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MP/Cicig: lo que todos esperamos

Manuel Villacorta
manuelvillacorta@yahoo.com

Guatemala presenta características específicas que la ubican como un país muy vulnerable ante la actividad delictiva. El crimen organizado busca todo espacio y recurso favorable para activarse y consolidar su operatividad. Dentro de esas características específicas pueden citarse: 1. Su ubicación geográfica, que para el caso preciso del narcotráfico es insuperable: justamente en medio de la zona de producción de droga y la zona de consumo más grandes del mundo. 2. Su topografía que permite territorios complicados de patrullar y controlar por las fuerzas del Estado, especialmente las zonas montañosas o boscosas que ocultan la actividad ilegal. 3. La secular debilidad institucional, particularmente el denominado sistema de justicia. La gran mayoría de municipios no poseen sedes del Ministerio Público. 4. Una escuela del crimen de larga data, que se especializó en penetrar muchas instituciones públicas y privadas, y que se nutre de una considerable cantidad de personas dispuestas a practicar acciones ilícitas.

Por lo anteriormente expuesto, es posible confirmar que la lucha contra el crimen organizado, la corrupción y la impunidad, es particularmente difícil en nuestro caso. Y es precisamente en ese contexto en donde se hizo necesaria la intervención de una instancia externa como lo es la Comisión Internacional contra la Impunidad (Cicig). Evidentemente las acciones establecidas por esta instancia, conjuntamente con el Ministerio Público y el ministerio de Gobernación, han permitido significativos avances en el combate y la desarticulación de grupos delictivos. Pero por frustrante que parezca, debe aceptarse que la tarea apenas empieza. Llegará el momento en que se posean fuerzas policíacas fuertes y efectivas, una fiscalía precisa dotada de todos los recursos para su operatividad, una legislación eficaz e implacable, pero algo que debe ser especialmente considerado: una actitud ciudadana diferente, basada en la cultura del respeto a la ley y el rechazo al delito, en cualquiera de sus manifestaciones.

Pero derivado de lo anterior, es necesario apuntar pendientes diversas que deben ser atendidas. 1. Demostrar que la lucha en contra del crimen organizado no tiene ningún tipo de orientación político-ideológica. 2. Que los marcos de acción de la Cicig están supeditados al contenido de su mandato original. 3. Que la lucha contra la corrupción no genera una intimidación generalizada que pueda afectar la dinámica productiva nacional o la ejecución del gasto público. 4. Evitar afectar a personas que por la dinámica de acciones diversas, surjan como agentes activos involuntariamente involucrados, pero que no poseen responsabilidad alguna en la práctica delictiva, es decir, impedir los denominados daños colaterales en la vida y reputación de personas inocentes.

La compleja tarea de erradicar de raíz la corrupción y la impunidad implica demasiados elementos y múltiples esfuerzos. Implica una tarea comprometida entre ciudadanos e instituciones, pero todo, dentro del pleno respeto a los derechos humanos y al debido proceso. Guatemala está en una lucha contra el tiempo, debemos recuperar las décadas perdidas y establecer instituciones funcionales que nos permitan regirnos por el derecho y el justo actuar, desde todas sus manifestaciones. Cuando hayamos establecido esa institucionalidad respetable y respetuosa, cuando la ley jurídica y la ley moral imperen en todas nuestras acciones, el nacimiento de una nueva Guatemala será una realidad, esa, la que siempre hemos anhelado los ciudadanos honestos.

Fuente: [http://www.prensalibre.com/opinion/opinion/mpcicig-lo-que-todos-esperamos]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Manuel R. Villacorta O.