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La complicidad con las dictaduras

En 1968, cuando la violencia de Estado comenzaba a incrementarse, ocurrió una anomalía.

María Aguilar

Dentro de los documentos desclasificados relacionados con el golpe de Estado planificado por la CIA contra el gobierno del coronel Jacobo Árbenz Guzmán, en 1954, se encuentran listas de nombres de personas identificadas como enemigos que debían ser asesinadas por las fuerzas contrarrevolucionarias del coronel Carlos Castillo Armas.

En 1966, documentos emitidos por la embajada estadounidense sobre cuya portada se lee la frase “negado en su totalidad”, proveen reportes de los logros de las fuerzas de seguridad en capturar y desaparecer a opositores políticos en Guatemala a través de la “Operación Limpieza”, la primera acción a gran escala de desaparición forzada en América Latina.

En las décadas posteriores, embajadores y jefes de misión tuvieron claro el involucramiento de las fuerzas de seguridad en la violencia y el genocidio contra la población guatemalteca sin que esto causara indignación alguna o parara el apoyo militar al ejército de Guatemala.

¿Qué leeremos a futuro en los documentos estadounidenses sobre el golpe de Jimmy Morales de 2018? ¿Cuáles serán los argumentos con los que el embajador defenderá la actual dictadura?

Quizá los documentos que generen mencionen que los tanques que salieron a las calles fueron donados por Estados Unidos y fueron utilizados para intimidar a la misma embajada donante. Justificarán las acciones ilegales del ejecutivo y la destrucción de la CICIG bajo el argumento que ese era el costo para una nueva estabilidad regional.

La comunidad internacional debe saber que a futuro la historia demostrará que las palabras con las que hoy cualquier diplomático justifique el apoyo al régimen de Morales serán reveladas como discursos similares a los predicados por Ronald Reagan en la década de 1980, que hablaban de estabilidad y democracia mientras solicitaba fondos al Congreso estadounidense para seguir financiando el genocidio en Guatemala.

En 1968, cuando la violencia de Estado comenzaba a incrementarse, ocurrió una anomalía. El jefe de misión de la embajada estadounidense en Guatemala, Viron Vaky, envió un despacho al Departamento de Estado, expresando su preocupación sobre el terror ejercido por el Estado guatemalteco contra sus ciudadanos, argumentando que las tácticas de contrainsurgencia utilizadas en el país representaban un problema para la sociedad guatemalteca y para la imagen de Estados Unidos. Según Vaky era necesario pensar en una solución que volvieran las tácticas de contrainsurgencia innecesarias. Acaso, preguntó Vaky ¿aceptamos las atrocidades mientras sean “efectivas”? Y ¿nos dará la razón la historia sobre esa efectividad?

Frente a esto: ¿Cuántos diplomáticos actuales se están haciendo la misma pregunta sobre el régimen ilegal que gobierna Guatemala?

Fuente: [https://elperiodico.com.gt/opinion/2018/10/08/la-complicidad-con-las-dictaduras/]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

María Aguilar Velásquez
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