Irmalicia Velásquez Nimatuj
El Estado de Prevención decretado por el presidente Alejandro Giammattei, en consejo de ministros, el pasado miércoles 13, es en realidad una acción política que no busca atender la crisis de salud que vive Guatemala por la pandemia de la Covid-19, dado que si esa fuera su prioridad las acciones las hubiera asumido antes y no ahora, en medio de la crisis política por la que atraviesa su gestión, que se agudiza conforme avanza su mandato, haciéndose evidente su incapacidad para dirigir el país con habilidades técnicas, humanas y sobre todo con transparencia.
Entre las razones que están detrás del Estado de Excepción son los severos problemas de corrupción que el mismo presidente ha impulsado, respaldado y solapado desde que tomó posesión en enero de 2020. Es relevante notar que no ha existido conexión entre sus discursos, con la realidad que ha impulsado. Nada novedoso en un funcionario, cuya personalidad narcisista, se centra en gritar más que en razonar o dirigir con sentido común.
Otra de las razones es la poca capacidad técnica que posee el presidente y sus equipos para gestionar los temas centrales que el momento histórico le ha llevado a enfrentar, como la pandemia o la imparable migración, pero aun sin pandemia, es claro que las necesidades urgentes del país no son la prioridad. Un ejemplo es el infortunado rol que su ministro de Relaciones Exteriores Pedro Brol Vila ha despeñado, en donde sobresale su deficiente trabajo frente a Rusia en la defensa de los intereses guatemaltecos ante la compra de las vacunas que llegan a gotas, su papel fue lamentable y ha provocado perdida de recursos que el país no posee. Además, qué decir de su débil gestión en el álgido tema de la migración nacional en donde cada 17 minutos un joven decide iniciar el riesgoso viaje a través de un camino de terror, hacia el norte, en busca de encontrar las condiciones para materializar sus aspiraciones que su propia tierra les niega.
Y finalmente, otra de las razones de este Estado de Prevención es que el presidente y su gabinete saben que desde la capital hasta las comunidades más lejanas la población está cansada de sus incapacidades para gestionar la burocracia nacional y hacer que responda en el marco de una de las mayores crisis económicas, políticas, sociales, raciales, de género entre otras y donde no ha sabido usar los espacios de poder que posee para crear inteligentemente opciones dignas que permitan a los ciudadanos enfrentar los desafíos.
El presidente Giammattei sabe que su gobierno se debilita, además, él está siendo definido en la historia como el peor mandatario de las últimas décadas, algo trágico para él, si en esta comparación se incluye al cómico Jimmy Morales.
Fuente: [elperiodico.com.gt]
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