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Presupuesto fundamental de la concepción de la democracia  neoliberal, es que el pueblo participa en la vida política nacional  solamente en el momento en que acude a las urnas para depositar su voto por el candidato o candidatos de sus preferencias. Se parte del supuesto de que la política, en el sentido de la conducción de los asuntos del gobierno, es algo que corresponde a una élite especializada, a un grupo de gente  que se dedica  de manera profesional al ejercicio de  la política. El resto de los ciudadanos o ciudadanas, ni tiene vocación para participar en los asuntos públicos, ni tiene interés, ni tiene  la calificación para hacerlo. He aquí pues la visión elitista de la democracia liberal y representativa, que se asienta en el fondo  en una aversión  a la participación de los de abajo en los asuntos del gobierno, aversión que podemos  calificar como “demofobia” siguiendo al politólogo catalán Antoni Domenech.
La vida política venezolana  desde hace muchos años, tanto en los partidarios del presidente Hugo Chávez Frías como sus opositores,  ha mostrado  una enorme capacidad de participación saliendo a las calles  a apoyar al gobierno como a combatirlo. En determinado momento Chávez  llamó a los sectores de  la oposición  con el mote de “escuálidos”, haciendo  alusión a su escaso número. No es exacto el calificativo. La oposición al gobierno de Chávez ha mostrado una gran capacidad de movilización como cualquiera lo puede constatar cuando ha visto por la televisión las enormes manifestaciones que en ocasiones han llenado las calles para expresar su desacuerdo con el gobierno. La derecha venezolana, junto a algunas expresiones de izquierda disidente han sabido movilizar descontentos, agravios y convencimientos de amplios sectores. Asumo que los mismos  han salido a las calles producto de sus convicciones políticas.
Aceptando  lo anterior, hay que decir que el movimiento chavista ha sido un extraordinario movimiento social. Empezó a gestarse desde mucho antes de que Chávez se convirtiera en una figura nacional que capitalizó los agravios en contra del neoliberalismo. Acaso el momento fundacional de todo este vasto movimiento, haya surgido en febrero de 1989, cuando el gobierno de Carlos Andrés Pérez, traicionando las expectativas de sus electores anunció un paquete de medidas  de corte neoliberal  y provocó la sublevación conocida como el “Caracazo”. La rebelión social fue apaciguada a cosya  de una violenta represión que costó centenares si no es que miles de muertos. Pero nada volvió  a ser igual en Venezuela: el neoliberalismo se convirtió desde entonces en un crimen social para la mitad del pueblo venezolano si no es que para casi las dos terceras partes. Desde el “Caracazo”  hasta la llegada de Chávez a la presidencia de la república en Venezuela se escenificaron más de 1,500 protestas populares de distinta envergadura. El Movimiento Quinta República (MVR) que lo llevó a triunfar en las elecciones de 1998, no fue sino la continuación en la política de un movimiento social de cobertura nacional.
Esta movilización social tuvo otros dos momentos estelares. El primero fue en abril de 2002 cuando Chávez fue derrocado y dos días después pudo retomar la presidencia. Esto sucedió porque  miles y miles de pobladores de los distintos barrios marginales de Venezuela le hicieron frente al golpe junto a la participación decisiva del sector del ejército que también lo adversó. El segundo momento estelar de la participación popular  sucedió a fines de ese año de 2002 y principios de 2003, cuando le hizo frente a un paro petrolero de 62 días que exigía la renuncia de Chávez. Fue con el concurso del apoyo de amplios sectores populares y con la participación de ex empleados de la empresa petrolera venezolana (PDVSA), técnicos de universidades y miembros de las fuerzas armadas, que se volvió a hacer funcionar la empresa. Se derrotó así el boicot que con propósitos golpistas habían protagonizado sectores importantes de cuadros técnicos  altos y medios de PDVSA con el concurso del sindicato de dicha empresa.
Hoy la participación popular de apoyo al gobierno de Chávez continúa de manera muy importante en los Consejos Comunales, de los cuales existen  más de 30 mil en todo el país. Esto implica participación de millones de venezolanos en este proceso. Como suele suceder en todo proceso en el que están planteados cambios radicales, existe en Venezuela  una polarización y la misma está asentada en una politización de la sociedad civil, tanto  la que desde la izquierda apoya al gobierno como la que desde la derecha lo combate.
Nada de esto tiene que ver con turbas manipuladas.

Carlos Figueroa Ibarra
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