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Carlos Figueroa Ibarra

El domingo 1  de julio de 2018 fue  día aciago para la derecha mexicana. Andrés Manuel López Obrador confirmó lo  previsto  semanas antes: fue un tsunami electoral (30 millones de votos, 53% de los sufragios) que  alzó a  Morena que obtuvo mayoría en las cámaras, triunfos municipales  en las ciudades más importantes e importante victorias en los congresos locales en diversas entidades de la federación. Desde entonces, las derechas neoliberal y  filofascista han buscado diversos modos de reconstituirse de esa severa derrota. Los filofascistas de FRENA (Frente Nacional Anti-AMLO) intentaron ganar la calle con un movimiento que puso tiendas de campaña en el zócalo (plaza central) de la ciudad de México. El plantón hizo el ridículo cuando el viento se llevó buena parte de esas casas de campaña, porque estaban vacías. Elocuente hecho que hizo de la realidad metáfora. Los intelectuales de la derecha neoliberal, más sofisticados que la ultraderecha han buscado aglutinar a varios de sus colegas y a artistas también, firmando manifiestos en contra del “autoritarismo” de AMLO.

¿Autoritarismo? El Instituto Nacional Electoral (INE), supuesto árbitro electoral, se ha vuelto un jugador más de la oposición. Intentó clausurar las ruedas de prensa mañaneras de AMLO durante esta temporada electoral. Ha amenazado con imponerle multas al presidente por sus opiniones en dichas ruedas y  con meterlo a la cárcel. Como dice un cartón de un caricaturista conocido como “El Fisgón” aludiendo al INE  titulado “La dictadura imperfecta”: “Yo creía que los dictadores mandaban a arrestar a sus rivales políticos por capricho, no al revés”.  La última del INE a lo que se unió el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) es que suspendió el registro a dos  candidatos a gobernador de Morena. Félix Salgado Macedonio (Guerrero) y Raúl Morón (Michoacán) fueron eliminados acusados de no reportar gastos de precampaña por 750 y 950 dólares respectivamente. Además cambiaron la ley para evitar lo que ellos llaman una “sobrerrepresentación de Morena” en el legislativo.

“La dictadura imperfecta” es tan democrática que los grandes medios de comunicación electrónicos e impresos emiten propaganda negra contra Andrés Manuel prácticamente las 24 horas al día. Impotente electoralmente hasta el momento, barrida de las calles como las tiendas de campaña, la derecha ha optado por una guerra de posiciones al interior del Estado. No solamente el INE o el TEPJF se han vuelto trincheras de la derecha, sino todos los organismos descentralizados autónomos creados durante la época neoliberal. Estos constituyen un gobierno dentro del gobierno y gastan una significativa cantidad del erario público. Un medio para frenar las iniciativas de reforma de la industria eléctrica, reconfiguración de las rutas aéreas que pasan por la ciudad de México, el padrón de usuarios de celulares (para frenar la extorsión) y cualquier otra iniciativa gubernamental han sido los amparos emitidos por jueces al servicio de los grandes poderes fácticos. Desesperanzados en la victoria electoral el 6 de junio, la “guerra de guerrillas” al interior del Estado configura la pretendida reconstitución de la derecha en México.

“Yo creía que los dictadores mandaban a arrestar a sus rivales políticos por capricho, no al revés”.

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes

Carlos Figueroa Ibarra
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