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Irmalicia Velásquez Nimatuj

Las poblaciones rurales, trabajadoras, indígenas, campesinas, clases medias, estudiantes del Perú están cansados de ser parte del corrupto sistema político que ha sido instaurado en sus territorios por codiciosas elites políticas e “intelectuales”, que viven dentro o fuera del Perú pero que como “iluminados” intentar dirigir desde donde se encuentran los destinos de un país que ya no conocen, conocen poco o que nunca conocieron. Un espacio que retratan o imaginan pero que no es real, porque el Perú verdadero le está dando al mundo una lección de organización, de toma de conciencia y del camino hacia su transformación.

Un cambio que emerge de las entrañas de sus territorios en donde los despojos no cesan, donde la justicia o las reparaciones de la guerra nunca llegaron, donde la miseria junto al racismo y el desprecio por ellos es el pan diario. Las y los peruanos que sostienen el país han hablado con su voto y quieren construirse su propia nación, en donde todos valgan lo mismo, en donde las elites limeñas y del norte dejen de asumirse como los perpetuos amos del virreinato.

¿No tienen acaso el derecho? ¿No es este proceso parte de la democracia? ¿O la democracia implica que solo gobiernen quienes han saqueado su propia nación?

Por eso, lo que está viviendo el Perú, no es extraordinario, es un proceso lógico, es el resultado de que las poblaciones de a pie han sido testigas, como frente a sus ojos pequeñas elites nacionales en alianzas con elites internacionales se han convertido en millonarios y multimillonarios, gracias a la especulación de los precios de las materias primas, productos que extraen del Perú, mientras los de abajo no se benefician en nada y son los pobres de los pobres, conformándose con salarios en soles que no dejan de devaluarse y les impide tener una vida digna.

El Perú profundo está harto de que los políticos urbanos roben, masacren, mientan y cometan crímenes inimaginables sin que sean castigados o devuelvan lo saqueado. Entran y salen de las cárceles sin que nada cambie, porque han prostituido a la justicia. Incluso la candidata de las elites, Keiko Fujimori, ha ido y venido de la cárcel como si se tratase de un hotel y ahora es quien acusa a Pedro Castillo de cometer fraude para detener la proclamación del nuevo presidente. Los de abajo saben que Keiko está a un paso de volver a la cárcel por sus crímenes.

Perú es un país profundo que duele, pero también un país que está dándonos un ejemplo de decencia y enseñando a la América consciente que ¡basta que los corruptos sigan en el poder!

¡Las y los indios, campesinos, maestros y todos los de abajo pueden gobernarse así mismos!

Por eso, lo que está viviendo el Perú, no es extraordinario, es un proceso lógico, es el resultado de que las poblaciones de a pie han sido testigas, como frente a sus ojos pequeñas elites nacionales en alianzas con elites internacionales se han convertido en millonarios y multimillonarios…

Fuente: [elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Irma Alicia Velásquez Nimatuj