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Jaime Barrios Carrillo

“‘Meme’ simboliza y significa el desafío de la modernidad en una sociedad subdesarrollada, al demostrar que es posible y necesaria una política de planificación del desarrollo y progreso del país sin que sea un sistema comunista”.
Américo Cifuentes Rivas

Este domingo 22 de marzo se cumple un aniversario más del asesinato de Manuel Colom Argueta. Ex-Alcalde de la Ciudad de Guatemala, académico sobresaliente de la Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos con estudios de posgrado en Italia. Su crimen fue cometido por el Estado de Guatemala y permanece vergonzosamente impune.

Cuando George Orwell lanzó su personaje Big Brother en su célebre novela 1984, publicada en plena Guerra Fría, el Archivo de la Policía guatemalteca ya tenía medio siglo de estar documentando la vigilancia de ciudadanos sospechosos de ser opositores. Una especie de Gran Ojo y Gran Oreja que escudriñaba las vidas de la gente con objetivos de control y represión. Eso fue el Archivo de la Policía, descubierto casualmente en 2005 y que ha servido para casos de desaparecidos y asesinatos políticos, reforzando la información de otras fuentes como el Diario Militar. En ese Archivo puede comprobarse que Manuel Colom Argueta fue controlado por la Policía y otras fuerzas del Estado desde el 8 de septiembre 1957 (fecha de la primera ficha) hasta el día de su asesinato. Ventidós años de control policiaco y del Ejército. En una ficha del 2 de marzo de 1977 aparece ya como Q.E.P.D., es decir “que en paz descanse”. Se le atribuyen en los reportes actividades subversivas, señalándolo de comunista.

En el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de la Verdad CEH, se involucra al general David Cancinos Barrios quien, según el informe de la CEH, participó en la operación punitiva contra Colom Argueta, dirigiéndola desde un helicóptero. Esta versión habría sido confirmada mediante un testigo que aseguró lo siguiente:

“David Cancinos, personalmente, desde un helicóptero supervisó el operativo que se había planificado en una forma de círculos concéntricos; si salía del primer círculo del operativo, le esperaban en un segundo y así. Efectivamente no lo lograron en el primer punto, sino en un siguiente círculo del operativo.”

En documentación desclasificada de la CIA norteamericana se informa que en el asesinato de Manuel Colom Argueta estuvo también involucrado el terrible “Comando Seis” bajo la dirección del Gobierno. Todo en nombre del combate al comunismo. Ese fantasma del comunismo lo han utilizado desde 1954 como lo narra el novelista y premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa en su obra ‘Tiempos recios’.

El 24 de abril de 1979, treinta días después de la ejecución extrajudicial de Manuel Colom Argueta, sus familiares publicaron un campo pagado denunciando las amenazas contra el líder antes de su ejecución. A la vez, responsabilizaban a las autoridades civiles y militares por no realizar una investigación seria del asesinato. El texto titulado No puede descubrir quien encubre apareció en varios periódicos provocando que la familia fuera víctima de persecución por medio de la vía judicial pervertida. El 13 de junio del mismo año se da inicio, ante el Juzgado Octavo de Primera Instancia, al proceso originado por una querella del Ministerio Público presentada contra los familiares por el delito de desacato.

El gobierno del general Lucas García se desacreditó como violador de los derechos humanos y responsable de la brutal presión política. El sepelio resultó una masiva protesta contra el régimen. Decenas de miles de ciudadanos participaron en los funerales. La repulsa era generalizada y el ambiente de gran tensión e inconformidad. En el Cementerio General el desaparecido licenciado Américo Cifuentes, encargado de las palabras finales, terminó su discurso con una conmovedora paráfrasis bíblica: “¡Pueblo he aquí a tu hijo! ¡Meme he aquí a tu pueblo!”

Guatemala perdió un ciudadano preclaro y también una oportunidad. Pérdidas causadas por los fanáticos de siempre, viendo comunistas hasta debajo de las alfombras. Colom Argueta es el mejor alcalde que ha tenido la capital. Durante su administración se ejecuta la obra más impresionante de urbanización de colonias y barrios populares, muchos de los cuales durante años habían esperado una capa de asfalto o la instalación de una tubería para obtener agua potable. No fue un megalómano corrupto sino puso la Municipalidad al servicio de la ciudadanía. Nunca pudo ser acusado de actos de corrupción. El país perdió la posibilidad de subirse al carro del desarrollo, de democratizarse, de modernizarse. Una vez más las fuerzas retardatarias se impusieron con el lenguaje de las  balas.

La impunidad se dio desde el momento mismo del asesinato, siendo este magnicidio una de las grandes vergüenzas del Estado de Guatemala. Pero también de altos empresarios que avalaron esos crímenes políticos, incluyendo masacres, y que la organización Amnistía Internacional en un informe circunstanciado llamó Guatemala: Programa gubernamental de asesinatos políticos. Esos ricachones prestaron entonces sus aviones privados para bombardear aldeas. Algunos de ellos fueron acusados años más tarde por la CICIG por actos de corrupción. Una clica de corruptos contratistas del Estado y financistas de partidos políticos. No pocas veces proclamándose neoliberales.

La cuestión de la desigualdad y la necesidad de la integración social, sigue siendo una asignatura pendiente. La construcción de una sociedad democrática ha sido utopía y frustración: el país permanece en estado de sociedad excluyente, de sociedad de pobres dominada por una elite oligárquica que aborrece la idea del cambio y se opone a los procesos de democratización real de la economía y de la sociedad. La producción de riqueza ha ido acompañada de la expansión de la pobreza con la pauperización de los estratos medios. País de migrantes forzados, de militares y políticos corruptos, con demasiados desempleados y desnutridos y sin una estructura hospitalaria segura ni un sistema efectivo de educación, es decir un país muy vulnerable. Colom Argueta pretendía cambiarlo. Dio lo mejor de sí, incluyendo su vida. Como político fue decidido e incorruptible, apegado a sus principios sintetizados en “la democracia como medio y como fin”.

Parte de las elites en Guatemala nunca ha sabido ser dirigente y aglutinadora, sino todo lo han hecho girar alrededor de sus fines cortoplacistas. Por otro lado, han favorecido y financiado una proliferación de partidos que en esencia dicen lo mismo pero cuyas existencias representan diversos intereses privados, muchas veces envueltos en estructuras de corrupción, narco y crimen organizado. El ejercicio de una política perversa por su carácter excluyente, su autoritarismo y las prácticas no democráticas, tanto en lo económico en lo político, han impedido la formación de una verdadera burguesía o el equivalente a una clase capitalista moderna y modernizante.

Manuel Colom Argueta fue un intelectual de alta valía, un cerebro brillante. Mataron al hombre pero no a su pensamiento. Nos ha dejado una obra invaluable en sus ensayos, discursos, entrevistas y conferencias. Fue un pensador que se adelantó a su época,  presagiando los estragos de una economía dominada por grupos corruptos. Es sin duda un mártir y un héroe de la democracia. Luchó durante largos 18 años para inscribir a su partido. Al final después de trabas incontables y subterfugios legalistas tuvieron que aceptar la inscripción. Sabían que nadie lo pararía, que ganaría las elecciones por su arraigo popular y su prestigio. Al asesinarlo le dieron uno de los golpes más maléficos y nocivos a la democracia en Guatemala. Pero los cuarenta impactos de bala que cegaron la vida de Manuel Colom Argueta no pudieron borrar sus ideas.

¿Se hará algún día justicia y acabará la impunidad? ¿Se pondrán frente a los tribunales a los asesinos de Manuel Colom Argueta? Miguel Ángel Asturias presenta en una de sus novelas la sugerente figura de los ojos abiertos de los enterrados que esperan la hora de la justicia final para descansar en paz y cerrar sus pestañas.

 Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Jaime Barrios Carrillo
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