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Algunos actos fundamentales que legitimarían la anunciada voluntad política del nuevo gobierno.

Si de veras se busca superar (no olvidar) el pasado para alcanzar la plena reconciliación nacional y evitar que haya grupos que a pesar de no haber protagonizado el conflicto armado sí viven de él (gracias a la cooperación internacional), el primer paso a dar es que la justicia por delitos de lesa humanidad se aplique sobre ambos bandos.

Si de veras se busca que toda la ciudadanía (y no sólo un sector) prospere y que se desarrolle integralmente el agro, es imprescindible hacer orbitar el quehacer político en torno a la mantención de la justicia social, lo cual no quiere decir quitarle a los que tienen para dárselo a los que no tienen, sino que los que más ganen paguen más impuestos y que la igualdad de oportunidades esté tutelada por el Estado, pues sólo así la pequeña y mediana empresa se desarrollará con pleno acceso al capital, superando con ello las prácticas monopólicas que causan el atraso económico.

Si de veras se busca que la ciudadanía pueda salir a caminar por las ciudades y los campos sin temor a ser asaltada, extorsionada, secuestrada y asesinada, es necesario fomentar el acceso al capital para la micro, pequeña y mediana empresa a fin de que haya cada vez más empresarios y más asalariados y que como consecuencia crezcan la producción y el consumo junto con las capas medias, pues la causa de la violencia es económica.

Si de veras se busca el desarrollo integral, resulta ineludible instaurar un sistema educativo basado en la historicidad (o explicación del desarrollo del objeto de estudio), la criticidad (o la capacidad de ejercer el propio criterio) y la radicalidad (o la capacidad de ir a la raíz causal de los fenómenos), superando modas pedagógicas que sólo buscan incrementar el consumismo en los educandos, como la de la “tecnología en el aula” o la de “aprender jugando”.

Si de veras se busca superar el racismo y el sexismo, es imprescindible poner en práctica políticas culturales para un país muticultural, las cuales impulsen el interculturalismo y la interculturación mediante los criterios educativos de la historicidad, la criticidad y la radicalidad, a fin de que los guatemaltecos conozcan su historia y entiendan el origen de sus diferencias. Pues sólo la comprensión cognitiva de las diferencias lleva a respetarlas. Los mandatos conductistas sólo fomentan una hipocresía biempensante y “políticamente correcta” que no anula el racismo de las estructuras mentales.

Si de veras se busca reducir la violencia de la narcoactividad, lo que de ninguna manera se debe hacer es iniciar una absurda guerra al estilo de Felipe Calderón en México, sino exigir como región que los países consumidores de droga ataquen este problema en su territorio, en vez de traer la guerra contra la narcoactividad a los países productores y de trasiego.

Si de veras se busca el apoyo de la ciudadanía para hacer gobierno, es imperativo demostrarle a todos y cada uno de los sectores de esa ciudadanía que en el proyecto político que se impulsa hay algo para cada cual. Es decir, que hay tareas y beneficios por obtener para cada sector, a cambio del pretendido apoyo político ciudadano. No se trata de eliminar opositores mediante “limpiezas sociales” amparadas en el silencio de la prensa corporativa, sino de proteger el empleo e impulsar proyectos de nivelación social mientras la producción arranca bajo un plan de corto, mediano y largo plazo.

Mario Roberto Morales
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