¿Juramentos marcados en el corazón?
No cabe duda, llegar al Ejecutivo desquicia a cualquiera.
Irmalicia Velásquez Nimatuj
La semana que concluyó explica a través de las actuaciones de quienes están al frente del Estado por qué Guatemala atraviesa por una de las más severas crisis de los últimos tiempos, que tiene a las poblaciones pobres –indígenas, mestizas o ladinas– al borde de la hambruna por la sequía, a los enfermos en línea de espera para seguir muriendo ante el colapso del sistema de salud, a los pequeños y medianos empresarios a punto de cerrar ante la falta de vías de comunicación, porque el interior se ha quedado literalmente sin carreteras, mientras los jóvenes siguen dispuestos a dejar el país cada 17 minutos porque Guatemala es incapaz de proveerles trabajo y seguridad.
El primer acto fue el lunes 13 cuando el Gabinete en pleno, en lugar de atender las prioridades y miserias del país, decidieron cerrar sus despachos y enfilarse a la Corte de Constitucionalidad para respaldar a Sandra Jovel, la canciller que será recordada porque durante su gestión invirtió hasta el último centavo de nuestros impuestos buscando por todos los medios posibles la expulsión del comisionado de la CICIG y al embajador de Suecia.
Un segundo acto fue el cantinflesco discurso de Jimmy Morales ayer, conmemorando el día de la bandera, el cual se asemeja más a una diatriba de sexto primaria que al de un presidente, por su lenguaje sin contenido, que se centró en apelar a la defensa de caducos símbolos patrios, que la mayoría de la población pobre, sin trabajo, endeudada, sin poder llegar a fin de mes, que deambula buscando cómo ganarse la vida, no respeta y, además, no se siente representada en una nación, cuyas instituciones o construcciones como su palacio nacional le saben ajenas y solo pertenecen a quienes llegan a esos espacios siendo de clase media y saliendo como nuevos multimillonarios. En estas condiciones ¿cómo puede Morales plantear que el juramento a la bandera está marcado en nuestros corazones? ¡Esto es absurdo!
Frente a esta realidad a punto de estallar, en el campo y la ciudad, nadie en su sano juicio va a “velar y aún morir porque ese pedazo de cielo ondee perpetuamente.” No cabe duda, llegar al Ejecutivo desquicia a cualquiera.
Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/08/18/juramentos-marcados-en-el-corazon/]
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