Irmalicia Velásquez Nimatuj
Un rostro de Guatemala muestra la historia delineada por agudos niveles de exclusiones, creados por las elites criollas y sectores afines que han sometido a la mayoría de las poblaciones. Otro rostro, muestra que Guatemala no ha sido un país silenciado, sino que, además, ha sido definido por la rebeldía de pueblos, movimientos y voces diversas que han sabido resistir a través de múltiples formas y con variadas herramientas.
Opresiones y resistencias, entonces, se han entretejido y nos colocan en lo que hoy somos, una nación en donde no deja de germinar la rebeldía.
En este contexto de lucha de contrarios, de conflictividad social permanente, en donde unos usan la hegemonía para controlar y otros para crear formas de liberación es que deben de leerse los 30 años que CODECA está celebrando. Tres décadas que han visto crecer lentamente un movimiento social que nació de 17 familias originarias de la costa sur del país, nada extraño sí se sabe de la concentración extrema de la tierra, riqueza, recursos y de la explotación inclemente de la mano de obra de la región.
Hoy es difícil cuantificar cuántas familias o personas son parte de CODECA de manera directa o indirecta, quienes se han ido sumando a lo largo de los años porque comparten las exclusiones, sin importar si viven en el norte, oriente, sur u occidente del país. La situación socioeconómica solo se ha ido agudizando a partir de la toma de posesión del gobierno del cómico de tercera categoría, Jimmy Morales en 2016.
¿Pero en dónde radica la fuerza de este movimiento?
Primero en que no asumieron los Acuerdos de Paz (1996) como la panacea que solucionaría los problemas estructurales de Guatemala, dada la militancia de algunos de sus fundadores en la izquierda que se alzó, conocían los límites tanto del Estado como de los grupos guerrilleros que firmaron la paz. Segundo, nunca se despreciaron así mismos, nunca ignoraron su propia capacidad transformativa como sectores pobres diversos, sabían que la conciencia al cultivarse en los ultrajados y subsumidos por las elites y el Estado podría convertirse en el detonante que facilitaría su organización. Tercero, si bien hay fundadores no han cultivado la ideología individualista de que una sola persona por su inteligencia, sus logros económicos, académicos o cualquier otra destreza que posea, sea capaz de transformar por sí sola la realidad de todo un país. O sea, han evitado fomentar el mesianismo. Cuarto no buscaron construirse alrededor de la cooperación internacional, a pesar de que nacen en un momento en que la comunidad internacional buscó financiar todo proceso organizativo a lo largo y ancho del país. Y quinto los convoca el estar convencidos de que su realidad social solo puede ser transformada por quienes la viven y eso, requiere convertirse en sujetos políticos capaces de identificar a sus opresores y de delinear las rutas para derrotarlos.
Fuente: [elperiodico.com.gt]
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