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lucha libre
Lucía Escobar
@liberalucha

Imagínense un proyecto capaz de enfocar y dirigir positivamente la energía de la juventud y de la adolescencia de este país; un lugar en donde ser joven no se vea como un problema sino como una solución, una oportunidad. En Guatemala hay un lugar así, y pronto serán dos. El Patojismo es una iniciativa local que nació en Jocotenango hace 13 años y que ahora está creciendo hacia San Miguel Dueñas en Sacatepéquez, en donde se está construyendo un campus estudiantil. Con el lema “Sueños e ideas en acción”, la escuela realiza proyectos de comercio impulsados por los estudiantes para que logren sostener económicamente la sede.

Bajo el sol inclemente, a su ritmo, con una energía inusual en los adolescentes; Bryan, Steve, Genser, Andy, Martín, Wally y Pepe preparan una mezcla de cemento y piedras para el piso de lo que será la continuación de un proyecto educativo que nació con el éxito asegurado ya que es impulsado con amor, respeto y convicción por Juan Pablo Romero, motor y creador de Los Patojos. Cada alumno parece saber exactamente qué tienen que hacer aunque no hay maestro guía o director dando órdenes. Estos patojos llevan meses convirtiendo una antigua fábrica abandonada en un complejo educativo. Hoy preparan cemento pero también les tocó presentarse ante los vecinos de la comunidad, hacer investigación social, impulsar los talleres que se dieron en vacaciones, diseñar, liderar y defender su propio proyecto comercial, contribuir en la limpieza y mantenimiento del lugar. Se turnan para cocinar, lavar los trastos y dejar limpio (esto es mucho más de lo que muchos adolescentes aprenden en colegios carísimos). Las reglas son pocas, lógicas y claras; fueron escritas y realizadas por ellos y cuelgan en la cocina. Son parte de un proyecto educativo pero también empresarial y de emprendimiento que sueñan en grandísimo y que incluirá: una cooperativa, un call center, agencia de viajes, restaurante con panadería, repostería, escuela de idiomas y de arte.

Quieren construir una piscina. Haciendo y participando, aprenden y amplían su conocimiento mientras son útiles para la sociedad y para su familia, ya que reciben una beca/sueldo por su trabajo. Aprenden a ahorrar; uno ya se compró una moto que pagará a plazos. El equipo lleva una bitácora donde apuntan sus procesos de aprendizaje, creando así la teoría del patojismo, que publicarán en un libro y que Romero espera que se convierta en referente de un proyecto capaz de reducir la migración y la violencia sexual con solo existir. Los jóvenes también están sembrando sus propios vegetales y empiezan a comprender la importancia de la tierra y de adquirir nuevos hábitos de alimentación.

“Aquí ves a un chavo (mataron a su mamá cuando lo llevaba de la mano) con potencial de destrucción social sembrando rábano, cuidando a su abuela, construyendo un escuela y soñando con pronto tener su negocio” destaca Juan Pablo. Y es que esta metodología de enseñanza y aprendizaje está basada en el amor que pretende ser más que una filosofía; un movimiento social que pone los sueños y los deseos en acción.

Se puede ser parte de este proyecto aportando con voluntariado, capacitaciones, con talleres de cocina, gestión, materiales de construcción, botas y donación de comida. Escribir a jpromerofuentes@gmail.com

Fuente: [www.elperiodico.com.gt]

Narrativa y Ensayo publica este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Lucía Escobar
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