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Vivir es resistir

Las mujeres somos asumidas como mercancía, seres desechables o una estadística más.

María Aguilar

A partir de la brutal violación y asesinato de Lucía Pérez, una joven argentina de 16 años, el pasado miércoles, se realizaron protestas a nivel latinoamericano para demandar castigo y expresar el hartazgo contra la violencia a la que diariamente estamos expuestas miles de mujeres. En Guatemala, la Plaza de la Constitución fue el punto de encuentro para distintos grupos, donde vestidas de negro, con carteles, cantos y performances se protestó y denunció la imparable violencia.

Lastimosamente, la poca cobertura mediática y la discusión sobre la denuncia se enfocó en el desnudo que era parte de los performances y no en el tema de fondo. Esto solo es una muestra de que vivimos en una sociedad hipócrita, que ve el desnudo de una mujer como un acto escandaloso pero no se indigna de que al mismo tiempo que se protestaba en la Plaza central, en la colonia Quinta Samayoa, la Policía realizaba un operativo en el que rescató a 200 mujeres víctimas de explotación sexual, incluida una menor.

De igual forma, si los medios de comunicación investigaran en Guatemala a profundidad sobre las múltiples violencias contra la mujer, no se darían abasto. Según las estadísticas, en el 2015 se realizaron 766 necropsias de mujeres por muertes violentas. Sumando los datos de 2012 a abril de 2016, fueron 3 mil 228 mujeres las asesinadas. De estas cifras, solo se han logrado 391 condenas por femicidio, de las cuales únicamente 293 han sido condenatorias (Prensa Libre 22.05.2016). Y dado que la violencia va más allá que la muerte, si se sumaran las cifras de violaciones sexuales, embarazos en niñas y violencia intrafamiliar, el escenario se volvería más deprimente. Por eso, cada una de estas historias deberían de propiciar un paro nacional.

Guatemala, como el resto de America, es producto de violencias que desde la Conquista hasta el presente no dejan de desgarrar el cuerpo de las mujeres. Durante la guerra, la violación sexual fue usada como arma del Ejército en contra de poblaciones indígenas desarmadas. Hoy, las mujeres somos asumidas como mercancía, seres desechables o una estadística más.

Ser mujer en Guatemala es un acto de sobrevivencia y resistencia, cuando ser mujer debiera de ser un acto de libertad.

Durante la guerra, la violación sexual fue usada como arma del Ejército en contra de poblaciones indígenas desarmadas. Hoy, las mujeres somos asumidas como mercancía, seres desechables o una estadística más.

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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