Irmalicia Velásquez Nimatuj
La mayoría de niños y adolescentes se incorporan rápidamente a la fuerza laboral, de manera informal, realizando cualquier trabajo para contribuir al sostenimiento de sus familias
El pasado 14 de enero, Alejandro Giammattei presentó su tercer informe de gestión a la nación guatemalteca, indicando que “con un 4% de crecimiento, la economía de Guatemala fue la que mejor desenvolvimiento tuvo de la región” (Prensa Libre 14.01.2023). Sin embargo, no indicó que quienes se han beneficiado de ese crecimiento son solo los sectores a los cuales el representa y defiende frontalmente, porque el resto, que son las mayorías rurales y urbanas pobres, están económicamente en condiciones lamentables, especialmente aquellos sectores indígenas que no tienen a ninguno de sus miembros viviendo en Estados Unidos y que les provea de un poco de los 18 mil millones de remesas que enviaron en 2022 a sus familias. Un ejemplo podrían ser los sectores q’echi’ -aunque no son los únicos- que viven en regiones lejanas o a lo largo del área del Polochic y quienes han sido reprimidos por mandato del mismo presidente que presume que la economía es la mejor de la región centroamericana.
En Las Verapaces, la mayoría de los hombres ganan Q50 diarios, con lo cual les es matemáticamente imposible sostener a sus familias, dado que para alimentar a un promedio de 7 integrantes necesitan 21 platos de comida diariamente. Por eso, la mayoría de los niños y adolescentes se incorporan rápidamente a la fuerza laboral, de manera informal, realizando cualquier trabajo para contribuir con el sostenimiento de sus familias, mientras las mujeres aportan a la economía familiar produciendo, vendiendo o realizando diferentes servicios.
Lo que tampoco dijo Giammattei, en su informe, es que para el 80 por ciento de las familias guatemaltecas les es literalmente imposible tener acceso a médicos generales y menos a especialistas, porque pagar a uno de ellos es imposible, dado que cada consulta cuesta en promedio Q300. Así, la salud -la elite guatemalteca- la ha convertido en un producto de lujo, accesible solo a un pequeño puñado, mientras la mayoría de las familias del interior o de zonas pobres asumen las enfermedades tratables como enfermedades incurables.
De igual manera, el acceso a educación de calidad y crítica es un sueño inaccesible para más del 80 por ciento de la niñez y juventud, porque un cuaderno cuesta $2 dólares, que equivale a lo que gana la población pobre al día, mientras los libros de lectura valen en promedio Q100. Pagar la inscripción de Q300 en un colegio de bajo nivel y asumir mensualidades de Q200 durante el año es un lujo que deja una débil e inconsciente formación. Por eso, es una vergüenza que Giammattei presuma que dio 2.6 millones de bolsas de alimentos a estudiantes cuando 5 de cada 10 niños viven desnutridos. De hecho, las familias sobreviven de las pacas, o sea, de la basura que EE.UU exporta, solo así la población cubre sus necesidades de vestido y calzado. Eso, olvidó subrayarlo y agradecerlo Giammattei en su informe, el 14 de enero, a los pueblos de Guatemala.
Fuente: [elperiodico.com.gt]
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