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Ayotzinapa, México desgarrado

Carlos Figueroa Ibarra

A lo largo de una buena parte de mi vida, viví al lado de millones de guatemaltecos bajo la bota de la dictadura militar más feroz de América latina. Como sobreviviente de la represión militar guatemalteca, me tocó presenciar los hechos más oprobiosos que se hayan dado en la región. Ejemplos de ello son el incendio de la embajada de España el 31 de enero de 1980 -en cuyo proceso judicial he podido comparecer como perito en días pasados- ; el secuestro y desaparición de 27 dirigentes sindicales de la Central Nacional de Trabajadores (CNT) el 21 de junio de 1980 en pleno centro de la capital y el secuestro y desaparición de 17 dirigentes sindicales y estudiantiles el 24 de agosto de 1980 en la finca Emaús Medio Monte. Y a todo lo anterior cabe agregar las 600 masacres que entre 1981 y 1984 se observaron en las áreas rurales. Y los aproximadamente 400 estudiantes, académicos y trabajadores universitarios que fueron asesinados o desaparecidos a fines de los setenta y primeros años de los ochenta del siglo XX.

Aun así lo que ha acontecido a los jóvenes estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa ha rebasado mi capacidad de asombro y horror. Desde años atrás la Escuela Normal de Ayotzinapa ha estado envuelta en un conflicto permanente por las pretensiones gubernamentales de hacerla desaparecer. En ese contexto, en agosto un estudiante de la normal fue secuestrado y ejecutado extrajudicialmente. Su cadáver apareció mutilado y desollado. Y el 26 de septiembre en el marco de la protesta, un grupo de estudiantes tomó tres autobuses para una movilización. La policía municipal de Iguala los persiguió y arrasó a balazos. Murieron tres estudiantes normalistas, tres personas que casualmente estaban en el lugar del crimen y hubo 25 heridos. Al día siguiente, en una manifestación elementos policiacos arrestaron a 20 estudiantes y en los días siguientes un comando armado fue a buscar a sus domicilios a otros más. Estos son los 43 estudiantes que hoy se encuentran desaparecidos. Se ha encontrado varias fosas con muchos cadáveres calcinados y está por determinarse si son de los jóvenes de entre 16 y 21 años que hoy se encuentran desaparecidos.

Mexico es hoy un país desgarrado por la combinación perversa del neoliberalismo y el narcotráfico. Éste penetra a todos los niveles del Estado, como lo revela el que José Luis Abarca el alcalde de Iguala es alguien vinculado al narcotráfico y a crímenes infames. Lo peor de todo es que es un funcionario electo a través del PRD, es decir un sector de la izquierda. A diferencia de las peores dictaduras latinoamericanas, el autoritarismo neoliberal ya está apoyándose en el narcotráfico para la represión de los movimientos sociales que surgen por sus injusticias. En este caso la narcorrepresión fue ejercida por un cartel local llamado Guerreros Unidos que estaba coludido con el alcalde Abarca de Iguala.

Ayotzinapa es un parteaguas en la historia de México. Es el comienzo declarado de la represión organizada desde el Estado y desde el narcotráfico.

Carlos Figueroa Ibarra
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