero el que nos revisaba todo era Porfirio Barba Jacob, hombre fantástico y de decidida vocación literaria”.
Durante su estancia de nueve años en Francia es miembro de la Asociación de Prensa Latina que celebraba congresos en diferentes países del mundo, como Egipto, Italia, Hungría, España, Cuba, Rumania, Turquía y Grecia. Segala refiere el orgullo de Asturias en París de ser el “corresponsal en París” de El Imparcial y afirma:
“…el periodismo asturiano de los años 24 al 33 es concebido con perseverancia y sin concesiones, como una tribuna para discutir los asuntos de su país”.
Asturias escribe reportajes de gran impacto como la travesía del Atlántico de Lindbergh o los funerales de Anatole France. Le hace en 1928 una entrevista a Miguel de Unamuno, exiliado en París. Unamuno no le oculta su republicanismo y sus críticas al dictador militar Primo de Rivera y llega a decirle a Asturias, “las escuelas militares arruinan el cerebro”. Asturias mismo calcula en 2 mil los artículos periodísticos que escribió en Francia. Además de El Imparcial publico en La Nación de Buenos Aires, El Nacional de Caracas y ABC de Madrid, entre otros medios.
Al volver a Guatemala en 1933 no había muchas posibilidades para la escritura profesional. Decide fundar en 1934 un periódico que llamó Éxito sobre el cual señala el académico argentino Fernando Feliú:
“…su consolidación (de Asturias) en el mundo de la prensa se da con la fundación del diario Éxito…y que Asturias dirige desde su comienzo. El periódico era un intento de crear un medio que “instruya, informe y deleite a una gran mayoría de nuestra población sin recursos”. Éxito costaba 3 centavos, en comparación a los 5 de El Liberal Progresista y El Imparcial…Llegando a tener una tirada de unos 15 mil ejemplares diarios, se distribuía en todo el país.
En el espacio sofocante de la dictadura de Ubico, donde estaban prohibidos los editoriales en la prensa como cualquier tipo de crítica política al régimen, Éxito informó sobre la vida diaria en la capital y en las provincias…se publicó durante casi un año, hasta marzo de 1935…Es en Éxito donde se encuentra la mayor parte del periodismo escrito por Asturias en estos 11 años (1933-1944)”.
El diario quebró por falta de anuncios y suscriptores. El poeta Luis Cardoza y Aragón con su conocida alergia contra Asturias comentaría años después de que “no tuvo éxito con Éxito”, pero desde una perspectiva objetiva si lo tuvo, pues contribuyó al desarrollo de la prensa escrita guatemalteca, como señala Feliú.
La vocación por el periodismo de Asturias lo llevó a aceptar por un tiempo la dirección de un periódico oficialista, El Liberal Progresista, que le permitió la sobrevivencia económica para fundar después el primer radioperiódico de Guatemala, y de todo el continente latinoamericano. Se llamó Diario del Aire y alcanzó una gran audiencia. Cuenta Asturias:
“…se me ocurrió un día que se podría preparar un programa radial que fuera un poco lo que es un periódico. Organizamos lo que se llamo Diario del Aire, transmitido durante media hora dos veces por semana. Teníamos tres reporteros, varios colaboradores y yo era el director”.
Miguel Ángel Asturias participó en 1928 en un congreso internacional celebrado en Cuba, representando a Prensa Latina de París. Años después sería jurado del Premio Casa de las Américas en la década del sesenta y dio conferencias recordando su primera estadía en los años veinte en Cuba como representante de la antigua Prensa Latina en París. El gobierno de Cuba creó por entonces su agencia de noticias con el mismo nombre inspirado en el nombre de aquella experiencia parisina de periodistas latinoamericanos. La agencia cubana Prensa Latina tuvo dentro del equipo inicial de periodistas a Gabriel García Márquez.
El novelista Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura, fue primero un consumado periodista. Asturias pasó de la crónica a la ficción y en su narrativa se expresa un realismo que aunque mágico refleja la realidad de Guatemala y de los pueblos latinoamericanos. Periodismo y ficción como dos caras reveladoras de la misma moneda.
Fuente: [elperiodico.com.gt]
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