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El miedo al coronavirus es acaso más mortal que el virus mismo.

Marcela Gereda

Lo que estamos viviendo mundial y localmente es extraño e inaudito. Aún es incierto lo que nos tocará asumir y enfrentar como sociedad y como especie. Sin duda los retos son y serán inmensos.

Ante el pánico que padecen millones de personas hoy en el mundo y también en Guatemala, la reacción de muchos es ir a comprar compulsivamente. En las carretas del supermercado, hay quienes llevan víveres y productos indispensables. Y hay otros comprando la nada, productos totalmente innecesarios. Vi a un señor llenar ansioso tres carretas de papel higiénico. ¿Por qué el comportamiento social citadino y también en Europa es ir a comprar compulsivamente hasta lo innecesario?

Acabada la Segunda Guerra Mundial, el sobrino de Freud, Edward Bernays se centró en los escritos de su tío acerca del subconsciente para escribir acerca de cómo manipular masas. Lo que realizó Bernays fue crear estímulos que determinaban el accionar de los individuos alterando el comportamiento, esto se pudo realizar bajo la teoría de Freud que sostiene que el ser humano se rige bajo sus instintos animales, irracionales y sobre todo sexuales. 

Bernays vendió la idea a las empresas publicitarias para crear una sociedad de consumo para así mantener una economía constante y que se diera una gran demanda de ciertos productos, como los cigarrillos por parte de las mujeres publicitando mujeres hermosas fumando. Poco a poco la publicidad se convirtió en un gobierno invisible en todo el mundo. Casi todo lo que hoy nos parece “natural” son falsas necesidades creadas por la industria de la publicidad. Así es la publicidad la que inventa “necesidades”. Ante un Estado de Emergencia debemos consumir lo necesario e indispensable. El pánico no nos permite tomar decisiones adecuadas. 

No podemos actuar acertadamente bajo pánico. El pánico inmoviliza. La confianza mueve y motiva. Tal y como lo señala The Biology of belief el estrés es responsable de hasta 90 por ciento de las enfermedades, incluidas las enfermedades cardíacas, el cáncer y la diabetes, cuando una persona está en estrés la liberación de hormonas de estrés (por ejemplo cortisol) apaga el sistema inmunológico para conservar energía del cuerpo para escapar del estresante percibido. Las hormonas del estrés comprometen el sistema inmunitario. El miedo al coronavirus es acaso más mortal que el virus mismo. 

Esta es una excelente oportunidad de aprender a vivir con menos, de encontrar formas más austeras de estar y ser en el mundo.

La salud de la comunidad depende de todos. Decreto que seamos ceibas de salud, confianza y bienestar para nuestras comunidades. Acatemos todas las precauciones necesarias, no dejemos que el virus se propague porque somos una sociedad muy vulnerable dados los índices de personas con diabetes, cáncer, niños con desnutrición, etcétera. 

Tal vez estamos empezando a comprender que podemos vivir con lo indispensable, que el planeta nos pide vivir de formas más sencillas, que la salud es un derecho universal, que no hay fronteras, que como es arriba es abajo, que todo tipo de vida es frágil y que proteger todas las formas de vida es un deber colectivo. 

Si queremos sobrevivir como sociedad nos toca dar lo mejor de cada uno y asumir que sin sociedad no existimos. Acaso la naturaleza tiene sus propias leyes para re-equilibrarse. Hoy pareciera que la Tierra nos llama a establecer otra escala de valores humanos, a fundar una nueva ética y nueva espiritualidad. Acaso estamos ante el desafío de reinventarnos como especie, de salir de nuestra visión antropocénica de la vida, cambiar las reglas del juego entre nosotros con la naturaleza para poder cuidar y preservarnos a nosotros, a todas las especies y a “nuestra casa común”. 

 Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Marcela Gereda
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