La tumba de los “proyectos políticos progresistas”
Pienso en la urgencia de otro Estado al presenciar el derrumbamiento político de Guatemala.
María Aguilar
Mi profesor de política durante la licenciatura se formó con Guillermo O’Donnell -politólogo especializado en estados autoritarios- en sus clases aprendí que los estados son producto de procesos históricos, que están en constante fase de construcción y reconstrucción. En Guatemala, la necesidad de atreverse a refundar el Estado actual es válida ante el proceso histórico que vivimos, que va más allá de la lucha contra la corrupción y que tiene como eje central reparar un país destrozado, como consecuencia de siglos de invasión, despojo y destruido por un genocidio que fue ejecutado con una violencia estatal desgarradora. Todo bajo el consentimiento de un sistema legal diseñado para beneficiar solo a elites, sean económicas, políticas o militares.
Luego de siglos de opresión, inequidad y violencia es urgente desde las juventudes, atreverse a tejer un Estado distinto, que sirva a las mayorías, que encare las desigualdades estructurales de raza, clase, género, ubicación entre otras, que afectan a Guatemala. Basta de enfocarse en soluciones superficiales basadas en multiculturalismos neoliberales que colocan a indígenas serviles en algunas posiciones solo para convertirlos en marionetas sin que aporten mínimamente a sus pueblos. El proceso es similar con mujeres o jóvenes, a quienes se les otorgan espacios sin acompañamiento crítico, por eso, terminan cooptados, manipulados y eventualmente integrados al sistema corrupto que rige Guatemala.
Para esto es necesario aprender que los Estados no son homogéneos sino que contienen variaciones por la composición étnica o regional de cada uno, lo que demanda un enfoque social, económico y de desarrollo diseñado de manera específica. Ante esto, es crucial entender que este es un país indígena y que hablar del bienestar de pueblos indígenas no es parte de una agenda “india” sino una política de un país diverso como Guatemala. Por eso, la resistencia a aprender, abordar e integrar temas de raza y etnia al Estado, será la tumba de los “proyectos políticos progresistas”, incluidos los moderados, así como lo fue de algunos sectores de izquierda y los convertirá en uno más de los múltiples intentos políticos ladinos fallidos.
Aquí, el primer obstáculo es el rechazo a creer que es posible soñar, diseñar y construir un Estado distinto. Pienso en la urgencia de otro Estado al presenciar el derrumbamiento político de Guatemala. Y es allí donde no deja de sorprenderme cómo la propuesta de cambiar estructuras es rechazada como ilógica e impráctica por sectores progresistas, al mismo tiempo, que ellos mismos enfrentan las ridiculeces, opresiones o abusos de quienes ejercen actualmente el poder, está claro que están dispuestos a aguantar cuando es la derecha y los militares los que están al frente, una evidencia más de su racismo histórico.
Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/08/20/la-tumba-de-los-proyectos-politicos-progresistas/]
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