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¿Y qué hacer con la derecha?

Hacia una alternativa política para democratizar el capital y el Estado (3).

Mario Roberto Morales

Al igual que la izquierda, la derecha local también padece de obsolescencia y falta de unidad. Pero a diferencia de aquélla, ésta tiene un sector dominante que alinea al resto por medio de la coacción económica (vía monopolismo financiero) y la hegemonía ideológica (vía rancios moralismos y anticomunismos cristianos).

Debo empezar este segmento abordando la cuestión más peliaguda de todas: el posible papel de la oligarquía en un proceso de democratización del capital y del Estado, para lo cual debo recordar que en varias ocasiones he repetido que si la oligarquía participara de un proceso de democratización del capital –impulsando en lo privado una banca que, alternando con otra banca pública y soberana, brinde préstamos pagables a pequeños y medianos empresarios nuevos o viejos y promueva así el crecimiento capitalista y la expansión de una amplia clase media asalariada–, no sólo estaría siendo fiel a su postulado liberal adhiriendo a los principios de igualdad de oportunidades, libre competencia y control de monopolios sino, y esto es lo que a la oligarquía más le importa, podría ampliar grandemente sus márgenes de lucro, pues participaría en una expansión creciente del capitalismo local. En otras palabras, si la oligarquía jugara un papel activo en la democratización del capital y del Estado, haría más dinero del que hace mediante una economía monopolista que necesita de la corrupción estatal y la violencia militar para mantenerse funcionando de manera ineficiente. Lo mismo ocurriría con su vanguardia neoliberal, si ésta fuera consecuente con su cacareado antioligarquismo y dejara de servir a la oligarquía para pasar a articular un proyecto político democratizador del capital y del Estado, convergiendo en esto con otros grupos sociales organizados.

Y qué decir de la ultraderecha fascista, anticomunista, de guerra fría, en sus diferentes expresiones: tanto la militar ultramontana, genocida y vinculada al crimen organizado, como la civil, de cuello blanco, “decente”, neoliberal y también vinculada al crimen organizado, como ha quedado visto a lo largo de la “era CICIG” con la llamada Línea 2 y su servidumbre gerencial (Archila et al), de seguridad (“Puñalito” et al), periodística (Canal Antigua-Contrapoder et al), legislativa (el “diputerío” corrupto de “izquierda” y derecha) y presidencial (Arzú, Berger, Jimmy et al.). Los miembros de estas huestes no pueden participar de un proyecto de democratización del capital y del Estado, no sólo porque por fortuna no están interesados en ello –pues lo que buscan es la prolongación indefinida del statu quo–, sino porque ellos son el statu quo a superar.

Pero dejemos a la oligarquía con su monopolismo, a los neoliberales con su discurso vacuo, a los corruptos con sus delitos y a los fascistas con sus crímenes, y veamos qué sectores de derecha sí están en posición –por interés económico– de querer y poder participar en el proyecto que proponemos. Y empecemos hablando de los pequeños y medianos empresarios de derecha, para quienes el único obstáculo que existe para prosperar es el monopolismo oligárquico (y no la izquierda, como quiere hacer aparecer la oligarquía, pues ya vimos que la izquierda es políticamente inoperante y prácticamente inexistente), ya que eso es lo único que anula la libre competencia mediante el mercantilismo como uso del Estado para legalizar las prácticas monopolistas. ¿Un ejemplo? Los polleros oligarcas que le ordenan a un presidente servil que le suba los aranceles al pollo importado para hacer quebrar a los importadores y eliminar así la competencia. ¿Por qué no estimular esta importación y también nuevas industrias de polleros no-oligarcas? Así, mediante una banca que les facilite a los nuevos empresarios fundar nuevas empresas se democratiza el capital. Es obvio que el pequeño, mediano y gran empresariado no-oligárquico de derecha jugaría un papel central en este proyecto de democratización económica, el cual sería la base sobre la que ya se podría democratizar el Estado.

¿Y quiénes más participarían? (Continuará).

Y empecemos hablando de los pequeños y medianos empresarios de derecha, para quienes el único obstáculo que existe para prosperar es el monopolismo oligárquico (y no la izquierda, como quiere hacer aparecer la oligarquía, pues ya vimos que la izquierda es políticamente inoperante y prácticamente inexistente)…

Fuente: [www.mariorobertomorales.info]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mario Roberto Morales
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