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Carlos Figueroa Ibarra

El ocho de marzo en diversas partes del mundo salieron a las calles multitudinarias manifestaciones de mujeres evidenciando que la ya antigua lucha feminista ha entrado en un período de auge extraordinario. En México, España, Chile, Colombia, Brasil, Francia, Kirguistán, Pakistán, Centroamérica y en otros lugares del mundo, miles y miles de mujeres manifestaron.  Mostraron que el cambio cultural en las relaciones de género que hemos empezado a vivir desde hace medio siglo, ha entrado en un camino que se transita a sólido paso. Para nosotros los hombres ese cambio cultural  implica un reto mayúsculo, aun para los que  simpatizamos y apoyamos la causa feminista. Parte de ese reto es el cambio que se debe observar en las relaciones de pareja, en las relaciones laborales y en los centros de estudio. En el cuidado que se tiene que tener con expresiones o bromas que repetimos muchos de nosotros, a veces sin darnos cuenta de su contenido machista o misógeno. Implica que coadyuvemos a crear un clima de tolerancia cero contra el acoso sexual, contra el doble estándar, contra los deudores alimenticios, contra la violencia de género en sus múltiples manifestaciones. Involucra una lucha denodada por la paridad de género y salarios desiguales.

En México  cientos de  miles de personas,  predominantemente mujeres, que marcharon  en la capital del país y en otras ciudades, lo hicieron en el contexto de la Cuarta Transformación. Éste implica que desde la izquierda y desde los movimientos sociales, se tienen grandes expectativas sobre lo que se puede lograr en este sexenio. No en balde en un discurso en Zacatecas, Andrés Manuel López Obrador dijo que la violencia contra mujeres y niñas era incompatible con la 4T. Y resaltó que el 60% de los beneficiaros de los programas de gobierno son mujeres. La marcha en la Ciudad de México fue impresionante y evidencia una justa indignación por los feminicidios y todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres. Desde la derecha, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, ha servido para hacer una agitación en contra del gobierno de López Obrador. Un grupo autodenominado “Mujeres Católicas” difundió un audio apoyando el paro nacional de mujeres del nueve de marzo acusando al Presidente de “comunista”. Conservadores y reaccionarios se indignan hoy por la violencia contra las mujeres después de un silencio de décadas y de apoyo a políticas feminicidas. Pero la derecha tiene límites estructurales para disfrazarse de feminista: su apoyo a dicha causa  se ha visto acompañada de frases virulentas contra las “aborteras”. También algunos de sus voceros, ignorando la vulnerabilidad específica de las mujeres, han minimizado la violencia contra las mujeres con el argumento de que en México se asesinan más hombres que mujeres.

Lo acontecido el ocho de marzo en diversas partes del mundo (pese al apoyo oportunista de la derecha y los minoritarios actos vandálicos en México) revela la larga lucha de las mujeres iniciada a principios del siglo XX está pariendo un corazón, y ese corazón es de mujer.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Carlos Figueroa Ibarra
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